MANIFIESTO DADAÍSTA

(Texto de Correo Dadá de Raoul Hausmann)

El arte depende, en su ejecución y dirección, del tiempo en el que vive y los artistas son criaturas de su época. El arte más elevado será aquel que represente en el contenido de su conciencia los múltiples problemas de la época; el que, si fue sacudido por las explosiones de la semana anterior, recoja sus miembros bajo la amenaza del último día. Los mejores artistas, los más inauditos, serán los que, hora tras hora, recuperen los jirones de sus cuerpos en el guirigay de las cataratas de la vida y los que, obstinados en el intelecto de su tiempo, tengan sangre en las manos y en el corazón. ¿Acaso el expresionismo ha colmado nuestra expectativa de un arte así, que es la incertidumbre de nuestros intereses vitales?

¡NO!, ¡NO!, ¡NO!

¿Acaso los expresionistas han colmado nuestra expectativa de un arte así, que hace arder la esencia de la vida en la carne?
¡NO!, ¡NO!, ¡NO!
Con el pretexto de una vida interior, los expresionistas de la literatura y la pintura se han unido en una generación que ya está pidiendo en la actualidad la apreciación de la historia, la literatura y el arte, y presenta su candidatura para una honorable aprobación burguesa. Con el pretexto de propagar el alma, se han encontrado con los gestos abstracto-patéticos que suponen una vida sin contenido, cómoda e inmóvil. Las cabezas ociosas se obsesionan con escenarios teatrales llenos de reyes, poetas y toda suerte de naturalezas faustianas; la teoría de una concepción mejoradora del mundo, cuya forma, pueril y psicológicamente ingenua, es significativa para el complemento crítico del expresionismo. El odio a la prensa, el odio a la publicidad, el odio a la sensación engloba a las personas que prefieren su sofá al ruido de la calle y se vanaglorian de haber sido timadas
por el primer estafador de turno. Esta resistencia sentimental a una época que no es ni mejor, ni peor, ni más reaccionaria, ni más revolucionaria que cualquier otra época, esta oposición débil que echa el ojo a las plegarias y al incienso cuando no prefiere componer en metros del Ática sus proyectiles de cartón, es lo propio de una juventud que nunca supo ser joven.

Hallado en el extranjero, en Alemania el expresionismo se ha convertido, como sabemos, en un idilio grasiento a la espera de una buena pensión; no tiene nada que ver con las tendencias de los hombres activos. ¡¡¡¡¡Los firmantes de este manifiesto se han unido en la lucha DADÁ!!!!! por la propagación de un arte del que esperan la realización de ideas nuevas. Entonces, ¿qué es el DADAÍSMO?

La palabra DADÁ simboliza la relación más primitiva con la realidad circundante; con el Dadaísmo, una nueva realidad toma posesión de sus derechos. La vida aparece en un batiburrillo simultáneo de ruidos, colores y ritmos espirituales que en el arte dadaísta son inmediatamente recogidos por los gritos y fiebres sensacionales de su psique audaz de todos los días y en toda su realidad brutal. Ésta es la encrucijada, perfectamente marcada, que distingue el dadaísmo de todas las demás tendencias del arte y, sobre todo, del futurismo, que algunos imbéciles han interpretado últimamente como una nueva edición del impresionismo.

Por primera vez el Dadaísmo no se coloca de una forma estética ante la vida. Lacera todas esas grandes palabras, ética, cultura e “interiorización”, que sólo sirven para ocultar musculaturas débiles.

EL POEMA RUIDISTA
describe un tranvía tal y como es, la esencia del tranvía con los bostezos del rentista Schulze y el chirrido de los frenos.

EL POEMA SIMULTÁNEO
os enseña el sentido del entrecruzamiento de todas las cosas, mientras el Sr. Schulze lee, el tren de los Balcanes atraviesa el puente de Nis y un cerdo gime en el sótano del carnicero Nuttke.

EL POEMA ESTÁTICO
transforma las palabras en individuos, a partir de las cuatro letras de «leña» reaparecen el bosque y las frondosidades de sus árboles, los uniformes de los forestales y los jabalíes; quizá reaparezca también una pensión Bellevue o Bella Vista.

El dadaísmo conduce a nuevas y fabulosas posibilidades de las formas de expresión de todas las artes. Ha hecho del cubismo una danza escénica y propagado en todos los países de Europa la música “ruidista” de los futuristas (pues no quiere generalizar su aventura puramente italiana). La palabra DADÁ demuestra la internacionalidad del movimiento, que no está ligado a ninguna frontera, religión o profesión. Dadá es la expresión internacional de nuestro tiempo, la gran Fronda de los movimientos artísticos, el reflejo artístico de todas estas diversas ofensivas, congresos de paz, riñas en los mercados de verduras, cenas mundanas, etc., etc.

Dadá pide el uso de

NUEVOS MATERIALES EN LA PINTURA

Dadá es un Club fundado en Berlín donde se puede entrar de forma voluntaria. Aquí cada quien es presidente y cada quien puede votar en materia de arte. Dadá no es un pretexto para el orgullo de algunos literatos (algo que nuestros enemigos pretenden hacer creer). Dadá es una disposición espiritual que puede revelarse en cada conversación, que obliga a decir “éste es dadaísta, éste no lo es”. Éstas son las razones por las que el Club Dadá tiene miembros en todos los rincones de la Tierra, tanto en Honolulu como en Nueva Orleáns o Meseritz. A veces ser dadaísta puede querer decir ser comerciante, o ser más político que artista, o no ser artista más que por azar. Ser dadaísta quiere decir dejarse remover por los acontecimientos, estar contra toda sedimentación, sentarse durante un breve instante en un sofá también significa poner la vida en peligro (el Sr. Weng ya estaba sacando el revólver del bolsillo de su pantalón)... Una tela se rasga bajo la mano, se dice SÍ a una vida que quiere elevarse mediante la negación. Decir sí, decir no: el formidable barullo de la existencia arrastra los nervios del verdadero dadaísta. Ora está acostado, ora caza, ora va en bicicleta, mitad Pantagruel, mitad San Francisco, y se ríe, se ríe. ¡Contra la tendencia esteto-ética! ¡Contra la abstracción anémica del expresionismo! ¡Contra las teorías “mejoradoras” de las huecas cabezas literarias!
¡Viva el Dadaísmo en palabras e imágenes! ¡Vivan los acontecimientos dadaístas de este mundo! ¡Oponerse a este manifiesto significa “ser Dadaísta”!

Tristan Tzara. Franz Jung. George Grosz. Marcel Janco. Richard Huelsenbeck. Gerhard Preisz. Raoul Hausmann.


NOTA: En un primer momento, la octavilla «manifiesto DadaÍSTA» la firmaron las personas mencionadas por Raoul Hausmann, esto es, el grupo berlinés, además de Tzara y Janco, en representación del núcleo de Zúrich. Más adelante, cuando se publicó en Dada Almanach (1920) [ed. cast.: Almanaque dadá, Madrid, Tecnos, 1992], el manifiesto fue ampliamente refrendado por otros dadaístas de Zúrich (Ball, Arp, Van Rees, Lüthy, Glauser) y alemanes (Walter Mehring), así como por otros como Pierre Albert-Birot, poeta y animador en París de la revista Sic y algunos italianos como Cantarelli (pintor y poeta, dadaísta en Mantua y editor de las revistas Bleu y Procellaria) o de Prampolini quien, antes de convertirse en el principal representante del «segundo futurismo italiano», se había aliado a la causa dadaísta y había publicado la revista Noi.

(Ilustración: Raoul Hausmann: Club Dada, 1918. Utilizado en la portada de la edición española de Correo Dadá)

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