EL CANTANTE DE GOSPEL, de HARRY CREWS
por Francesco Spinoglio.
No se podría describir mejor la literatura de HarryCrews de como lo hizo el maestro de la palabra Álex Portero en la solapa:
"Los perdedores, los parias, los sucios, los
ignorantes, los benditos grotescos, los violentos, los feos, las que les echan
ovarios, los que les echan cojones a la vida, los que nunca ganan, los que
sudan, los que se equivocan, los que acumulan cicatrices y heridas, los que no
salen en las películas si no es para ser objeto de mofa, los que no aparecen en
la publicidad, los que no existen, ni cuentan, los que solamente mueren en las
estadísticas, todos y cada uno, agradecen al gran Harry Crews que haya sido su
bardo terrible, que hiciera el trabajo sucio, contándolo sin ahorrarse
detalles, y que lo convirtiera en alta literatura. Alguien tenía que hacerlo. Y
nadie pudo haberlo hecho mejor".
Diez líneas sencillamente perfectas que ya de entrada
nos dan una buena razón para comprar el libro. También tenemos el prólogo de
Kiko Amat, algo largo para mi gusto (cerca de treinta páginas en las que no se
consigue el denominado efecto "Álex Portero"), pero donde se explica
con lujo de detalles la novela y la vida del autor.
El cantante de gospel es, para ser mondos y lirondos, una auténtica bomba de relojería. Es
lo único que se me ocurre para definirla. A diferencia de Cuerpo, novela
de Crews publicada el año pasado siempre por Acuarela & Antonio Machado
(dinamita pura y dura), este libro tiene ciertos problemas de ritmo (plenamente
justificado al ser la primera obra del autor), pues el principio es muy lento y
al final hay un cambio de marcha demasiado brusco y precipitado, como pasar de
tercera a quinta en un Ferrari sin meter la cuarta. Pese a ello, la historia engancha
casi desde la primera página (pasada la mitad ya es adicción) y nos adentra por
completo en Enigma, un pueblo dejado de la mano de Dios en el estado de
Georgia, en lo más profundo de América. Hay Enigmas por todo este país,
leemos en la página 271, por todo el mundo, y en todas partes hay hombres
que luchan por irse. El cantante de gospel, de quien ni sabemos el nombre
al ser mencionado todo el tiempo por ese apodo, regresa a su pueblo natal,
Enigma, junto con su representante para dar un concierto, y eso coincide con
una feria de rarezas capitaneada por Pie, un ser grotesco con un pie enorme que
sigue la estela del cantante a todas partes para sacar tajada de la multitud de
gente que este moviliza. Como si fuera poco, todo esto coincide con el linchamiento
planificado de un negro que está acusado de violar a la bella y querida
MaryBell, exnovia del propio cantante. La narración avanza por un pantano de
mentiras, violencia, racismo, barbarie, retraso y, cómo no, fanatismo religioso
(muchos lugareños le atribuyen el cantante de gospel poderes curativos que no
tiene) hasta un final tan sorprendente como duro. En semejante entramado de
mentiras no hay sitio para la esperanza, ni para la gloria, ni mucho menos para
el sentimiento común de humanidad. Leemos en un diálogo de la página 253:
"Solo quería señalar que cuando un hombre miente
es porque le da vergüenza la verdad o porque desea que la mentira sea
cierta".
El submundo existe, señores. Nos rodea y respira el
mismo aire que nosotros, pero a veces ignoramos su existencia. Son gente a la
deriva que sencillamente tratan de hacerlo lo mejor que pueden con el material
que les ha tocado en suerte, y a menudo son aplastados por el enorme pie del
amo destino sin haber tenido siquiera su oportunidad. No hay duda: se necesita
la voz profunda de Harry Crews para hacer de contrapunto al falsete de Ken
Follet y limitar así el maltrato de género (literario, claro). Así es, amigos:
el destino nos reparte las cartas y nosotros jugamos la partida de la vida.
Desde luego, es posible que el juego sea más llevadero con un libro de Crews
bajo el brazo.
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