Aquí os ofrecemos la transcripción traducida de esta entrevista que le hicieron en la Radio Pública a Harry Crews en el año 1988, recién publicada su novela The Knockout Artist. Se trata de una ocasión fantástica para disfrutar de su voz y de su especial acento sureño (al que se refiere, por cierto, en cierto momento de la entrevista).
Harry Crews acerca de la escritura y sobre sentirse “freak”.
Traducido por Javier Lucini.
Esta entrevista se transmitió por primera vez el 23 de
mayo de 1988.
El escritor
Harry Crews ha tenido una vida dura y no se lo ha puesto mucho más fácil a los
personajes de sus novelas. Murió el miércoles a la edad de 76 años.
Las novelas de
Crews están repletas de freaks y de perdedores con talentos inusuales. En Naked in Garden Hills aparecía un hombre
de unos doscientos setenta kilos con predilección por los suplementos
dietéticos. El Cantante de Gospel
estaba lleno de lunáticos y de personajes carnavalescos. Car contaba la historia de un hombre que se comía literalmente un
Ford Maverick, varias onzas a un mismo tiempo.
Los personajes se
identifican con Crews que de niño enfermó de polio y se quedó con una pierna
desfigurada.
“Sé lo que es
que la gente te mire y ver reflejada en su cara tus propias espantosas
circunstancias. Quiero decir, tu monstruosidad”, dijo en el Fresh Air de Terry Gross. “Y hubo otras ocasiones en las que
también me sentí extravagante… Como cuando me fui de la granja y me metí en los
Marines, allí me tienes, un niño salido de una granja de Georgia que, entre
otras cosas, no sabía ni lo que era una pizza. Nunca había oído hablar de
ellas. No tenía ni idea de lo que era el pepperoni. Así que me voy a Paris
Island con al cuerpo de Marines, en un pelotón de chicos de Nueva Jersey y
Nueva York. En fin, todo lo que se refiere a mi forma de hablar, los giros de
mi forma de hablar, era incorrecto”.
Al dejar los
Marines, Crews se mudó a Gainesville (Florida) donde estudió y más adelante fue
profesor de escritura creativa en la Universidad de Florida. También empezó a
escribir de un modo profuso. Pero permaneció inédito.
“Escribí cuatro
novelas y varios relatos antes de conseguir que me publicaran algo, y el motivo
de que no publicara nada de eso era que no era bueno”, dijo. “Y el motivo de
que no fuese bueno era que estaba tratando de escribir acerca de un mundo que
no conocía”.
Crews,
finalmente, se puso a escribir sobre el mundo con el que estaba familiarizado
en novelas como El Cantante de Gospel,
The Mulching of America y A Feast of Snakes.
“Una noche me
di cuenta de que todo lo bueno que tenía lo estaba atrás, en el condado de
Bacon, en Georgia, junto a toda esa enfermedad, los anquilostomas, el
raquitismo, la ignorancia, la belleza y la hermosura”, manifestó. “Pero era
allí donde estaba. No en otro sitio”.
Crews también
colaboró en Playboy y en la revista Esquire, y escribió un libro de memorias
titulado A Childhood sobre cómo es
criarse y crecer en una granja de arrendatarios en Georgia. En 1988 habló con
Terry Gross sobre su novela The Knockout
Artist que cuenta la historia de un boxeador que abandona su Georgia rural
para intentar triunfar en Nueva Orleans.
Los Mejores Momentos de la Entrevista.
Sobre la bebida
“Durante los
últimos doce años, he sido un borracho de lo peor. Pero era una curiosa forma
de borrachera. Si no estaba trabajando, no me emborrachaba. Y entonces vas y
dices: ‘Espera un segundo. Eso es una estupidez. No puedes escribir y beber’. Bueno,
eso ya lo sé. Pero puedo dejar de escribir, o asustarme mucho, pervertirme o
liarme, y emborracharme durante tres o cuatro días, o noches, o semanas, y
luego dejar de beber y volver a ponerme a escribir”.
Sobre los impulsos
“Cuando las
cosas se vuelven demasiado cómodas y seguras, me entra la sensación de que me
estoy suavizando. Es como si alguien me estuviese enterrando en plumas. Por lo
que cuando todo se vuelve demasiado seguro y firme tiendo a ponerme a derribar
o a destrozar cosas, según me dé. A medida que me voy haciendo viejo, tengo la
impresión de que lo llevo mejor, para gran alivio de la gente que me rodea”.
Copyright 2012.
Radio Pública Nacional.
TRANSCRIPCIÓN
DAVID
BIANCULLI, presentador: Harry Crews era de esa clase de escritor que amaba los
personajes oscuramente cómicos, la gente profundamente retorcida y los grandes
títulos. Entre sus novelas destacan A Feast of Snakes, Naked in Garden Hills, Scar
Lover y The Hawk is Dying. Falleció el miércoles pasado en Gainesville, Florida, donde enseñó
escritura creativa durante varias décadas en la Universidad de Florida. Tenía
76 años. La necrológica de Harry Crews aparecida en el New York Times lo llamó el “Rabelais de Georgia”. Crews también
escribió ensayos y un libro de memorias titulado A Childhood: Biography of a Place, sobre su infancia rural en
Georgia durante la Gran Depresión. Pero es más famoso por su ficción,
protagonizada por freaks y perdedores con talentos inusuales. Terry Gross habló
con Harry Crews en 1988 con motivo de la publicación de su novela The Knockout Artist. Trata de un
boxeador que se va de su Georgia rural para intentar triunfar en Nueva Orleans.
A continuación, escuchamos a Crews leyendo el párrafo inicial:
HARRY CREWS: “Desde
donde estaba sentado en un taburete bajo, el chico, que se llamaba Eugene
Talmadge Biggs pero al que solían llamar Knock-out, K.O. o Noqueador, había
contado tres veces los trajes que colgaban en el armario abierto. Y cada vez
que los contaba le salía un número diferente. Eso no le sorprendió. No era
bueno contando. No era más que algo que hacer hasta que llegara el momento de
salir y hacer la única cosa que le quedaba. Además, ya nada le sorprendía”.
TERRY GROSS, entrevistadora:
¿Sabes?, a medida que profundizamos en tu novela vamos entendiendo que este
boxeador está a punto de pelear por el deleite de ese hombre rico y sus locos
amigos, y que la especialidad del boxeador es en realidad noquearse a sí mismo
dándose un puñetazo en la mandíbula. ¿Conoces en la realidad a alguien que
pueda hacer eso, que pueda noquearse a sí mismo de un puñetazo?
(SONIDO DE
RISAS)
CREWS: Bueno,
extrañamente, sí. Sin embargo, no creo que haya sido eso lo que me ha llevado a
escribir el libro, pero sí. Mi hermano fue luchador profesional. Era 22-2
cuando se rompió la mano derecha y yo me he pasado buena parte de mi primera
madurez en gimnasios de boxeo de todo tipo, y llegué a pelear como amateur.
GROSS: Este
personaje de la novela básicamente se ve obligado a ganarse la vida
auto-degradándose. ¿Sabes a lo que me refiero? En vez de ser realmente capaz de
utilizar su talento para el boxeo, tiene esa mandíbula vulnerable, por lo que
se dedica a noquearse a sí mismo y la gente acude a él porque su auto-degradación
se transforma en una especie de diversión.
CREWS: Bueno,
dejemos una cosa clara.
GROSS: Sí.
CREWS: Él hace
lo que hace y si tú quieres llamarlo auto-degradación, está bien. Pero no tiene
que hacerlo. Nadie le está poniendo una pistola en la cabeza. El chico hace lo
que hace porque ha perdido la única cosa que podía hacer, que era pelear
realmente como un profesional. Y después porque había gente a la que amaba
mucho que contaba con él para conseguir dinero para mantenerse, concretamente
su familia en Georgia, él está en Nueva Orleans en el curso de esta novela, y
hace eso por dinero, dinero que manda a casa.
GROSS: Bueno, ¿y
te identificas con su dilema?
CREWS: Siempre.
GROSS: ¿Pues
cuáles son algunas de las cosas que sientes que estás obligado a hacer y que en
realidad no deseas hacer?
(RISAS)
CREWS: Oh,
bueno, ahora ¿estamos en la radio, no?
(RISAS)
GROSS: ¿Está tan mal?
CREWS: No. Bueno no, no tan mal. Supongo que me tengo que ganar la
vida de maneras que no habría elegido pensando en la gente que cuenta conmigo
para conseguir algo de comida o un techo.
GROSS: ¿Sabes?,
los críticos siempre describen tus novelas como centradas en torno a personajes
que son extravagantes o anormales. ¿Estarías de acuerdo con eso?
CREWS: Bueno, sí. De acuerdo. Sí.
Ciertamente, estaría de acuerdo con eso. Por ejemplo, allí, en mis primeras
tres novelas, hay un enano en las tres, un tío diferente pero enano en cada una
de esas tres novelas. Son gente completamente diferente pero son enanos. Y hay
gente deforme de algún modo u otro y…
GROSS: ¿Sabes?,
he estado leyendo tu autobiografía sobre tu infancia hasta más o menos los seis
años. Se titula A Childhood.
CREWS: Sí.
GROSS: Y de ese
libro he sacado realmente la impresión de que durante parte de tu infancia de
verdad te sentiste como un freak. Tuviste polio a los cinco y tenías las
piernas torcidas.
CREWS: Bueno,
sí. Mis piernas se retorcieron hasta que los talones me tocaban el culo. Esto
es, las piernas se alzaron hasta el máximo de su capacidad. Y sí, sé lo que es
que la gente te mire y ver reflejada en su cara tus propias espantosas
circunstancias, es decir, tu monstruosidad. Y sí, seguro, me sentí como un
freak y escribí sobre ello, tal y como muy bien dices, en A Childhood. Pero, por supuesto, hubo más veces en las que me volví
a sentir como un freak. No allí, sino en otros lugares, en muchos otros
lugares. Por ejemplo, al dejar la granja y entrar en el Cuerpo de Marines, allí
tienes a un chico recién salido de una granja de arrendatarios del sur de
Georgia que, entre otras cosas, y por citar sólo una, no sabía lo que era una
pizza. Jamás había oído hablar de eso.
GROSS: ¿En serio?
CREWS: No sabía
lo que era el pepperoni. Así que me fui a Paris Island en el Cuerpo de Marines,
¿en un pelotón de chicos de dónde?, bueno, de Nueva Jersey y de Nueva York, por
supuesto. Y, bueno, todo lo que se refiere a mi forma de hablar, los giros de
mi forma de hablar, todo era incorrecto. Y me sentía muy raro, no quedaba otra.
Y de hecho, si me permites que profundice en esto sólo un minuto… es una de las
cosas que…, es una de las cosas que me hicieron tener ese larguísimo
aprendizaje cuando, de otro modo, no habría sido necesario, porque escribí
cuatro novelas y un montón de relatos antes de llegar a publicar algo. Y el
motivo de que no publicara ninguna de aquellas cosas fue que aquello no era
bueno. Y el motivo de que no fuera bueno es que estaba tratando de escribir
acerca de un mundo que no conocía.
GROSS: ¿A qué
mundo te refieres y con qué voces estabas tratando de escribir?
CREWS: Oh,
estaba tratando de escribir sobre gente que tenía una familia y que crecía en
la misma casa. Y sobre gente que, si era lo bastante desafortunada como para
tener anquilostomas o raquitismo, podía acudir a un médico. Y sobre gente que
sabía acerca de automóviles y no sobre mulas. Y así hasta aquella noche en que me
di cuenta, como en una especie de momento de gracia, ya muy tarde, cuando
estaba trabajando, por la razón que fuera, me di cuenta de que cualquiera que
fuera mi talento habría de buscarlo allí atrás, en el condado de Bacon, en
Georgia, con toda aquella enfermedad y, como digo, anquilostomas, raquitismo,
ignorancia, belleza, hermosura y todo lo demás, tal y como era. Pero era allí
donde estaba todo eso, y en ningún otro lugar.
GROSS: ¿Puedo
leerte la dedicatoria de tu novela y preguntarte sobre ella? Se la dedicas a
Rod y a Debbie Elrod…
CREWS: Mm-hmm.
GROSS: …que
pusieron todo su empeño en mantenerme sano y estuvieron casi a punto de conseguirlo
durante la batalla que fue escribir este libro.
CREWS: Mm-hmm.
GROSS: ¿Estabas
teniendo problemas graves cuando escribías el libro?
(RISAS)
GROSS: Quiero
decir, todos los escritores hablan de volverse locos mientras escriben sus
libros, pero ¿te pasó algo especialmente loco cuando escribiste este?
CREWS: Uh, um,
no más que en los otros libros que he escrito. Y no quiero insistir demasiado
en esto ni hacer que suene demasiado afectado. Y no creo haber sufrido más que cualquier
otro escritor. Creo que algunos escritores se las arreglan para vivir con ello…,
en mi caso es la tensión y la ansiedad y lo espeluznante que es ponerse a
escribir un libro. Creo que algunos escritores lo llevan mejor que yo. Yo nunca
lo he sabido llevar muy bien. Y mi conducta varía de forma, o lo hizo en el
pasado, cuando me pongo a escribir un libro; en estos últimos (no me importa
decirlo, de todas maneras todo el mundo en esta ciudad lo sabe y la mayoría de
la gente que me conoce en este país también) en los últimos doce años, he sido
un borracho de lo peor. Pero ha sido una curiosa forma de borrachera. Si no
estaba trabajando, no me emborrachaba. Y entonces vas y dices: ‘Espera un
segundo. Eso es una estupidez. No puedes escribir y beber’. Bueno, eso ya lo
sé. Pero puedo dejar de escribir, o asustarme mucho, pervertirme o liarme, y
emborracharme durante tres o cuatro días, o noches, o semanas, y luego dejar de
beber y volver a ponerme a escribir.
GROSS: Bueno,
¿sabes?, has aludido en uno de tus ensayos a que te consideras como alguien que
ha tenido que esforzarse para no dejarse llevar por sus peores impulsos.
CREWS: Sí, sí,
y eso nos hace volver a lo que estábamos diciendo antes. Me gusta andar en el
límite. U otra manera de decirlo es que cuando las cosas se vuelven demasiado
cómodas y seguras, me entra la sensación de que me estoy suavizando. Es como si
alguien me estuviese enterrando en plumas. Por lo que cuando todo se vuelve
demasiado seguro y firme tiendo a ponerme a derribar o a destrozar cosas, según
sea el caso. A medida que me voy haciendo viejo, me da la impresión de que lo
llevo mejor, para gran alivio de la gente que me rodea.
GROSS: Bueno,
te deseo lo mejor y quiero agradecerte mucho que hayas hablado conmigo.
CREWS: Bueno,
que Dios te bendiga. El placer ha sido mío, y espero que haya estado bien.
BIANCULLI: Esta ha sido Terry Gross hablando con el
escritor Harry Crews en 1988. Murió el miércoles a la edad de 76 años.
Transcripción cedida por NPR.
Copyright National Public Radio.
1 comentarios:
Gracias, gracias y gracias por esto.
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