No una opinión, sino un ramillete de voces (II)




(Segunda parte del prólogo a Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación, por Amador Fernández-Savater. Es un texto largo, lo puedes leer o imprimir en PDF aquí)

Escuchar y editar

La propuesta que le devolví a Nacho Escolar consistía en un espacio de entrevistas, con regularidad quincenal, que sostuve durante dos años y medio más o menos. Es decir, en lugar de opinar sobre todo y cualquier cosa, se trataba de buscar y dar la palabra a algunas voces (más o menos visibles o escondidas) que hacen un trabajo de pensamiento sobre problemas específicos. Ofrecer, no tanto una opinión más, como un ramillete de voces. Una investigación coral sobre nuestra realidad entre crisis y transformación.

«Fuera de Lugar» quería ser un espacio donde acompañar, catalizar y dar a conocer a otros el pensamiento de otros, como lo fue para mí la revista Archipiélago o lo es la editorial Acuarela. Un trabajo que me permite satisfacer mis inclinaciones naturales: curiosear, conversar, articular, investigar, compartir... Pero «dar la palabra» no es un ejercicio pasivo ni significa negársela uno mismo. Más bien todo lo contrario. François Zourabichvili ha escrito estas líneas sobre el papel del «comentador» en filosofía: «No hay posición subyacente y autónoma del comentador, sino causa común del autor comentado y del autor que comenta (…) Se trata de una manera de prestar la propia voz a las palabras del otro, lo que termina por confundirse con su reverso, es decir, hablar por cuenta propia tomando la voz del otro». Zourabichvili habla de una «zona de indiscernibilidad» entre comentador y comentado. Pienso que algo muy parecido puede darse también entre entrevistador y entrevistado. Tampoco hay una posición autónoma del entrevistador con respecto al entrevistado, sino que, a través del trabajo de escucha y edición, se arma una causa común y las voces entran en cierta confusión.

Me explico. Por un lado, la entrevista es una indagación en el pensamiento del otro. El arte de dar espacio, dejar espacio, dejar hablar, hacer decir. No se trata tanto de discutir, polemizar o «ir a pillar», como de meterse en el carril del otro y preguntar desde ahí. Los amigos del colectivo argentino Situaciones proponen la siguiente distinción entre crítica y objeción: la crítica es exterior, un distanciamiento afectivo que ya no permite pensar al interior de un proceso común. Polarizar entre dos posiciones puede ser estimulante en algunos casos, pero también volver muy rígida la conversación, inhibiendo las dudas y los claroscuros. La objeción por el contrario es interna, un momento necesario del pensamiento para seguir avanzando. La objeción empuja, pero no fuera de tu camino, sino hasta el final de tu propio camino. «Son entrevistas de amigo», me dijo alguien. Y es verdad. Me considero amigo del pensamiento de todos los entrevistados: me interesa y lo valoro, quiero llevarlo más lejos o a otros sitios, agotar sus posibilidades, impregnarme de él y darlo a conocer. Esa complicidad permite recorrer con el otro un camino de pensamiento.

Por otro lado, la entrevista es también un trabajo de edición. Las conversaciones son muchas veces un caos, por su propia naturaleza a la deriva y aleatoria. El trabajo de edición (re)construye un recorrido en ese caos. Clarifica, pone el acento en lo importante y devuelve un mensaje. Es un trabajo de orfebrería muy gozoso y delicado: uno tiene auténticas joyas a su disposición, pero hay que entresacarlas, pulirlas bien y darles una estructura. Parafraseando a Juan Gutiérrez, si la escucha es inspiración («cuéntame más, qué relación tiene esto con aquello»), la edición es expiración («de qué hemos hablado, en torno a qué preguntas o ideas ha girado la cosa»). Lo mejor que puede pasar con la edición es lo que ocurre a veces con un árbitro de fútbol: nadie nota su presencia, como si el juego fluyese solo. Y la mayor alegría es cuando —aunque exagere— un entrevistado te dice tras releerse: «Me has ayudado a entenderme a mí mismo» o algo por el estilo. Pero la teoría siempre es más fácil que la práctica. Muchas veces uno actúa como un mal árbitro: dirige o interviene en exceso, se hace notar demasiado, reduce el caos pero también la frescura del juego, etc.

Desafíos y límites

«Fuera de Lugar» era una apuesta por el pensamiento en un medio de comunicación. Es decir, no descuidaba la actualidad, sino que trataba de ayudar a pensarla por fuera de los posibles prescritos y la superficialidad mediática («donde nada lleva a nada y todo se evapora»). Dirigirse a cualquiera, no sólo a los lectores especializados de las revistas críticas, aprender a mezclar periodismo y pensamiento, tratando de aportar algunas imágenes que vienen por ejemplo del mundo de la filosofía para mirar de otra forma la actualidad, trabajar al ritmo de un periódico sin ceder por ello a la facilidad o la banalidad... Se aprende y se crece mucho saliendo de las propias zonas de confort y colocándose en espacios incómodos. Marco Schwartz y Lucía Álvarez me ayudaron también a ello desde la redacción de Público.

El desarrollo de la sección tuvo también sus limitaciones. En primer lugar, el espacio. Tan exiguo en papel y siempre en función de la llegada o no de la publicidad en el último momento. La publicación en papel se fue convirtiendo cada vez más en un pretexto para la publicación en el blog. No solo porque allí podía ofrecer las versiones íntegras de las entrevistas, sino también porque no hay color entre el rebote que se recibe en uno u otro medio. En el papel, en el mejor de los casos, algún comentario personal. En la Red, respuestas inmediatas de desconocidos, reenvíos en las redes sociales y réplicas en otros blogs. Son esferas públicas de discusión completamente diferentes: una distante y silenciosa, la otra mucho más horizontal y participada. Personalmente, me resultaba bien interesante poder seguir los efectos que generaban las entrevistas: cómo se leían, desde dónde, qué reacciones suscitaban. Rara vez contesté inmediatamente a los comentarios, pero muchos me dieron qué pensar y les respondí más tarde y en otro sitio. Y aunque las versiones íntegras de las entrevistas son largas para los estándares de la Red, apenas recuerdo quejas al respecto. Creo que el trabajo de edición es decisivo en este punto: permite la lectura sostenida de un texto más largo, denso o complejo.

En segundo lugar, la exigencia que me llegaba desde el periódico de «palabra experta». Todo lo crítica o radical que yo quisiese, pero autorizada. Los títulos académicos siguen siendo la acreditación de que se tiene algo que decir en este mundo, aunque hoy los saberes desborden tan ostensiblemente las instituciones tradicionales y haya tantísimo conocimiento complejo y de calidad funcionando en sus márgenes. Entrevisté a varios «expertos en experiencia», como les llama Antonio Lafuente en este libro: expertos en lo que les pasa. Maquillé levemente la presentación de algunas voces que desarrollan un trabajo de pensamiento repleto de claves para interpretar el presente pero sin muchos títulos detrás. Y por lo general busqué, entre los discursos con algún tipo de acreditación intelectual, los que están atentos a las corrientes de fondo que cambian las cosas, los que son capaces de aportar imágenes útiles para el hacer.

Por último, aunque la mayoría de las personas entrevistadas piensan muy entremezcladas en experiencias colectivas, no supe dar espacio y mostrar formas colectivas de elaboración de pensamiento: grupos, bandas, plataformas o colectivos de enunciación. (...) 

Tercera parte del prólogo
 



No una opinión, sino un ramillete de voces (I)



(Primera parte del prólogo a Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación, por Amador Fernández-Savater. Es un texto largo, lo puedes leer o imprimir en PDF aquí)


El octavo pasajero

En septiembre de 2007 apareció el primer ejemplar de Público, donde colaboré durante cinco años y se publicaron las conversaciones que recoge este libro. Público fue hijo de los primeros indicios de resquebrajamiento de la Cultura de la Transición (CT), ese orden simbólico que ha organizado el campo de lo posible en España desde hace más de treinta años: lo que se puede y lo que no se puede ver, pensar, hacer o recordar. El casillero previsible donde todo tiene su lugar (los políticos y la gente, lo normal y lo marginal, la izquierda y la derecha, los fachas y los catalanes, etc.) y en el fondo no pasa nada. La cultura consensual, desproblematizadora y despolitizadora que presenta la democracia-mercado como la única posibilidad de convivencia y organización de lo común.

Desde el «Nunca Máis» hasta las sentadas por una vivienda digna en 2006, desde el «No a la guerra» hasta el «Queremos la verdad» tras el atentado terrorista de marzo de 2004, nuevas politizaciones conmocionaron las formas establecidas de la política y abrieron una grieta liberadora en la CT que ahora el 15-M ha profundizado y hecho visible para todo el mundo. Fueron movilizaciones insólitas que cuestionaron inesperadamente la distribución de lugares y funciones de la CT: la política es cosa de los políticos, la palabra pública es asunto de expertos e intelectuales, el papel de la ciudadanía es votar y punto, etc. Y que desordenaron el orden de las clasificaciones, al no identificarse en ninguno de los lugares preestablecidos en el casillero para hacer política y abrir espacios de participación donde cualquiera podía implicarse.

Ese agrietamiento de la CT ensanchó lo posible y en ese ensanchamiento nació Público. El periódico se proponía cubrir un hueco a la izquierda del muy desgastado El País y dirigirse a las jóvenes generaciones que ya no leen periódicos.

El pensador y activista Franco Berardi (Bifo) habla de «generaciones posalfabéticas»: generaciones conectadas que han aprendido más palabras e historias de las pantallas que de la boca de sus madres, sin gran afinidad por la cultura crítica escrita, educadas más bien en y por las tecnologías de comunicación electrónicas, el cine de masas, las series y las redes sociales, la tele e Internet. Un público generalmente despreciado e ignorado por los medios de comunicación tradicionales. O, en todo caso, arrinconado en suplementos de tendencias que se dirigen a él como a un consumidor infantil y atontado. Esas mismas generaciones, afectadas en lo más hondo por el petróleo que se derramaba por las costas, por las políticas del miedo, la mentira y la guerra, o por la falta de vivienda digna, activaron en el cambio de siglo sus saberes y herramientas cotidianas en las nuevas politizaciones que empezaron a abrir brecha en la CT.

Público nació así con algunos desafíos y preguntas apasionantes: ¿cómo puede relacionarse un periódico con una subjetividad crítica no educada principalmente por la cultura escrita tradicional? ¿Cómo dialogar con los movimientos de la sociedad que están cambiando desde abajo el estado de las cosas? Preguntas y desafíos que surgen en el agrietamiento de la CT. Y que al mismo tiempo son su síntoma.

Un poco antes de la aparición de Público, yo había emprendido junto a un grupo de amigos un viaje fuera de los movimientos sociales que habitaba hasta entonces. Perseguía precisamente entender esas nuevas politizaciones enigmáticas. Veía en ellas una posibilidad de renovación de la vida política que quería pensar y compartir. La persecución no era una tarea fácil, porque me arrastraba a tierras extrañas y desconocidas. Imprevisibles, autoconvocadas y sin estructura de organización clásica detrás, esas nuevas politizaciones iban y venían, aparecían y desaparecían. No hablaban a través de lenguajes codificados ideológicamente, sino que acertaban a decir un malestar a la vez íntimo y compartido mediante algunos lugares comunes: «Vuestras guerras, nuestros muertos», «Todos íbamos en ese tren», «No vas a tener casa en la puta vida». Sus actores principales no eran profesionales de la política en ninguna de sus variantes (ni militantes de partidos políticos, ni activistas de movimientos sociales), sino gente cualquiera. Para sostener la persecución sin someter la novedad al conjunto de representaciones previas, debía dibujar nuevos mapas conceptuales con los que captar y leer otras señales de la realidad. Moverme de los lugares que conocía e iniciar una especie de travesía del desierto, sin interlocutores muy claros y en una cierta soledad. Despolitizarme para repolitizarme.

Y así, mi camino se cruzó con el de Público. Al dirigirse a la sensibilidad que se hacía visible en las nuevas politizaciones, el periódico se convertía en un lugar interesante desde el que interrogarla y por eso acepté la invitación de Nacho Escolar a colaborar. Ciertamente, Público identificaba esa sensibilidad con la izquierda y proponía contenidos en esa línea. Es la ilusión Zapatero, tras la victoria de 2004: la posibilidad de un cambio interno al sistema de partidos y a la Cultura de la Transición. Mi percepción era muy diferente. Me parecía que lo que se había puesto en movimiento en la calle y en las redes expresaba más bien una «crisis de representación» general (política, cultural, mediática, etc.). Es decir, no solo una crítica de estos o aquellos «contenidos» en nombre de otros, sino el cuestionamiento de una arquitectura de la realidad vertical, centralizada, autoritaria, unidireccional, opaca y de acceso muy restringido. Y la proliferación, a veces callada e invisible, a veces callejera y multitudinaria, de experiencias sin modelo que trataban de pensar con cabeza propia a partir de sus propios problemas. En definitiva, una rebelión de los públicos contra su condición espectadora y consumidora de la realidad. Y la reapertura de la pregunta política por excelencia: ¿cómo queremos vivir juntos?

Aunque la lectura de la situación fuese muy diferente, desde Público podía probar a enviar señales y emitir en mi frecuencia, en la confianza de que otros iban a sintonizar con ella. Una frecuencia de perfil ideológico muy bajo que desplazase la polarización izquierda/derecha y acompañase con el pensamiento las preguntas abiertas por las nuevas politizaciones. Por eso, trabajando en Público siempre me imaginé como un contrabandista o un radioaficionado, una especie de alien en todo caso que pone sus huevos en cuerpo ajeno.

Pensar y opinar

Empecé escribiendo irregularmente artículos para las páginas de Opinión, pero a finales de 2008 Nacho Escolar me invitó a colaborar más asiduamente en el periódico, con una columna o sección fija. ¡El huésped le pedía al alien que pusiera más huevos! La invitación reactivó las preguntas que me hacía desde el comienzo: ¿es posible pensar en un periódico? ¿Cómo resistir a la figura del opinador? ¿Qué otras figuras y formatos de pensamiento se pueden ensayar?

A lo largo de los años, primero en los movimientos sociales y después persiguiendo las nuevas politizaciones, he ido haciendo una experiencia de pensamiento como algo fundamentalmente práctico (que sirve al hacer sin ser utilitario), situado (que habla desde un lugar o experiencia concreta), colectivo (que se teje junto a otros en torno a problemas comunes), desafiante (que pretende no dejar al mundo ni a uno mismo igual que estaba) e implicado (que parte de preguntas que uno se hace sobre su propia vida). Es el pensamiento al que he aprendido a aspirar y que he rozado en ocasiones.

Pero la opinión que se sirve a diario en los medios de comunicación me parece todo lo contrario: dice lo que hay que pensar, sin preocuparse demasiado por inspirar o interrogar otros haceres posibles; nunca se distingue muy bien desde dónde habla quien habla, desde qué práctica o construcción de mundo; es autosuficiente y no se entreteje con ningún nosotros; es cómoda y da seguridad a quien la emite; y no arranca desde preguntas, sino de posiciones que las más de las veces busca simplemente confirmar.

La opinión es una especie de producto degradado de las nociones de «denuncia» y «compromiso» que han marcado el pensamiento crítico durante el siglo XX. Según explica Marina Garcés, ambas nociones (o, al menos, sus versiones estándar) conciernen más a una conciencia frente al mundo que a un cuerpo que está en y con el mundo. La «conciencia crítica» es así como una especie de voz en off. No sabes de dónde sale, pero lo sabe todo y lo ve todo. No está involucrada en los contextos y las situaciones, sino que las sobrevuela. No expone a quien la enuncia, sino que habla siempre desde la distancia. Juzga más que acompaña.

La opinión es la versión más pobre de esta voz en off. Es una «palabra fácil» que tiene todas las respuestas de antemano, elude todo trabajo de pensamiento y se limita a aplicar un juicio express a cualquier cosa. No desafía nada, sino que cumple su papel en el juego dirigido de preguntas y respuestas. Previsible, repetitiva y automática, siempre acusa de todos los males a otro y de ese modo se absuelve a sí misma.

Pensar es otra cosa. No opinar sobre lo que la agenda político-mediática nos pone ante los ojos a cada momento, no enjuiciar, cargarse de razón o «dar caña», sino «aprender de nuevo a ver y a dirigir la atención», como decía Albert Camus. Interrumpir el tráfico de estereotipos que nos deja como estábamos, confirmados en lo que ya creíamos. Aprender a plantearnos nuestras propias preguntas: no temas que desfilan ante nosotros, sino preguntas que nos atraviesan forzándonos a pensar. Elaborar y dar sentido propio a lo que nos pasa. Un desafío en primer lugar para nosotros mismos, en tanto que máquinas de repetición y autojustificación infinitas, educadas solo para ver lo que queremos ver.

¿Se puede pensar en un periódico?

La aparición de Público en la esfera pública ensanchó la realidad de lo visible y decible, cuestionando algunos tabúes «atados y bien atados» de la CT como el papel de la monarquía, ofreciendo miradas críticas sobre la situación de la vivienda o la precariedad laboral, el modelo hegemónico de propiedad intelectual, el «todo vale» de la lucha antiterrorista o la desinformación sistemática sobre los gobiernos progresistas en América Latina (Bolivia, Venezuela, etc.). No es poco. Siempre encontraba uno entre sus páginas algo imprevisto y que daba qué pensar, empezando por la columna diaria de un electrón libre como Rafael Reig.

Al mismo tiempo, el periódico recogía y daba valor a otros modos de entender la acción política, la creación cultural o la relación con las nuevas tecnologías. La experiencia vital de las personas que hacían el periódico a diario —mucha gente joven educada en una relación confiada y no temerosa con la Red, que conoce de primera mano la precariedad a todos los niveles y comparte la típica sensación de asfixia en el marco cerrado de la CT— se filtraba muchas veces para bien entre sus páginas. Pequeños detalles aquí y allá daban forma a un periódico menos «viejuno» que el resto del mainstream (aunque se rozase también muchas veces la banalidad típica de la cultura de mercado).

Sin embargo, a pesar de esas aperturas, muy pronto fue evidente que Público quería jugar en el marco de la CT:

-en primer lugar, asumió la polarización izquierda/derecha como seña de identidad principal. Estar con unos o con otros, blancas o negras, seleccionar de la realidad lo que nos confirma o daña al contrario, desechar lo que nos contradice para «no hacer el caldo gordo a tal», «ni dar razones a cual», nada de eso nos deja pensar con autonomía, porque hay posiciones previas a las que nos tenemos que adscribir bajo pena de excomunión, porque nuestro marco de interpretación presupone ya lo que son las cosas en lugar de acercarse a escucharlas.

-en segundo lugar, apenas experimentó con nuevos lenguajes capaces de transcribir la complejidad de lo social. De hecho, tras el cierre de la edición en papel de Público y el despido de la mayoría de la plantilla, los ex-trabajadores han puesto en marcha otras publicaciones: La Marea o eldiario.es (información y opinión), Mongolia (humor), Materia (Ciencia) o Líbero (deporte), más interesantes, arriesgadas y creativas que el propio Público. Lo que habla claramente de que en el periódico existía un potencial de invención contenido y neutralizado por los formatos y lenguajes estandarizados del «buen periodismo».

-en tercer lugar, no inventó ni supo abrir espacios para la «autogestión de la palabra» donde la inteligencia conectada de los lectores pudiera expresarse y organizarse sin filtros. Es el miedo típico de la cultura consensual al desborde de la palabra que se da en la Red. La participación quedaba reducida a su nivel más simple: el comentario a la noticia, la carta al director, etc. La web de Público siempre fue un espacio sorprendentemente convencional para un periódico impulsado por personas que venían del mundo de Internet (empezando por su primer director). Poco a poco, fue haciéndose más autónoma y menos subordinada al papel, llegando a convertirse en un espacio de referencia para miles de lectores, pero sin alterar en ningún momento su arquitectura convencional. A día de hoy, es lo único que sobrevive al expolio final que acometieron los propietarios del periódico.

Ninguna de estas observaciones críticas es nueva. Las fui exponiendo en diversas ocasiones. Más sutilmente en mi segunda colaboración en el periódico («Mayo del 68, futuro anterior», 14-10-2007) y más directamente en el especial del primer aniversario («Poder al público», 26-9-2008). O ya en el blog, con ocasión de la marcha de Rafael Reig («A propósito de la salida de Rafael Reig», 9-11-2009). Huevos de alien que no prendieron ni contaminaron al huésped. Si las cito ahora es para dar algunos elementos que contextualizan el nacimiento de «Fuera de Lugar» y también porque, más allá de Público, son tres líneas abiertas de discusión con la izquierda en general. (...)


La tragicomedia del culturismo: Cuerpo en el blog de Juan Bonilla

 (reseña de Cuerpo, de Harry Crews, en el blog de Juan Bonilla en El Mundo)

También leemos novelas para aprender cosas, porque hay otros mundos pero están en éste, y no hay tiempo de habitarlos todos (¿quién quiere habitarlos todos?: ni Pessoa se creía aquello que aullaba su Alvaro de Campos: serlo todo de todas las maneras) y una novela es un ticket barato para ciertos mundos que no merecen visitas prolongadas, más efectivo que un reportaje si se hace bien. Y Harry Crews lo hacía muy bien. Murió hace unas semanas, y las notas necrológicas formulaban una biografía dura y apasionante que no vamos a glosar aquí, nos bastará con copiar un fragmento del prólogo que el poeta Jesús Llorente le puso a la edición española de Cuerpo (Acuarela & Antonio Machado Libros, 2011, traducción de Javier Lucini). Lo copiamos porque, además de que el prólogo es muy bueno, este fragmento es por sí mismo un poema que podría titularse Harry Crews: (Sigue leyendo)

El vertedero social de la clase obrera británica: Chavs

(reseña de Chavs, de Owen Jones, en Diagonal)
por Carles Masdeu

El periodista Owen Jones analiza en su obra ‘Chavs. La demonización de la clase obrera’ el aparato ideológico que ha defenestrado a la clase trabajadora en Reino Unido a costa del mito del mérito individual.

Ya en 1845, en su obra La ideología alemana, Friedrich Engels y Karl Marx acuñaron el término lumpenproletariado para referirse a la masa informe, inclasificable y susceptible de manipulación por parte de la burguesía. En efecto: el debate sobre la llamada subclase que plantea Owen Jones en su libro Chavs. La demonización de la clase obrera no es un debate nuevo. Pero el hecho es que este debate histórico, que en Inglaterra fue fervoroso tras los efectos de la Revolución Industrial, ha vuelto a despertar interés en estudios recientes. Véase por ejemplo el estudio de Mark Pittenger Class Unknow, que analiza, entre otros aspectos, cómo se construyó en EE UU el concepto de “pobre” en relación con el de “clase peligrosa” durante el siglo XX. Por su parte, Jones ha innovado en la forma, en el prisma y en el análisis de la sociedad británica con un sobresaliente reportaje (Sigue leyendo)
Entrevista con Owen Jones en Diagonal
También en la editorial Capitán Swing: La formación de la clase obrera en Inglaterra, de E.P. Thompson.

EL DIARIO DE H.D. THOREAU en CAPITÁN SWING

Amanecemos hoy con esta maravillosa noticia. Los amigos de Capitán Swing, que no paran de acertar con sus títulos, van a comenzar a publicar los Diarios de Henry D. Thoreau. Con presentación de John R. Stilgoe y Damion Searls, y traducción de Ernesto Estrella. ¡Estamos de enhorabuena!

"Thoreau comenzó a llevar un diario a los veinte años, y terminó rellenando catorce cuadernos y una recopilación que tituló «Fragmentos, o lo que el tiempo no ha cosechado de mis diarios». Años más tarde, el escritor, editor y traductor Damion Searls seleccionó pasajes de este vasto mar de palabras para crear la edición en un solo volumen más amplia y coherente que se ha publicado nunca. Los ritmos y revelaciones de los largos paseos de Thoreau en El Diario inspiraron la fluidez y el resplandor de su prosa poética. En la obra se aprecia en toda su plenitud la constante contemplación del autor de los ciclos, pautas y conexiones de la naturaleza, su sostenida fascinación por la luna, los pájaros, las bayas y, claro está, por la naturaleza humana".

"Observador filosófico y arrebatadamente lírico, Thoreau analiza sus estados de ánimo, retrata a amigos y vecinos, condena la esclavitud y la destrucción del mundo vivo y se deleita en la belleza. Una edición soberbia y excepcionalmente accesible de una obra maestra esencial de la literatura estadounidense, y una de las mejores opciones para el lector interesado en El Diario completo de Thoreau, unas diez veces más extenso".

Una buena oportunidad para revisitar nuestra biografía esencial, de Antonio Casado Da Rocha, que pronto reeditaremos.

Y mientras tanto LA JOVENCITA vomitaba su segunda edición.


Todas las entradas en Acuarela sobre Teoría de la Jovencita y Tiqqun

Imaginario grotesco: El Cantante de Gospel en El País

(Reseña de José Luis de Juan en Babelia-El País sobre El Cantante de Gospel, de Harry Crews)
  • En 'El cantante de Gospel' brilla la mejor prosa de boxeador de Harry Crews: ágil, veloz, hostil
Harry Crews en Florida en 1998. / Associated Press
 La reciente muerte en Florida de Harry Crews (1935-2012) ha puesto de relieve su obra, poco conocida en España. Autor de 16 novelas, Crews fue un outsider que dio vida a la América profunda y ahondó como nadie en su verdadero ser, dejando un imaginario grotesco, lleno de autenticidad y fuerza poética. Era una poesía freak, de lo monstruoso y lo marginal. Quizá por eso sus novelas tuvieron una resonancia menor de la que merecía su talento. No todos supieron ver una original concepción del mundo a través de sus personajes sonados, primitivos o incompletos. Le gustaban los defectos y las cicatrices. “Una cicatriz muestra que el dolor ha pasado, que la herida está curada” (Scar Lover).  Crews, que vivió su infancia en una casa sin electricidad, perdida “al final de un camino de tierra”, escribió para huir (Sigue leyendo)



 



Novedad en Acuarela: Fuera de lugar de Amador Fernández-Savater


Portada de Fuera de Lugar
El suelo se abre bajo nuestros pies. Lo que creíamos sólido y garantizado se desintegra. Lo llamamos crisis, pero la palabra no alcanza. Es un cambio en la totalidad de las reglas de juego.
Solemos pensar las crisis como procesos fundamentalmente negativos, que padecemos como víctimas y de los que hay que salir cuanto antes para regresar a la normalidad. Pero las crisis, las catástrofes, las rupturas, los colapsos de sentido o como queramos llamar a los momentos de derrumbe, son también las condiciones de posibilidad para una renovación subjetiva, existencial, vital, sea en contextos macro o micro.
Hoy casi podríamos afirmar que la realidad en crisis nos fuerza a pensar-crear. Por todas partes se abren preguntas inéditas, preguntas que nos ponen en movimiento. Una constelación de experiencias ensaya otros modos de producir, decidir y convivir, reinventando la política como participación común en los asuntos comunes.
Pero las palabras que tenemos para decirnos y nombrarnos nos fallan. Los mapas que hemos heredado no orientan ya nuestra lectura del mundo. Las imágenes disponibles no significan lo que (nos) pasa.
Sin partido, organización ni dogma, hoy pensamos la vida entre amigos. Y amigo es todo aquel con el que se puede pensar la vida. Quizá no exista un gran relato, pero hay mil voces. Y no son voces privadas, sino que entretejen una conversación incesante en las calles y las redes, poniendo en circulación reflexiones, imágenes, nociones, historias.
Este libro ofrece un ramillete de voces para pensar en compañía el mundo que habitamos. Entre crisis y transformación.

Conversaciones con: Franco Berardi (Bifo), Peter Pál Pelbart, Etienne Balibar, Thomas Frank, Franco Ingrassia, Ramón Fernández Durán, Jesús Palacios, Guillem Martínez, Emmánuel Lizcano, Frederic Neyrat, Guillermo Rendueles, María Naredo, Santiago López Petit, Concha Fernández Martorell, Cristina Sánchez Carretero, Antonio Lafuente, Amparo Lasén, Michel Bauwens, Margarita Padilla, Luis Navarro, Georges Didi-Huberman, Jacques Rancière, Leónidas Martín Saura, Reinaldo Laddaga, Wu Ming 4, Jo Berry y Pat Magee, Juan Gutiérrez, Ali Abu Awwad, Aaron Barnea, Terry Rockefeller. 
Sobre el autor: Amador Fernández-Savater es investigador independiente, coeditor de Acuarela Libros y corresponsable del blog “Interferencias” en eldiario.es.
«¿Se puede pensar en un periódico? Esta es la pregunta que me hice cuando Nacho Escolar me invitó a colaborar en el nuevo diario Público en 2007. El periódico me parecía un buen lugar desde el que dialogar con la ola de fondo que se expresaba en movilizaciones como el “No a la guerra”, la reacción social tras el atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 o las sentadas por una vivienda digna más conocidas como V de Vivienda. Una ola de fondo que hablaba de una nueva forma de entender la política, ciudadana y no partidista, que el 15-M ha hecho ahora visible para todo el mundo. Pero me incomodaba el papel que se me ofrecía, esa posición de dominio sobre la realidad con respuesta para todo que es la del opinador. Yo no quería “opinar”, sino abrir preguntas y compartirlas con otros. Pensé que podía intentar hacerlo a través de una sección de entrevistas a la que llamé “Fuera de Lugar”. En vez de juzgar sobre todo y cualquier cosa, se trataba de buscar y dar la palabra a algunas voces (más o menos visibles, más o menos escondidas) que hacen un trabajo específico de pensamiento. Ofrecer, no tanto una opinión más, como un ramillete o una constelación de voces. Una investigación coral sobre nuestra realidad entre crisis y transformación. Las entrevistas se publican ahora en este libro revisadas, ampliadas y entrelazadas.»
Material de/sobre el libro: 

"No una opinión, sino un ramillete de voces", el prólogo de Amador Fernández-Savater a Fuera de Lugar, puedes leerlo aquí en tres partes:
Primera parte
Tercera parte

Fuera de Lugar en imágenes, vídeo-book del libro.

Fuera de Lugar (capítulo 1): Catástrofes 
Fuera de Lugar (capítulo 2): Hechizos 
Fuera de Lugar (capítulo 3): Desbordes 
Fuera de Lugar (capítulo 4): Ficciones 
Fuera de Lugar (capítulo 5): Engarces

-"Hacer políticamente entrevistas políticas", Pablo Laparra sobre Fuera de Lugar
-"No nos dejemos arrebatar las preguntas que la crisis nos impone", Amador Fernández-Savater El Cultural.es
-"Ramillete de voces", reseña de Iñaqui Urdanibia en Gara  
-Entrevista con últimoCero en Valladolid sobre Fuera de Lugar y el 15-M 
-"Opinar o pensar: un mundo en cuestión" (reseña de Javier Bassas)
-"¿Hay vida después de la muerte?" (reseña de Fidel Moreno)  
-"¿En qué están pensando?" (reseña de José Andrés Rojo, El País

-"Pensar después de las luchas": posdata de Santiago López Petit
-"15-M, ¿política o economía?": posdata de Margarita Padilla 
-"La verdadera catástrofe": posdata de Jesús Palacios 
-"La génesis y la catástrofe": posdata de Peter Pál Pelbart
-"La tecnología nos hace hacer y nosotros la hacemos hacer", un apunte de Amparo Lasén


Bebe y deja beber: vuelve el Capitán Torrezno

(reseña de la nueva entrega de las aventuras del Capitán Torrezno, de Santiago Valenzuela, en Diagonal; por cortesía de Santiago, subimos al blog algunas de sus impresionantes viñetas)

‘La estrella de la mañana’ es la octava entrega del cómic 'Las aventuras del capitán Torrezno' y consolida el estilo de Santiago Valenzuela.


Tomás G. Cobos e Iván Martín. 21/02/13

Imagina un micromundo fantástico sumido en el caos y el temor a un invasor oriental donde políticos, eclesiásticos y generales se pelean por explotar los objetos de culto religioso –el gigantesco DNI de un mindundi llamado José Hilario Viñeiredo y un descomunal billete de cien pesetas con la estampa de Falla– mientras la superstición y el milenarismo atenazan a un pueblo hambriento e ignorante de las maniobras que se gastan los de arriba.
En este mundo de tribus guerreras, ciudades míticas y vestuario grecorromano-medieval aterriza con tremenda resaca el Capitán Torrezno, un borrachín de barrio obrero de Madrid procedente del “mundo real” (o superior) que no tarda en convertirse en héroe, medio por chiripa medio por un sentido común de barra de tugurio, y demuestra que hasta el más incapaz tiene tantas –o tan pocas– dotes de mando como políticos, militares, estrategas y pontífices.

Sobre esta trama central y con el placer de narrar como única premisa, Santiago Valenzuela –Premio Nacional de Cómic en 2011 por Plaza Elíptica, la anterior entrega de la saga– despliega un fascinante microcosmos gulliveriano a medio camino entre la parodia y el homenaje. En este sentido, el Torrezno sería a El Señor de los Anillos lo que El Baile de los Vampiros al cine de terror.

El guión es complejo, la historia –como el dibujo– se estratifica (Sigue leyendo)



La mirada digna y compasiva de Harry Crews: reseña en El Cultural

 (reseña de El Cantante de Gospel en El Cultural)


Harry Crews (Bacon County, 1935- Florida, 2012) fue un duro sin pose: nació en un triste rincón de Georgia, perdió a su padre a los pocos meses de nacer, tuvo una infancia enfermiza y una adolescencia no exenta de escarceos sexuales resueltos sobre un charco de culpa; luego fue marine en Corea, practicó karate, se tatuó una calavera con un verso de E.E. Cummings, perdió un hijo, trabajó como profesor y escribió una veintena de libros. Es un escritor de culto querido por miles de lectores pero poco citado en manuales, inencontrable en la tienda Kindle de Amazon (excelente metonimia del Mercado Que Nos Viene) y, hasta hace poco, inédito en castellano. Al fin, Acuarela & A. Machado publicaron primero la muy burra Cuerpo y ahora El cantante de gospel, que supuso el debut de Crews en 1968 y es una magnífica novela de poso impregnante.

El paisaje es el Sur, esa desolación. En un pueblo llamado Enigma, tomado por resollantes cerdos y sus ignorantes criadores, confluyen las siguientes circunstancias: 1. La guapa oficial, MaryBell Carter, ha sido supuestamente violada y asesinada por un negro, siendo lo segundo especialmente grave a ojos de sus vecinos, puesto que “después de que un negro la violara, seguro que cualquiera se la podía haber tirado”; 2. Vuelve a casa de visita el Cantante de Gospel, hijo a la fuga de Enigma, hombre de voz tocada por Dios que recorre el país convirtiendo al incrédulo en ferviente hombre de fe y a cualquier virgen en casquivana; 3. También llega a la población un circo de freaks dirigido por un enano de pie colosal que sigue al Cantante de Gospel dondequiera que vaya, por negocio y por destino.


Es difícil comentar El cantante de gospel sin aludir al prólogo de Kiko Amat, que da en todas las dianas que Crews y la novela ofrecen al lector. Amat se muestra dicharachero y espídico, pero sobre todo... (Sigue leyendo)

Bifo: “La derrota de la anti-Europa comienza en Italia”


Entrevista de Amador Fernández-Savater a uno de los autores de la casa sobre las recientes elecciones en Italia. 
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Franco Berardi (Bifo) es filósofo, escritor y teórico de los medios de comunicación. Implicado en los movimientos autónomos italianos en los años setenta, preconizó en los ochenta la explosión de la Red como vasto fenómeno social y cultural, y fundó en 2005 la primera “televisión de calle” en Italia contra el monopolio comunicativo de Berlusconi. En castellano ha publicado La fábrica de la infelicidad (Traficantes de Sueños, 2004), Telestreet: máquina imaginativa no homologada (El Viejo Topo, 2004) y El sabio, el mercader y el guerrero (Acuarela Libros, 2006).

¿Cuál es el contexto en el que se han desarrollado las elecciones italianas?
La desintegración política de la Unión Europea. Europa nació como un proyecto de paz y de solidaridad social, recogiendo el legado de la cultura socialista e internacionalista que se opuso al fascismo. En los años 90, los grandes centros de poder del capital financiero decidieron destruir el modelo europeo y la firma del Tratado de Maastricht desató el asalto neoliberal. En los últimos tres años, la anti-Europa del BCE y el Deutsche Bank aprovechó la oportunidad de la crisis financiera de 2008 en EEUU para transformar la diversidad cultural del continente europeo (la cultura protestante, gótica y comunitaria, la cultura católica, barroca e individualista, la ortodoxia espiritualista e iconoclasta) en un factor de desintegración política de la Unión Europea; y sobre todo para plegar la resistencia del trabajo a la sumisión definitiva bajo la globalización capitalista. La reducción drástica de los salarios, la eliminación del límite de ocho horas de trabajo diario, la precariedad laboral juvenil, el aplazamiento de la jubilación para los ancianos y la privatización de los servicios. La población europea tiene que pagar la deuda acumulada por el sistema financiero, porque la deuda funciona como un arma apuntando a la espalda de los trabajadores.

Estamos en un punto de inflexión histórico.
Pueden suceder dos cosas: o bien el movimiento del trabajo puede parar esta ofensiva y poner en marcha un proceso de reconstrucción social de la Unión Europea, o bien la próxima década verá en muchos lugares de Europa estallar la guerra civil, el fascismo crecerá en todas partes y el trabajo se someterá a condiciones de explotación del siglo XIX.

¿Cómo se ha pronunciado el electorado italiano sobre esa alternativa?
El 75% del electorado italiano ha dicho NO al proyecto europeo de Merkel-Draghi-Monti: un 25% se abstuvo; un 25% ha votado a favor de la opción del Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo; y el otro 25% ha votado por el partido de la mafia y el fascismo, por el estafador más brillante de la historia, Berlusconi, enemigo jurado de Angela Merkel porque la mafia no puede aceptar el dominio económico de Berlín. Las elecciones italianas son una respuesta que puede evolucionar en un sentido positivo o catastrófico. Depende de los progresistas, de los intelectuales y de los movimientos sociales autónomos del continente, depende de nosotros.

¿Cómo analizas el fenómeno Grillo?
El movimiento de Beppe Grillo es la novedad en estas elecciones. Recoge principalmente votos de los movimientos de izquierda, pero también ha recabado votos por la derecha. Beppe Grillo ha dicho en repetidas ocasiones que su movimiento robaría votos a la derecha y lo ha conseguido. No creo que el Movimiento 5 Estrellas vaya a ser capaz de gobernar Italia, ese no es el punto. La función importante y positiva que el Movimiento puede tener es hacer ingobernable el país para el partido antieuropeo de Draghi-Merkel-Monti. El electorado italiano ha dicho: no pagaremos la deuda. Insolvencia. La gobernabilidad financiera de Europa ha terminado, aunque Berlusconi y Bersani se pongan de acuerdo para sobrevivir y seguir empobreciendo el país transfiriendo recursos y riqueza al sistema financiero. Ese acuerdo no tiene futuro, no durará. Pero entonces puede empezar lo peor.

¿En qué piensas?
La clase financiera intentará estrangular Italia como ha hecho con Grecia. La crisis política será convulsa y violenta. El resultado puede ser aterrador. La mafia y el fascismo han demostrado controlar el treinta por ciento del electorado italiano y la izquierda ya no existe. La idea de una secesión del norte reaparecerá incluso si la Liga Norte se derrumbó.

¿Ves alternativa?
Sí, también puede comenzar un proceso de liberación de Europa de la violencia del capital financiero, la reconstrucción de Europa sobre una base social. Por fuera de los esquemas políticos del siglo XX, podría propagarse por todas partes un movimiento no convencional de insolvencia organizadada y autonomía productiva. Un movimiento de ocupación podría transformar las universidades en lugares de investigación práctica para encontrar soluciones post-capitalistas. Las fábricas, que el capital financiero quiere destruir, podrían ser ocupadas y autogestionadas, como se hizo en la Argentina después de 2001. Las plazas podrían ser ocupadas para hacer de ellas lugares de debate permanente.

Ese movimiento de la sociedad que propones, ¿tendría algún algún programa?
El programa lo ha enunciado Beppe Grillo, un programa que, a pesar de lo que dicen los mentirosos profesionales de La Repubblica, es muy razonable:

-Salario de ciudadanía.
-Reducción de la jornada laboral a 30 horas.
-Restitución a la escuela de los ocho billones de dólares que el gobierno de Berlusconi ha sustraído del sistema educativo.
-Buenas condiciones de trabajo para todos los trabajadores precarios de la educación, la salud y el transporte.
-Nacionalización de los bancos que han favorecido la especulación a costa de la comunidad.
-Abolición inmediata del pacto fiscal.

Hay quien dice que el partido de Grillo administra la ausencia de movimientos en Italia y la reproduce.
No lo comparto. ¿Todo el mundo debe quedarse quieto cuando la sociedad es incapaz de moverse? No hay que lamentarse porque otro haga política en nuestro lugar, sino hacer política y crear movimiento. El partido de Grillo ha impedido el gobierno de la dictadura financiera. Ahora es el turno del movimiento de la sociedad. ¿Tendrá la sociedad la energía y la inteligencia necesarias para autogestionar la vida social con un movimiento de ocupación generalizada? Si no tenemos esa energía, nos merecemos el desastre que vendrá.

Esta entrevista en inglés
Wu Ming: "Grillo crece sobre los escombros de los movimientos"


Wu Ming: “Grillo crece sobre los escombros de los movimientos”



Esta entrevista de Roberto Ciccarelli fue publicada el 1 de marzo de 2013 a toda página en el periódico “Il Manifesto” y en Giap, el blog de Wu Ming Foundation. La presente traducción al castellano ha sido realizada por @chiara_bf y @FakePolitik.



La de Grillo es una estrategia de distracción. Sirve para desplazar la “indignación”, tan celebrada en las acampadas españolas o en los occupy americanos, lejos de las plazas italianas. Cuanto más feroz se vuelve la crisis, más se hacen confluir las descargas de resentimiento en un formato cómodo, el del blog del Jefe de los Cinco Estrellas que agita el justicialismo jacobino contra la “casta” y sus diferentes máscaras. Para Wu Ming, el colectivo de cinco escritores autores de Q, (como Luther Blissett), 54 y Altai, el Movimento 5 Stelle ha apresado las energías potenciales de una rebelión contra la austeridad en una jaula discursiva que parodia el conflicto político, administrándolas desde “una organización sectario-empresarial” (la Casaleggio&Associati) y con la guía simbólica de Beppe Grillo. Para ellos el radicalismo de las cinco estrellas “administra la falta de movimientos radicales en Italia”. La tesis expuesta con determinación en un artículo en la web de Internazionale ha sido ampliada en Giap, el influyente blog de los Wu Ming, interrumpiendo el silencio estupefacto de los movimientos que han atravesado la última década, desde Génova a las campañas sobre los bienes comunes.

Vosotros decís que Grillo no es un pirómano sino un bombero, porque lleva a cabo la sistemática ocupación del espacio discursivo de los movimientos: la No Tav[1], el agua como bien común [2], la escuela y la universidad, la renta básica de ciudadanía. Y lo recoloca en un marco que definís de “derechas”. ¿Podéis explicar lo que significa?

El árido Sur de Harry Crews: reseña de El Cantante de Gospel en Paraiso4

Mandamos un fuerte abrazo a  Francisco Miguel Espinosa, que ha escrito una reseña elogiosa de El Cantante de Gospel en la web literaria Paraiso4.com y aquí es donde nos toca la fibra nos agradece la labor de descubrir a Harry Crews al público español. Está siendo un placer, sobre todo al ver la acogida que está teniendo. Aquí tenéis la reseña.


Acuarela Libros, junto con Antonio Machado Libros, nos trae la primera novela del incomparable Harry Crews. El cantante de Gospel, publicado originalmente en 1968, supone el debut de uno de los autores malditos del gótico sureño que más patadas en la boca ha dado. Aunque las ventas no siempre le acompañasen.

En esta irrepetible novela, el pueblo de Enigma recibe en una visita agridulce a su mayor tesoro, a su hijo prodigio: el Cantante de Gospel. Un muchacho de rizos dorados, belleza excepcional y una voz para cantar la palabra de Dios como nunca se ha escuchado antes. El Cantante de Gospel regresa a Enigma en el marco del asesinato de su antigua novia, MaryBell, a manos de un negro y de la visita del circo del misterioso Pie: un enano con un pie gigante.

El espectáculo de freaks está servido.

El autor nos presenta a toda una serie de personajes estrambóticos (Sigue leyendo)

Descarnada realidad y poesía sincera: así ven a Crews en El Destilador Cultural

 (Reseña de El Cantante de Gospel en El Destilador Cultural)

 
Perteneciente a esa rara estirpe de escritores donde la descarnada realidad y la poesía más sincera van íntimamente unidas de la mano, Harry Crews vuelve ser traducido al castellano en un rescate de esos que hacen a uno preguntarse cómo pudo tardarse tanto tiempo en llevarse a cabo. Como un primo lejano de la familia Fante -John y Dan -, Edward Bunker y, el más reciente, Donald Ray Pollock, Crews surge como uno de los retratistas más humanos y viscerales que se puedan degustar entre las lindes literarias del siglo XX. Para muestra de este don, nada mejor que El Cantante de Gospel. Escrita en 1968, estamos hablando de un debut que explota en ríos de tinta humeante ... (Sigue leyendo)



Risa

Cuando la JOVENCITA suelta sus risitas, también trabaja