Houellebecq vive de su carne y su sufrimiento

Michel Houellebecq acaba de visitar España para realizar una lectura de poemas en Córdoba. Aquí tenéis el artículo de Público sobre el evento. En Acuarela hemos publicado toda su poesía en dos volúmenes: Supervivencia y Renacimiento. También podéis leer algunos de sus poemas en este link.

P. C. - Córdoba - 15/04/2010 08:30
Impávido, como un dandy. Así leyó ayer el francés Michel Houellebecq (Saint Pierre, Francia, 1958) siete de sus poemas ante una audiencia concurrídisima. Como en el acto de intelectuales que defendió a Garzón el pasado martes en la Universidad Complutense de Madrid, ayer no cabía un alfiler en los Alcázares Reales de Córdoba. Houllebecq se caracteriza por no ser un blandengue cuando habla del ser humano: "Me entran ganas de matarme, de meterme en una secta, / me entran ganas de moverme, pero sería inútil", recitó al público de su poema Vacaciones.

El autor de la novela Plataforma y Las partículas elementales fue el último en hablar, tras las autoridades que aprovecharon para vender la capitalidad europea en 2016 de Córdoba. Cómo explicar la importancia que Houellebecq demostró por estas palabras. Su fama de incorrecto lo precede. Y así, sin preámbulos, sin palabras huecas previas... sin siquiera saludar, atacó los versos que traía preparados desde su casa en Almería.

Y todos ellos sonaron a verdaderos, según dijo cuando terminó. Cantó a la libertad, pero también al terror que da decidir ser libre. Habló del cuerpo como algo inevitable. Carne palpable que se marchita, que sufre, pero que nos hace sentirnos vivos. Aires también de Schopenhauer, ese filósofo del pesimismo al que el escritor hace casi un homenaje en cada una de las novelas que ha publicado: : "Hoy tendrá lugar. La superficie invisible/ que delimita en el aire nuestros seres sufrientes/ Se forma y endurece a un ritmo terrible; El cuerpo, el cuerpo no obstante, es una pertenencia". Podría recordar al protagonista de Plataforma y su incursión en esa Tailandia de prostitución y drogas.

Poemas que van a la idea y corren esquivando al monstruo de la retórica. Para algunos, fueron 20 minutos de serenidad y misticismo. Con versos que no se detienen en la complejidad formal. Muy presente también en ellos la mujer. El escritor mira el cuerpo femenino en el límite de su transformación. "Tu rostro se arrugaba, pero tu cuerpo permanecía bello/ Me decías: Mírame. Estoy entera", del poema Diferencias en la calle Avron.

La lectura terminó con aplausos de los incondicionales, que con aquellos breves e intensos 20 minutos tuvieron más que de sobra. Gusta mucho cuando alguien habla de verdad y sin poses. Entre ellos se encontraban otros poetas como Robert Hass y el italiano Edoardo Sanguineti. Chicas jóvenes y mayores. A la salida la búsqueda del autógrafo. Y Houellebecq diligente. Como un dandy. Quizá de los últimos que quedan.

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