Acuarela da la chapa con los yippies

Como bien sabéis (y si no, pues aquí os lo contamos) hoy viernes empieza la Feria del Libro de 2013 en Madrid y como ha ocurrido en los últimos años, durante el fin de semana nos podréis encontrar en las casetas de Antonio Machado Libros (300-301-302).
Este año vamos con un aliciente muy especial, y es la publicación de Yippie! Una pasada de revolución (de Abbie Hoffman), que anunciamos ayer. Ya os iremos contando más cosas para que comprendáis el encanto del libro (aprovechamos para dar las gracias a Mario Ortega, que se ha encargado de la cubierta y del mapa desplegable que hemos metido en el libro) y la potencia de los yippies, pero por ahora tan solo queríamos animaros a que os paséis por la Feria a ver el libro y las espectaculares chapas e imanes con motivos de los yippies que nos ha diseñado nuestro buen amigo Carlos Ruano (¡¡¡GRACIAS!!!) y nos hemos currado una a una con estas manitas. ¿Cómo conseguir una chapa/imán yippie? Tenéis cuatro opciones.
  1. Comprar Yippie! Una pasada de revolución.
  2. Comprar otro libro de Acuarela Libros.
  3. Hacernos la pelota diciendo que os gusta mucho Acuarela Libros.
  4. ...
Ah, y también podréis ver los no menos chulos marcapáginas que hemos preparado para acompañar el libro (también con diseño de Carlos, mil gracias) y que podréis obtener con tácticas similares. Aquí a la derecha tenéis uno de los tres que hemos hecho, más adelante iremos subiendo los otros. Yippie!




Abbie Hoffman presenta: Yippie! Una pasada de revolución (NOVEDAD EN ACUARELA LIBROS)

 

En los años 60, América sufre una auténtica hemorragia: todo se fuga, todo se escapa. Los jóvenes fuman marihuana, escuchan a los Beatles, se dejan el pelo largo, abandonan las carreras y queman sus cartillas de reclutamiento. Es el movimiento hippie, la contracultura americana, la “nación de Woodstock”. Un nuevo pueblo, una nueva sociedad, otro estado mental.
Los miembros del Youth International Party (Partido Internacional de la Juventud), conocidos como los yippies, se autoproclaman vanguardia del movimiento. Una vanguardia política que pretende organizar el éxodo del viejo mundo y hacer de la gratuidad una estrategia revolucionaria. Una vanguardia delirante que se opone mediante el absurdo a la “racionalidad” de un sistema que baña a los niños vietnamitas en napalm. Una vanguardia estética, erótica y sensible que basa su política en sacudir el deseo social mediante imágenes.
Los yippies entienden la revolución como una lucha de símbolos y dedican la mayor parte de sus esfuerzos activistas a la creación de mitos, rumores y ficciones. Como distintas formas de comunicar la belleza exuberante de la cultura juvenil alternativa y perturbar a los espectadores con imágenes irresistibles de otro mundo. Muchas de sus prácticas (guerrilla de la comunicación, performance callejera, nombres colectivos, humor y absurdo) han sido retomadas por los movimientos políticos más creativos de los últimos años.
Yippie! Una pasada de revolución presenta por primera vez en castellano los mejores escritos de Abbie Hoffman, el líder yippie que conjugó las teorías de Marshall McLuhan, la sátira de Lenny Bruce, el ritmo de los Beatles y el teatro de Artaud en el desafío más radical y extravagante lanzado nunca contra la sociedad americana.

Abbie Hoffman
 
Abbie Hoffman vivió en el epicentro de las revueltas sociales y la contracultura de los años sesenta, como instigador, activista del teatro-guerrilla, manipulador de los medios de comunicación, politizador de los hippies y líder-clown. Participó en las luchas antisegregacionistas del Sur de EE.UU., fue (no)líder del Flower Power y de la generación hippie del Lower East Side de Nueva York, protagonista visible de los movimientos que plantaron cara a la guerra de Vietnam y prófugo clandestino de la justicia americana durante la mayor parte de los años setenta. Junto a sus amigos yippies, quemó dinero en la Bolsa de Wall Street, elaboró una guía completa para vivir gratis en la ciudad de Nueva York, hizo “levitar” el Pentágono durante la multitudinaria marcha anti-guerra de 1967, estuvo a punto de mezclar LSD en el té del presidente Richard Nixon y durante la Convención Demócrata de Chicago en 1968 consiguió que todo el país observara por primera vez por televisión la brutal represión con que la policía premiaba a los jóvenes rebeldes del país. Encarcelado más de treinta veces, tenía el dossier del FBI más extenso de todo Estados Unidos y fue una de las personas juzgadas en el célebre juicio contra los líderes de los movimientos de los 60, los conocidos como “ocho de Chicago”. Abbie Hoffman fue, quizá con el permiso de sus admirados dadaístas, el payaso más revolucionario y el revolucionario más payaso del siglo XX.



 

El pasado sábado vivimos en Lavapiés la aventura celebrando el Día de África.

Ilustración de Acacio Puig

"¡África, mater misterium, ora pro nobis, no nos dejes de tu mano hechicera!".

FERNANDO SAVATER,  

Opinar o pensar: un mundo en cuestión





Reseña de Fuera de Lugar, por Javier Bassas Vila para el suplemento de análisis cultural del Diari de Tarragona (pg. 10).

Cualquiera puede percibir la diferencia fundamental entre opinar sobre un tema, limitándose a reunir cuatro datos bien ordenados, y pensar lo que nos preocupa abriendo así preguntas que desbordan los estereotipos y sus sólitos binomios: en España, por ejemplo, binomios tales como políticos/pueblo, pp/psoe, fachas/catalanistas, de derechas/de izquierdas, macho ibérico/española pasional, etc.

Si no percibimos esa diferencia fundamental entre opinar y pensar, si limitamos nuestra vida, su sentido y sus lecturas a esos sólitos binomios, corremos el riesgo mortal de acabar creyendo que “las cosas son naturalmente así”, que “esto es lo que hay” y que “el mundo está hecho de esta manera (y tú no lo vas a cambiar)”. O para decirlo en palabras del autor mismo, en el prólogo de este libro: “opinar” no implica desafío, cumple el papel y con el consenso, previsible, repetitivo y automático de los estereotipos; “pensar” es interrumpir los estereotipos, dirigir la atención de una manera nueva, dar sentido a lo que nos pasa.

Amador Fernández-Savater lleva años investigando y siguiendo a pensadores y movimientos sociales que han abierto grietas tanto en la consensuada Cultura de la Transición, en España, como en otras prácticas de pensamiento que se amurallan en los estereotipos mencionados y en muchos otros. En 2007, aceptó colaborar con el diario Público y propuso un espacio donde entrevistar a personas que plantean problemas específicos, apostando así por una prensa que piensa, que no opina ni consensúa. Una prensa que abre un mundo en cuestión. Y a ese espacio le llamó “Fuera de lugar”.

El libro que ahora se publica retoma el título de aquel espacio, “Fuera de lugar”, y reúne 30 de las entrevistas que realizó entonces (con añadidos actualizados para esta edición) a voces que, desde ámbitos muy diversos, nos ofrecen nuevas preguntas, nuevas imágenes y prácticas cuando “el suelo se abre bajo nuestros pies”. En estos momentos de crisis y trasformación, lectura obligada para opinar menos y pensar más.
 
El tema musical es "Testigo luminoso" de El Hijo en el álbum "Los Movimientos"

Presentación de "Fuera de Lugar" en Barcelona, viernes 31 de mayo




Hoy casi podríamos afirmar que la realidad en crisis nos fuerza a pensar-crear. Por todas partes se abren preguntas inéditas que nos ponen en movimiento. Una constelación de experiencias ensaya otros modos de producir, decidir y convivir, reinventando la política como participación común en los asuntos comunes. Pero las palabras que tenemos para decirnos y nombrarnos nos fallan. Los mapas que hemos heredado no orientan ya nuestra lectura del mundo. Las imágenes disponibles no significan lo que (nos) pasa. ¿Cómo pensar políticamente y comunicar lo que (nos) está pasando?

Amador Fernández-Savater es investigador independiente, coeditor de Acuarela Libros, corresponsable del blog "Interferencias" en eldiario.es y autor-coordinador de Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación.

Presentará este libro en La Central (Barcelona) acompañado de: 

Marina Garcés, "Crisis y políticas del mundo común" 
Guillem Martínez, "Periodismo, ruptura cultural y Cultura de la Transición"
  • Viernes 31 de mayo
  • 19h
  • La Central del Raval (Elisabets, 6 / 08002 BARCELONA)

72ª Edición de la Feria del Libro de Madrid, en el Retiro, del 31 de mayo al 16 de junio

Se acerca la Feria del Libro de Madrid y nos atrincheraremos en un rinconcito de la caseta 300 con un buen surtido de nuestras medicinas. 
Yippie!


¿Qué les pasa a las mujeres? (1)







Reseña crítica de Nina Power sobre Teoría de la Jovencita de Tiqqun, a raíz de la edición americana, publicada originalmente en Radical Philosophy.  

¿Qué mejor manera de describir la colonización del cuerpo en esta particular coyuntura de la vida capitalista? Buena parte de la teorización reciente se ha centrado en esa forma de guerra de los afectos en la que la depresión, la euforia y otros estados del ser no son leídos meramente como signos o síntomas, sino como directamente producidos por (y productores de) relaciones económicas particulares. El concepto de ‘semio-capitalismo’, acuñado por Franco Berardi ‘Bifo’, constituye un intento de determinar los efectos del ciberespacio y el cibertiempo sobre la mente y el cuerpo, cada vez más deprimidos, del sujeto contemporáneo.

En su reciente L'avènement du corps, Herve Juvin ha intentado describir, de forma similar, qué significa para la vida actual que el cuerpo se haya convertido en el ‘portador’ de todo significado, cuando cualquier aspecto de la existencia resulta intercambiable y nada queda oculto o es susceptible de ocultarse. Aunque la trayectoria de este tipo de análisis no sea exactamente nueva, pues recuerda incluso, ocasionalmente, a la abundante literatura feminista sobre encarnación, afectos y trabajo producida a partir de la década de los sesenta, sí hay algo novedoso en esa peculiar combinación de consumismo, desesperación, visibilidad e inmadurez que caracteriza a la vida de posguerra en sus últimas fases. Es precisamente esta “nueva fisonomía del Capital’, donde ‘el crédito generalizado que rige todo intercambio […] acuña a imagen de su vacío uniforme el ‘corazón de las tinieblas’ de toda ‘personalidad’ y de todo ‘carácter’” la que aborda Tiqqun en este breve texto, deliberadamente fragmentario, publicado en Francia en 1999. La cuestión del género emerge por todos lados: desde el título del libro a los extractos de revistas destinadas a mujeres con los que Tiqqun salpica todo el texto, pasando por algo mucho más nebuloso y perturbador que se encuentra en el núcleo mismo de su propuesta.

La Teoría de la Jovencita es un texto que parodia y a la vez refleja esa misoginia que subyace en el corazón mismo de una cultura que celebra la juventud y la belleza por encima de todo, mientras al mismo tiempo denigra a los portadores –mujeres jóvenes, fundamentalmente- de esas características supuestamente deseables. La poetisa Ariana Reines, traductora del texto, ha escrito sobre la reacción visceral que le produjo su tarea. La traducción, escribe en la revista digital Triple Canopy, “me provocó migrañas, me hizo vomitar; no podía dormir por las noches. Degeneró en una conducta sexual atípica”. Se trata, de hecho, de un libro que perturba por su implacable descripción de un mundo militarizado y consumista en el que “mientras que cualquiera presiente que su existencia tiende a convertirse en un campo de batalla en el que las neurosis, las fobias, las somatizaciones, las depresiones y las angustias son otros tantos toques de retirada, nadie hay que logre captar ni su discurrir ni lo que está en juego”.

El lenguaje de la colonización, la inmunización, la carne y los fluidos se filtra a través del marco abstracto del análisis de la imagen, la estructura económica y las reflexiones en torno a la modernidad. “La Jovencita no os besa, os babea entre los dientes. Materialismo de las secreciones”. Podemos dar por supuesto que, si ciertas partes del texto parecen un manual de venganza teórica para nerds de sexo masculino, se trata de un efecto –hasta cierto punto- intencionado. La cita de Hamlet que figura al comienzo del texto, I did love you once, implica traiciones pasadas, del mismo modo que la afirmación: “el ‘sexo masculino’ es víctima y objeto de su propio deseo alienado”. Pero ¿quién es ese ‘sexo masculino’ cuando a todo el mundo se le exige que se “autovalorice permanentemente”, o lo que es lo mismo, que sea una Jovencita? ¿Qué queda del cuerpo, el amor, la personalidad, cuando toda vida se asemeja a un cruce entre una hoja de cálculo y un horóscopo? “La desgracia empuja a consumir”, dice uno de los aforismos. Y sin embargo, no parece haber otra cosa que desgracia, incluso cuando todo parece resplandecer de satisfacción y alegría.

Pero ¿por qué la Jovencita? ¿Quién es y qué tipo de ‘teoría’ se ofrece aquí? En términos estilísticos, Tiqqun se mueve en el espacio abierto por el estilo situacionista y el tono profético de un Agamben: el détournement se junta con la ontologización poética. El estilo es asertórico, incluso cuando las afirmaciones son claramente estimativas. Centenares de frases comienzan con “la Jovencita es…”. Una machacona repetición que solo compensa ligeramente el recurso a los distintos tipos de letra y la inserción de citas, no solo procedentes de revistas femeninas, sino también de Baudrillard, de Ferdydurke (una novela escrita en 1937 por Witold Gombrowicz), de manuales espirituales de instrucciones y de textos sobre desórdenes alimenticios.

Pensar que Tiqqun esta hablando de jovencitas ‘reales’ constituiría, por supuesto, una extravagancia óntica, pues “el concepto de Jovencita no es, evidentemente, un concepto sexuado” y, por otro lado, el libro es poco más que “trash theory”. Tiqqun nos explica que todo consumidor de posguerra, que todo “ciudadano modelo”, que cualquiera que ostente un poder es la Jovencita: “Todas las figuras pasadas de la autoridad patriarcal, desde los políticos al patrón, pasando por el poli y llegando hasta la última de ellas, el papa, se han visto jovencitizadas”. Y sin embargo, el libro no se llama precisamente Teoría del Papa-Marchito. ¿Qué hacer entonces con una obra que pone la retórica de género al servicio de una teoría de esa “guerra total” que se libra en el cuerpo de todo el mundo?

Su dimensión política aparece en la afirmación de que “el proceso de valorización, en la fase imperial, ya no es solo capitalista: COINCIDE CON LO SOCIAL”. El amor ha pasado “de una seducción de tipo fordista, con sus lugares y momentos designados, su forma pareja-estable y protoburguesa, a una seducción de tipo posfordista, difusa, flexible, precaria y desritualizada, que ha extendido la fábrica de la pareja a la totalidad del cuerpo y del espacio-tiempo social”. La ecuación que establece Tiqqun entre lo social, la “Juvenilitud” y la “Feminitud” resulta, sin embargo, extrañamente anticuada y nos retrotrae al estereotipo de la mujer como esencial portadora de una sociabilidad en forma de chismorreo: “Palabrería, curiosidad, equívoco, se-dice, la Jovencita encarna la plenitud de la existencia impropia, cuyas categorías dedujo Heidegger”. La Jovencita es la sustanciación del hablar por hablar, la vida inauténtica convertida en Reina: “A causa precisamente de su nada, cada uno de sus juicios tiene la carga imperativa de la organización social al completo; y ella lo sabe”.

Así que, por mantenernos al nivel de lo inauténtico y caer, por un momento, en la tentación de leer en términos ónticos, ¿este es un libro sobre mujeres o sobre ‘mujeres’ (o más bien, sobre ‘mujeres jóvenes’)? Como señala la traductora, “remitirnos al carácter sexuado del francés no es la única forma de justificar el hecho de que este libro, conforme va avanzando, se convierte de hecho –en algunas secciones más que en otras- en un libro sobre mujeres”. En realidad, resulta imposible no reificar la crítica según progresa el libro, y aplicar sus afirmaciones a imágenes reales, aunque vagas, de cierto tipo de cuerpos (“La Jovencita se concibe como detentadora de un poder sagrado: el poder de la mercancía”; “LA JOVENCITA SE PARECE A SU FOTO”; “No hay, sin lugar a dudas, sitio en el que uno se sienta tan cruelmente solo como entre los brazos de la Jovencita”). Aunque Tiqqun centra su atención en las revistas femeninas, en buena medida como hizo Mary Wollstonecraft doscientos años antes, se puede ampliar sin problemas su análisis para incluir avances que se han producido en los medios de comunicación social desde que se publicó originalmente el libro: los imperativos directamente faciales y de autovalorización de Facebook, el inacabable re-posteo memético de tumblr, los blogs de modas, etcétera.

Pero ¿qué significa realmente este dominio del Espectáculo? La Jovencita es la “Moneda Viviente”, afirma Tiqqun tomando una expresión de Pierre Klossowski. Su culo es una máquina de guerra: “El culo de la Jovencita no es portador de un nuevo valor, sino solamente de la desvalorización inédita de todos los valores que lo han precedido”. ¿Pero de verdad la dominación espectacular de –pongamos por caso- el trasero de Pippa Middleton nos dice algo sobre la economía? “En el tiempo de la Jovencita, es la mujer la que se convierte en la metáfora de la moneda”, sentencia Tiqqun, y seguro que un millar de anunciantes estarían de acuerdo. Sin embargo, este titular enmascara verdades algo menos elegantes: tal vez las mujeres sean la metáfora del dinero, pero, empíricamente y por el momento, no es que les sobre. En algunos pasajes, Tiqqun casi echa la culpa a la propia Jovencita, por más que la lectora luche en su interior por sustituir la imagen de una adolescente integrada por –digamos- la de Berlusconi (que aparece citado: “Me han herido en lo más preciado: mi imagen”), el Papa o cualquier otra figura masculina de autoridad. Pero la Jovencita es, por encima de todo, alienación, en el sentido de que es profundamente infeliz. Por eso, no es casual que el libro concluya con referencias a la anorexia: “Es un cuerpo sin alma que se sueña alma sin cuerpo”. La anorexia es “el deseo de liberarse de un cuerpo enteramente colonizado por la simbología mercantil”.

Tal vez la Jovencita esté “contra el comunismo”, como reza una de las secciones del libro, pero es perfectamente consciente del mundo en el que se encuentra. ¿Qué significaría, en último término, dejar que la Jovencita hablase por sí misma y no a través de las categorías que le impone una cultura que la proclama la cúspide metafísica de la civilización y al mismo tiempo la denigra, o incluso al margen de las categorías que Tiqqun moviliza para desmontarla de forma sutilmente distinta? Tras el culo de toda Jovencita se oculta un puñado de hombre blancos ricos. Ciertamente, la tarea que tenemos por delante no consiste en destruir a la Jovencita, sino en destruir el sistema que la crea y que la hace tan infeliz, quienquiera que ‘ella’ sea. 

(1) El título original de este artículo es She’s just not that into you, versión en femenino de la popular comedia romántica de 2009 He's Just Not That Into You. En España, la película se estrenó como ¿Qué les pasa a los hombres?, de ahí que nos hayamos inclinado por este título en apariencia tan alejado de los intereses de Tiqqun y su Jovencita.

Jean-Claude Michéa: la “imposibilidad antropológica” de la utopía liberal


Para compartir: notas-resumen por Acuarela Libros de varios libros de Jean-Claude Michéa sobre el pensamiento y la civilización liberal (citados al final). Acuarela publicó La escuela de la ignorancia, que hasta ahora es el único título de Michéa traducido al castellano.

El liberalismo y el problema de la paz

Para Jean-Claude Michéa, el liberalismo es en primer lugar una reacción a las guerras de religión de los siglos XVI y XVII. Guerras de una duración, una amplitud y una brutalidad sin precedentes. Guerras en las cuales una ideología del Bien pretende erradicar de una vez por todas el Mal.
El liberalismo se plantea el problema de una sociedad pacificada. El enemigo es la religión y la teología: las ideologías del Bien, necesariamente mortíferas y excluyentes. ¿Por qué sustituirlas? ¿Qué puede estructurar, si no es la religión, un mundo común?
La respuesta del liberalismo es: la Razón, “luz natural”. La razón puede ofrecer un ordenamiento del mundo en claves de paz, prosperidad, felicidad, sin imponer una representación única de “la vida buena”. Para el liberalismo no hay Bien y Mal, sino lo bueno y lo malo.
La racionalidad científica, cuyo modelo lo ofrecía entonces la física experimental (de Galileo a Newton), es la imagen de referencia. El liberalismo parte de que puede haber una “ciencia de la naturaleza humana”. Pero, ¿qué fuerza haría en esta “física social” el papel que juega la “atracción universal” en la física clásica? Es decir, ¿qué ley permite entender y unificar los comportamientos humanos? El interés.
Actuando movidos por nuestro interés bien entendido -y no por las pasiones, las supersticiones o los prejuicios- podremos configurar una sociedad armonizada. La “mano invisible” de Adam Smith sería exactamente eso: cada uno, pensando en sí mismo, contribuye al bienestar general. El cálculo egoísta es el único fundamento racional de la armonía social. El intercambio económico es el modelo de la racionalidad. Y el “dulce comercio” es el mejor antídoto contra la la religión y la guerra. Mientras compran y venden los seres humanos no se matan. Lo dice con mucha gracia Kant: un mundo poblado por diablos viviría en paz, porque serán malos pero no tontos y se dan cuenta de que miran mejor por su propio interés comerciando que haciendo la guerra.

La metafísica liberal

La metafísica “monadológica” del liberalismo prima el individuo e ignora (o minusvalora) todo lo que lo hace dependiente de “lo social”: por ejemplo, el inconsciente, donde siempre hay un Otro a partir del cual nos vemos a nosotros mismos; la lengua materna, que nos inscribe en un mundo de sentidos que no elegimos; o la lógica del don (dar, recibir y devolver) que nos vincula necesariamente a otros. El individuo liberal es un ser autocentrado e independiente por naturaleza.
La metafísica liberal es pesimista, parte de la desconfianza en el otro: la guerra de todos contra todos es la verdad oculta bajo todas las relaciones sociales. Es una metafísica del “miedo a la muerte”: la autoconservación, perseguir el propio interés y perseverar en el propio ser son las conductas racionales. Lo irracional es jugarse la vida por un ideal heroico o religioso de santidad, gloria u honor (base cultural de las guerras de religión). Es una metafísica “juvenil” marcada por el miedo a envejecer, por el ideal de una salud física a toda prueba que permite al individuo la autosuficiencia. Y es una metafísica de la “transgresión y la movilidad” que elogia la capacidad de arrancarse a todas las raíces y estar siempre en movimiento, sin “anclarse” en hábitos, prejuicios, oficios o lugares de residencia (finalmente obstáculos al interés bien entendido o dependencias psicológicas inaceptables). El liberalismo es el partido del Progreso, el Cambio y el Movimiento.
Para Michéa, izquierda y derecha tienen idénticas raíces liberales: la derecha es liberal en lo económico pero le cuesta aceptar las consecuencias del liberalismo en lo cultural (aborto, matrimonio gay, etc.). A la izquierda le pasa lo contrario: asume que “cada cual tiene su vida” (y puede hacer con ella lo que quiera, siempre que no dañe a otro) en el ámbito de las costumbres, pero no del todo en el económico.

Liberalismo político

El liberalismo político actúa con el objetivo de abolir todo lo que estorba esa racionalidad instrumental. Primero, aún en el Antiguo Régimen y revolucionariamente, contra el matrimonio entre Estado y religión. Luego, y hasta ahora, contra todo lo que nos hace vincularnos “irracionalmente” a seres, lugares o cosas. Este movimiento es a la vez y paradójicamente fuente de emancipación (de modalidades desigualitarias de lazo social) y motor de la “modernización capitalista” (que barre costumbres, lugares y comunidades “no funcionales”).
El sueño liberal es llegar a una pura y simple “administración de cosas, organizada científicamente por técnicos”, pero los individuos se obstinan en no pensar según su propio interés y seguir inscribiéndose en “filiaciones, pertenencias y raíces”. Por tanto, el liberalismo es una doctrina de la “revolución cultural permanente”: siempre hay obstáculos (en las costumbres, en las identidades, etc.) que impiden a la gente razonar “desde su interés bien comprendido”. Son las famosas “distorsiones del juego de la oferta y la demanda”.
¿Cómo asegurar la coexistencia pacífica de individuos sin nada en común (y que se obstinan en “pensar mal”, desde la pasión y no el interés)? Es una pregunta básica en la tradición liberal. El Leviatán es una respuesta (la de Hobbes), el (Estado de) Derecho es otra. Mecanismos neutros, racionales, abstractos que presuponen (y operan desde) la metafísica individualista. Los valores morales deben quedar siempre fuera del espacio público.

Sociedad y socialismo

El liberalismo reintroduce la guerra de todos contra todos que dice conjurar pero a otro nivel: ya no religioso, sino “racional” (el éxito por encima de todo y de todos, el sálvese quien pueda, el lazo social como carga y obstáculo, etc.). Pero la sociedad resiste: la vida familiar o la vida de un vecindario, las relaciones amistosas o amorosas, no se pueden entender desde la lógica liberal, sino sólo desde la lógica del don (a la vez obligatorio y facultativo, interesado y desinteresado). Michéa engloba en la lógica del don todos los valores que “hacen sociedad”: la confianza recíproca, la ayuda mutua, la solidaridad por encima del conflicto, el espíritu de grupo, los sentimientos comunes. La sociedad sigue tejiéndose día a día según la lógica del don (como contra-sociedad) aunque la hipótesis hegemónica sea la liberal.
El socialismo, tal y como se configuró en el siglo XIX (más proudhoniano que marxista), es el proyecto de conciliar igualdad, lazo social y comunidad. La filosofía socialista establece la “relación” como dato antropológico primero: endeudamiento simbólico recíproco y por tanto un “sentido de los otros”. Como dice P. Leroux, teórico socialista del siglo XIX, “los hombres desasociados no sólo son extraños los unos a los otros, sino necesariamente rivales y enemigos”. Pero la comunidad está hecha muchas veces de formas de tutela y control que infantilizan a los individuos (y aquí Michéa reconoce efectos emancipadores en el liberalismo, la axiomática del interés y la Ilustración). Por eso el socialismo pretende combinar igualdad y comunidad. Igualdad contra la voluntad de poder que nos hace desear “elevarnos sobre los otros”. Comunidad frente a la guerra de todos contra todos liberal. El socialismo se opone por tanto a 1) la voluntad y el deseo de poder que se encarnó en las vanguardias y las dictaduras comunistas y 2) al individualismo liberal.
Desde Foucault hasta Deleuze, desde la contracultura hasta Mayo del 68, Michéa critica la “fuente liberal” del pensamiento y los movimientos contemporáneos (elogios del deseo y la desterritorialización, del nomadismo y la transgresión, etc.). Hace también una crítica acerba de la Red, donde la lógica del contacto es “afinitaria e instrumental” (redes sociales, etc.) cuando en un “mundo común” (Hannah Arendt) tenemos que convivir con quien no es igual a nosotros y ni siquiera nos gusta, para lo cual se crearon valores como la civilidad, la cortesía, la vecindad o la hospitalidad (que funcionan según la lógica del don). Para Michéa, el socialismo arraigaba fundamentalmente (y aún arraiga) en el mundo del trabajo (obrero, campesino, etc.) donde se despliegan los valores no-liberales: una cierta moralidad, disciplina individual y colectiva, conducta responsable y generosa, etc. Virtudes humanas de base (la common decency de Orwell, el autor de cabecera de Michéa) contra el culto al poder y al éxito individual. Relaciones a largo plazo y duraderas que confieren identidad frente a la fragmentación liberal o la deriva permanente de la Red.
Como esos mundos están desapareciendo poco a poco, Michéa no es políticamente muy optimista que digamos, aunque repite que la utopía liberal es imposible y que el lazo social encuentra siempre el modo de reproducirse, como esas flores que crecen milagrosamente junto a las aceras, sosteniendo paradójicamente (¿a su pesar?) la no-sociedad liberal.

Referencias: 

-Impasse Adam Smith. Remarques sur l'impossibilité de dépasser le capitalisme sur sa gauche, Jean-Claude Michéa, Climats (2002) 
-Orwell éducateur, Jean-Claude Michéa, Climats (2003) 
-L'empire du moindre mal. Essai sur la civilisation libérale, Jean-Claude Michéa, Climats (2007) 
-La double pensée. Retour sur la question libérale, Jean-Claude Michéa, Champs Essais (2008)

La Aventura como Disidencia.



Ilustración de Acacio Puig.
"La aventura es una forma de oposición a lo común: todo aventurero es en buena medida disidente". 
FERNANDO SAVATER,  

La Aventura Africana, reeditada y customizada.


Ya está en librerías nuestra reedición del que fuera, allá en 1999, el nº2 de nuestra editorial. Para la ocasión lo hemos customizado un poco, aparte de las preciosas ilustraciones de Acacio Puig, hemos incorporado varias fotos e ilustraciones. ¡Que ustedes lo disfruten!
En las páginas de La aventura africana Fernando Savater invita al lector a no considerar la aventura como una alternativa exótica a la vulgaridad gris de cada día, animándole en cambio a afrontar la perspectiva de riesgo y maravilla que arroja sobre lo cotidiano. En la obra el autor vuelve sobre su noción ética de la aventura, o aventura de la ética, en un ensayo sobre África y la literatura de algunos que, como él, quedaron hechizados por sus misterios. Es el caso de Percival Christopher Wren con su Beau geste, “retrato inolvidable de un puñado de marginados, acosados hasta la desesperación por un enemigo invisible y la indiferencia criminal del desierto africano”; de Sir Henry Rider Haggard y las aventuras de Allan Quatermain, en las que se siente como en ningún otro lugar “el latigazo delicioso de la aventura bien contada, de la intriga y el riesgo, la osadía y la abnegación”; de “la plasticidad descriptiva y el sentido del ritmo narrativo” de Henryk Sienkiewicz en A través del desierto, y, por último, de Sir Arthur Conan Doyle, el representante más genuino del género extrovertido en La tragedia del Korosko.

Por el libro también desfilan las sombras de Joseph Conrad, Alphonse Daudet, Ernst Jünger, Rudyard Kipling, Edgar Rice Burroughs, Emilio Salgari, Julio Verne, Karl May, André Gide, Ernest Hemingway, Romain Gáry y Joseph Kessel.

“La Aventura se recorre a la vez por las rutas del mundo y por las avenidas que llevan al centro oculto del yo.”
PIERRE MABILLE, Le miroir du merveilleux.

De entre las más de ochenta obras publicadas por Fernando Savater, filósofo y ensayista, destacamos aquí sus novelas Caronte aguarda (1981), Diario de Job (1983), El dialecto de la vida (1985, novela homenaje a Robert Louis Stevenson), El jardín de las dudas (1993), El gran laberinto (2005), La hermandad de la buena suerte (2008) y Los invitados de la princesa (2012), así como los ensayos dedicados a temas literarios, como La infancia recuperada (1976), Criaturas del aire (1979), Despierta y lee (1998), Jorge Luis Borges (2002) y Misterio, emoción y riesgo (2008).

Fuera de Lugar (cap. 5): Engarces




El callejón de las almas perdidas, avatar de Enigma, el pueblo del Cantante de Gospel.

Hoy os queremos recomendar esta imprescindible novela de William Lindsay Gresham, joyita publicada por nuestros admirados camaradas de Sajalín, en la que hemos encontrado el rastro freak y grotesco del Sur natal de Harry Crews y nuestro querido Cantante de Gospel.

El callejón de las almas perdidas empieza con la extraordinaria descripción de un abyecto espectáculo de feria cuyo principal reclamo es «el monstruo», alguien que ha caído tan bajo que está dispuesto a humillarse, por un trago de whisky, delante de un público ávido de sensaciones extremas. El joven Stan Carlisle, que trabaja en la feria ambulante, está convencido de que nunca acabará así. Es inteligente y ambicioso, y pronto descubre que puede engañar a cualquiera encontrando su punto débil. En poco tiempo se convertirá en un mentalista de primera, pero triunfar en una feria ambulante timando a pobres desgraciados no es suficiente para Stan, quien decide establecerse como falso reverendo y médium para estafar a ricos desesperados que ansían comunicarse con difuntos queridos a cualquier precio. Parece que Stan tiene el mundo a sus pies y que nada ni nadie puede detenerlo… al menos por ahora.  

William Lindsay Gresham (Baltimore, 1909-Nueva York, 1962) se graduó en 1926 y, ante la imposibilidad de encontrar un empleo fijo, trabajó una temporada como cantante folk en Greenwich Village. En 1937 participó como voluntario en la Guerra Civil Española, donde ejerció de médico en el bando republicano. Dos años después regresó a los Estados Unidos y pasó una temporada en una clínica para tuberculosos. Sus demonios interiores le llevaron de creencia en creencia: marxismo, psicoanálisis, cristianismo y budismo. Pese a sus problemas con el alcohol, Gresham escribió en 1946 su obra maestra: El callejón de las almas perdidas, un clásico underground de la literatura norteamericana inédito hasta ahora en español. La novela, adaptada al cine con Tyrone Power como protagonista, proporcionó a Gresham fama y dinero, pero lo perdió todo. La segunda de sus tres mujeres, la poeta Joy Davidman, lo dejó en 1953 por el escritor británico C.S. Lewis, y en 1962, gravemente enfermo, se quitó la vida a los 53 años de edad en la habitación de un hotel de Nueva York.   


A continuación os ofrecemos dos fantásticos pasajes de la novela, en excepcional traducción de Damià Alou que podrían haber sido perfectamente extraídos de las páginas de El Cantante de Gospel.

1-Rumbo al Sur.

"[...] La feria ambulante puso rumbo al sur y los pinos comenzaron a flanquear carreteras arenosas. Las cigarras emitían su percusión en medio del aire de final de verano, y las caras de los blancos eran más descarnadas, llenas de desolación, y los labios a menudo estaban manchados de tabaco de mascar.
Por todas partes, las caras relucientes y oscuras del otro país del Sur brillaban al sol. Se quedaban callados y asombrados, y contemplaban cómo se instalaba la feria a la humeante luz de la mañana. En el Diez.en-Uno siempre se quedaban en la parte de atrás del público, un cordón invisible los inmovilizaba. Cuando uno de los blancos se daba la vuelta bruscamente y los empujaba, la palabra "perdone" caía de ellos como un penique en equilibrio sobre los hombros.
Stan nunca había estado tan al sur, y en el ambiente había algo que le incomodaba. Era una tierra oscura y ensangrentada donde una guerra oculta viajaba como millones de gusanos bajo la tierra [...]".



2-Freak Show

"[...] Evansburg, Morristown, Linklater, Cooley Mills, Ocheketwney, Bale City, Boeotia, Sanders Falls, Newbridge.
En breve: El Espectáculo de Monstruos de Ackerman-Zorbaugh. Patrocinado por los Altos Cedros de Sión, los Fondos de Beneficencia de Caldwell, las Hijas de los Pioneros de Clay County, los Bomberos Voluntarios de Kallakie, y la Leal Orden del Bisonte.
Polvo cuando el tiempo era seco. Barro cuando llovía. Maldiciendo, humeando, sudando, tramando, sobornando, bramando, engañando, la feria ambulante proseguía su camino. Llegaba por la noche como una columna de fuego, traía emociones y cosas nuevas a los pueblos amodorrados: luces y ruido y la oportunidad de ganar una manta india, de montar en la noria, de ver al salvaje que acaricia esos reptiles igual que una madre acariciaría a sus bebés. Luego desaparecían en la noche, dejando la hierba del campo pisoteada y cajas de palomitas de maíz y cucharillas de hojalata que se pudrían como vestigios de su presencia [...]".



"Triunfar fracasando": 20 años de Acuarela Discos

Acuarela Discos cumple 20 años, y lo está celebrando durante casi doce meses, los que van desde abril del 2013 hasta finales de febrero del 2014. Para ello han preparado un calendario de actividades que incluye exposiciones, conciertos, recopilatorios, giras especiales, lanzamientos exclusivos y objetos originales creados por sujetos irrepetibles. El primero ya ha sido anunciado, y se trata del cartel con   Come -—fecha única en España de su tour de reunión—, Julie DoironThe Orchids y Sr. Chinarro en formato acústico, programado para la jornada de clausura del Primavera Sound,el domingo 26 de mayo. Pero antes, este mismo sábado, Manu Ferrón, El Faro y A Veces Ciclón se encargarán de poner banda sonora a la fiesta de cumpleaños del sello en la madrileña sala Siroco. Aprovechando la ocasión, Jesús Llorente, capo de la discográfica, ofrece en El País un "ejercicio de expiación que trasciende la épica del fracaso" —según David Bizarro— que no tiene desperdicio.




Jesús Palacios: La verdadera catástrofe

Posdata de Jesús Palacios a la entrevista sobre el cine de catástrofes en Fuera de Lugar, de Amador Fernández-Savater. "La esperanza en el porvenir, que fue un rasgo clave del siglo XX, parece agotada. Por el contrario, hoy se extiende la sensación de que nuestra civilización vive a crédito sobre el planeta Tierra. Toda imagen de futuro se ha vuelto inquietante. El cine de catástrofes juega con esa zozobra del ánimo. No solo consiste en entretenimiento y efectos especiales, sino que condensa los malestares, miedos y deseos más profundos de la época".

 
Posdata: La verdadera catástrofe (octubre 2012)
 por Jesús Palacios

Después de tanto tiempo imaginando y recreando catástrofes materiales de rasgos apocalípticos, tanto humanas como naturales. Después de incontables películas sobre terremotos, incendios, huracanes (perdón, tsunamis), erupciones volcánicas, meteoritos, nuevas glaciaciones, epidemias (perdón, pandemias), guerras nucleares, animales ciclópeos, invasiones extraterrestres (perdón, alienígenas), zombis, etc., resulta que la verdadera catástrofe ha sido –y es– fundamentalmente económica o socioeconómica: la bancarrota del sistema capitalista, socialdemócrata y liberal. Una catástrofe menos espectacular visualmente, sin duda. Que tiene antecedentes históricos obvios –el más recordado, pero no el único, el Crack de 1929–, pero que el cine raramente ha reflejado (con excepciones que nadie se atrevería a considerar cine-catástrofe: Las uvas de la ira, por ejemplo, o, más recientemente, la brillante Life Without Principle, del hongkonés Johnny To). 

 
Sería interesante ver cómo el cine-catástrofe tradicional brega con este apocalypse now de hoy en día, reflejando en tramas de acción, supervivencia y emoción la conversión de la sociedad del bienestar en un nuevo Tercer Mundo, y la caída –casi bíblica– del ciudadano medio occidental en la pobreza y el hambre, la inseguridad y la indigencia de eras que se creían ya lejanas (o países lejanos a los que mirar con ojos de ONG por encima del hombro). Me consta que ya hay novelas de ciencia-ficción supervivencialista y catastrofista que lo están haciendo, pero me encantaría comprobar qué puede hacer el Hollywood superficial, frívolo y descerebrado actual con un argumento así entre manos. Suponiendo que quede alguien con suficiente dinero para gastarlo en ir al cine... Y que los cines no estén llenos de familias harapientas abrigándose del invierno glacial, producto no del calentamiento global, sino de la ruina global de la economía Occidental. 


Jesús Palacios es escritor y crítico de cine. Colabora actualmente, sobre temas de literatura y cine fantástico, en publicaciones tan diversas como Fotogramas, El Cultural, Qué Leer, 2000 Maníacos o Más Allá. También trabajó como guionista para el programa Inferno 13 del canal Calle 13. Sus últimos libros publicados son Los poetas de la sangre; el nuevo cine de terror y la crueldad francés, Las virtudes del exceso; el cine de Juraj Jakubisko (ambos editados por el Festival Internacional de Cine de Gijón) y La plaga de los zombis y otras historias de muertos vivientes (editorial Valdemar).