La banda de la tenaza: resistencia y sabotaje

El año pasado se publicó en español esta maravilla, La banda de la tenaza, de Edward Abbey (en la editorial Berenice), y no le prestamos la atención que merecía. Se trata de un divertidísimo canto underground a la desobediencia civil que le hubiera encantado a nuestro querido Thoreau, con el aliciente de las ilustraciones que hizo Robert Crumb para el décimo aniversario. Aquí tratamos de corregir el agravio, con la portada en español, en inglés y alguna ilustración.
Ah, y Berenice acaba de sacar otro libro de Abbey: El vaquero indomable. Promete mucho.





Última hora sobre la película de los Siete de Chicago.

Hace un par de días nos topamos con estas noticias en la página web de Fotogramas. Parece ser que el proyecto vuelve a ponerse en marcha y que será Paul Greengrass quien se encargue de dirigirla.


Los Siete de Chicago fueron en principio Ocho, pero enseguida quedaron en Siete líderes contraculturales -Abbie Hoffman, Jerry Rubin, David Dellinger, Tom Hayden, Rennie Davis, John Froines y Lee Weiner- acusados de conspiración por las masivas protestas contra la Guerra de Vietnam orquestadas durante la convención del Partido Demócrata, en 1968. El número Ocho era el pantera negra Bobby Seale, quien fue apartado del caso, juzgado aparte y condenado a cuatro años de prisión por desacato al tribunal. Los Siete restantes salieron mejor parados de un juicio que quedó como uno de los puntos de inflexión de la llamada Contracultura.

El caso de los Siete de Chicago ya fue llevado al cine con 'Chicago 10', de Brett Morgen, una audaz mezcla de animación, documental y ficción que causó sensación a su paso por el Festival de Sundance. Pero Aaron Sorkin, el afamado guionista de 'El ala Oeste de la Casa Blanca', considerado como el mejor guionista político de la actualidad, también pergeñó un guión a partir de la misma historia. El proyecto, largamente aplazado, se puso en marcha ya en 2007 cuando Sorkin firmó un contrato con DreamWorks para escribir tres guiones. En un principio era Steven Spielberg quien debía colocarse tras la cámara, pero se retiró en favor de otros proyectos.

Sacha Baron Coen hará de Abbie Hoffman.

DreamWorks sigue estando empero detrás de esta producción de presupuesto relativamente modesto que finalmente podría dirigir Paul Greengrass ('United 93', 'El mito de Bourne'), el realizador británico conocido por su cámara nerviosa y su tono documental. Eso si Greengrass logra hacer un hueco en su apretada agenda, ya que todavía está muy liado con 'Captain Phillips', su película, protagonizada por Tom Hanks, sobre los piratas somalíes.

Si todo va bien, y Greengrass acaba firmando, la película, cuyo cast sigue en el aire, podría empezar a rodarse en enero. 

Cuando el proyecto empezó a tomar forma, en 2008, se barajaron los nombres, entre otros, de Will Smith, como Bobby Seale y de Sacha Baron Coen como Abbie Hoffman, el carismático líder yippie, aunque ha llovido mucho desde entonces y ahora hay que partir de cero.

Abbie Hoffman: "Teníamos razón"

"Éramos jóvenes, éramos irreverentes, éramos arrogantes,
pero teníamos razón." (Abbie Hoffman)

Banda Sonora Yippies: Jefferson Airplane


En 1968 Godard filmó este concierto ilegal de los Jefferson Airplane en una azotea de Manhattan (lo que se llama "guerrilla gig"). La policía no dejó que durara mucho, una sola canción: el temazo “House At Pooneil Corners“. Toda la energía vital de los 60 concentrada en siete minutos. Se lo dedicamos a los cenizos que ya aburren con su letanía sobre la "recuperación capitalista de los 60", cuando ya no se pueden tocar ni los bongos en el parque del Retiro los domingos. Free music!!!







Las aventuras de los yippies (2): Tirando dinero en la Bolsa

Abbie Hoffman y Jerry Rubin quemando dinero en Wall St



EXPULSANDO A LOS MERCADERES DEL TEMPLO


Al principio pensé que tirar dinero en la Bolsa era solo una muestra de teatro de importancia menor. Tenía cosas más importantes que hacer, como reunir dinero para la fianza de un hermano en la cárcel. Con desgana, solicité una visita a nombre de George Metesky, presidente de la East Side Service Organization (ESSO). Ni siquiera nos molestamos en llamar a la prensa. Éramos unos dieciocho. Nada más entrar los guardias se encararon con nosotros.


—No podemos permitir una manifestación de hippies en la Bolsa.
—¿Quién es hippie? Soy judío y además esto no es una manifestación, ¿no ve que no tenemos pancartas? —le dije.

Los guardias decidieron que no era buena idea impedir la entrada en la Bolsa a un judío, así que nos dejaron pasar. Nos pusimos en la cola con el resto de turistas, charlando tranquilamente. Cuando la cola dio la vuelta a la esquina, vi la mayor concentración de periodistas juntos en un sitio tan pequeño de toda mi vida. Empezamos a hacer el payaso. A comer dinero, a besarnos y abrazarnos, ese tipo de cosas. Los guardias les dijeron a los periodistas que no podían pasar a la galería de las visitas con nosotros. Nos empujaron hacia dentro y enseguida nos pusimos a tirar dinero desde la barandilla. Los teletipos con las cotizaciones se detuvieron y los agentes bursátiles nos aplaudieron. Los guardias empezaron a empujarnos y los agentes les abuchearon. Cuando salimos, seguí con la escena delante de la prensa.

—¿Quién eres?
—Soy el cardenal Spellman*.
—¿De dónde habéis sacado el dinero?
—Soy el cardenal Spellman, no puede preguntarme de dónde saco el dinero.
—¿Cuánto habéis tirado?
—Mil dólares en billetes pequeños.
—¿Cuántos sois?
—Dos, tres, ¡ni siquiera existimos! ¡Ni siquiera existimos!

Bailamos delante de la Bolsa, celebrando el fin del dinero. Quemé un billete de cinco dólares. Un tipo dijo que lo que hacíamos era repugnante y le dije que tenía razón, llamando a mis compañeros «sucios comunistas».

Las imágenes en televisión de aquella noche fueron geniales. Salió en todos lados. Los telediarios siempre tienen un patrón. Primero las noticias «serias», totalmente inventadas, por supuesto, después unos pocos anuncios, a menudo mejor elaborados que las noticias, luego el resumen de la Bolsa. Finalmente, la nota positiva con una historia de interés humano para mantener a todos felices como perdices. Salimos después de los comentarios sobre la Bolsa, lógicamente. CBS, la cadena más creativa, mantuvo las referencias al cardenal Spellman; me sorprendió. Todas las noticias eran distintas. En algunos casos decían que habíamos tirado dinero del Monopoly, otros que fueron entre veinte y treinta dólares, otros que más de cien dólares, algunos decían que antes habíamos roto los billetes. Fue el perfecto acontecimiento mítico, ya que cada periodista, al no haber podido observar directamente la escena, había elaborado su propia fantasía. Algunas de las fantasías eran interesantes, otras aburridas. Un turista que se unió al exorcismo pilló la gracia: «He venido de Misuri y llevo cinco días tirando el dinero en Nueva York. Esto es muchísimo más rápido y más divertido».


20 de mayo de 1967 

*Francis Joseph Spellman (1889-1967): cardenal de la Iglesia Católica estadounidense conocido por sus posiciones ultraderechistas y anticomunistas y su defensa de la guerra de Vietnam.

Bibliografía Yippies y Contracultura 60: "El Libro de Daniel", de E. L. Doctorow.

«Follemos. Peleémos. Hagamos saltar por los aires el Pentágono. Un revolucionario es aquél que hace la revolución. Si quieres quedarte en casa cascándotela, vale, pero no lo llames revolución.»


de E.L.Doctorow.
Traducción de Carlos Milla e Isabel Ferrer
Roca Editorial de Libros, 

Publicado inicialmente en EEUU en 1971, está basado libremente en las figuras de Ethel y Julius Rosenberg, ejecutados por traición.  Doctorow nos cuenta la historia de Paul y Rochelle Isaacson a través de la voz de Daniel y su hermana, Susan, estudiantes ambos y muy vinculados a las luchas políticas de los 60. Con un estilo brutal y nada sentimental, Doctorow da un repaso a la hipocresía, a la falsedad de los políticos y a la impunidad con que frecuentemente se hacen acusaciones, pero también al victimismo y a la necesidad de venganza de su personaje, Daniel.

A continuación, copiamos un momento de la novela en que se menciona a Abbie Hoffman, a los yippies, su estrategia de utilización de los medios y a su acción de levitar el Pentágono:

Cubierta original de la primera edición (1971)
"[...] Y cómo, pues, introducimos cambios en algo así de poderoso. Cómo hacemos la revolución. De la misma manera que un judoka flaco y canijo tira al suelo a un tío el triple de grande. No sermoneas. No hablas de la pobreza y la injusticia y el imperialismo y el racismo. Eso es como intentar obligar a la gente a leer a Shakespeare: imposible. Mirad ahí fuera, ¿qué véis? Pequeños recuadros azules en todas las ventanas, ¿no? Todos tragándose los anuncios. Joder, esa es la escuela de hoy. En menos de un minuto un anuncio de la televisión puede mostrarte toda una vida. Te cuenta la historia desde la primera cita hasta la boda. Te enseña al recién nacido, la casa, el coche, la graduación. Te hace reír y te hace saltar las lágrimas de nostalgia. Ves a la chica más guapa que has visto en tu vida. Gigantes, y enanos, y chicas corriéndose en descapotables, y caballeros andantes y sus damas, y amor en la playa, y reactores jodiendo el cielo, y una comida deliciosa y humeante en la mesa, y voces vivas de gente en la onda diciéndote que estás en la onda y que aún puedes estarlo más. Los anuncios son unidades de aprendizaje. Así que cuando los hermanos entran en la oficina de reclutamiento de Baltimore y derraman sangre encima de los ficheros de reclutamiento... he ahí la lección. Y los yippies tirando dinero en la Bolsa. Y marchando en el desfile del Día de la Bandera y obligando a los Legionarios a perseguirte y a la pasma a perseguirte y rasgando tus banderas, banderas americanas, el Día de la Bandera. ¿Lo pillas? La sociedad es una impostura y por tanto nosotros tomamos la postura de la impostura. La autoridad es inercia. Romped esa inercia. La legitimidad es ilegítima. Oblígale a enseñar el culo. Dispara y sal corriendo. Tienes cuarenta segundos, tío. ¿Que los medios necesitan material? Pues dales material. Como dice Abbie, todo aquel que hace algo en este país es una celebridad. Haz algo y sé una celebridad. El mes que viene iremos a Washington y exorcizaremos al Pentágono. Haremos levitar el Pentágono mediante oraciones y ensalmos y trompetazos y lanzando invisibilidades mágicas contra las paredes del Pentágono. Vamos a levantarlo y bajarlo. Vamos a matarlo con flores. ¡No os lo perdáis! Saldremos por televisión. ¡Vamos a derrocar a Estados Unidos con imágenes! [...]".

E.L. DOCTOROW
Edgard Lawrence Doctorow
Escritor estadounidense, su obra narrativa se ocupa, en especial, de la historia de su país. Nacido en Nueva York, se educó en la Bronx High School of Science y en el Kenyon College. Trabajó como lector en diversas editoriales neoyorquinas, colaboró en prensa como periodista y, desde 1969, fue profesor en varias universidades. Su primera obra, Bienvenido a los malos tiempos (1960), es una parodia de los westerns que tiene lugar en torno al año 1870; El libro de Daniel (1971, llevada al cine en 1983); Ragtime (1975, llevada al cine en 1981 por Milos Forman), su obra de mayor éxito, retrata la situación de Estados Unidos en 1914. Las novelas: El lago (1980), La feria del mundo (1985) y Billy Bathgate (1989, llevada al cine en 1991 por Robert Benton) muestran diversas facetas de la vida de su país durante las décadas de 1920 y 1930. Otras de sus obras son: Juegos de agua (1994), Poetas y presidentes (1997) y La ciudad de Dios (2000). Doctorow, que también ha escrito relatos y obras teatrales, utiliza técnicas del posmodernismo y mezcla hechos reales con elementos de ficción. Así narradas, las historias aluden siempre a la actualidad. Su última obra hasta la fecha, Homer y Langley, publicada en castellano hace apenas tres años, es una auténtica gozada.

Cartel de la película de Sidney Lumet basada en el libro
Y, en efecto, El Libro de Daniel fue llevada al cine por Sidney Lumet en 1983, con guión del propio Doctorow. Aquí podéis ver el trailer:



Abbie Hoffman y McLuhan: Nosotros somos la información

"La estructura es más importante que el contenido en la transmisión de información. No necesitamos ideólogos, sino diseñadores. Da igual lo que digan de nosotros en TV, nosotros somos la información (el pelo largo, las ropas extravagantes) y el resto es parte del fondo retórico. Marshall McLuhan es más relevante que Marx" (Abbie Hoffman)



Las aventuras de los Yippies (1): Levitando el Pentágono


(Llegó el momento de la acción. Iniciamos una serie de entradas repasando las acciones directas de los yippies, para quienes la palabra "solo tiene sentido si induce e impulsa la acción", como explica Amador Fernández-Savater en el prólogo a Yippie! Una pasada de revolución, de Abbie Hoffman. Utilizamos un fragmento del prólogo de Amador para presentar la levitación del Pentágono, y luego continuamos con algunos de los textos de Abbie sobre el histórico momento. Que lo disfruten.)



CACHONDEO TOTAL EN EL PENTÁGONO (AMADOR FERNÁNDEZ-SAVATER)

El rebelde-payaso no opone al poder su propio poder, sino más bien su propia impotencia, asumida gozosamente. «We’re not leaders, we’re cheerleaders», exclama Abbie Hoffman. Hay que atreverse a hacer el ridículo, a volverse un poco loco. En la marcha antiguerra al Pentágono de 1967, los futuros yippies pretenden levitar el edificio mediante un ritual de exorcismo. La idea es que cuando el hexágono se eleve cien metros en el aire comenzará a girar sobre sí mismo y expulsará los demonios del militarismo y el imperialismo que lo habitan. Las autoridades, algo confundidas por el carácter de la iniciativa y tras pintorescas negociaciones, conceden permiso a los manifestantes para levitar el Pentágono... ¡pero únicamente diez metros! El cachondeo es total. En su autobiografía, Hoffman cuenta muy serio cómo el ritual elevó y exorcizó el edificio endemoniado. No es del todo seguro que mintiera. Allen Ginsberg explicó tras la acción que la burla había disuelto el miedo que infundía (y protegía) la autoridad del Pentágono y que en ese sentido sí lo hicieron levitar.

CÓMO PERDÍ LA GUERRA EN EL PENTÁGONO (ABBIE HOFFMAN)

Hay muchos planes disparatados en marcha. Rodear el Monumento a Washington, el Empire State (verticalmente) y una orgía denominada Día de Hacer el Amor, todo de cara al 21 de octubre. El Día de las Américas una enorme caravana de furgonetas saldrá desde San Francisco para redescubrir América con auténticos exploradores indios, por cortesía del jefe Trueno Rodante [Rolling Thunder] de los soshone. Coches destartalados, autobuses robados, motos, grupos de rock, banderas con flores, marihuana, incienso y suficiente comida para el largo viaje. Rumbo al este. ¡Yupi! Teñiremos de rojo el río Potomac, quemaremos los cerezos, mendigaremos en las embajadas, atacaremos con pistolas de agua, canicas, envoltorios de chicles, bazucas, habrá chicas corriendo desnudas que mearán en las paredes del Pentágono, brujos, swamis, hechiceras, vudú, magos, curanderos y colgados de anfetas lanzarán su magia contra los descoloridos muros. Grupos de rock atronarán el lugar con Joshua Fit the Battle of Jericho. Bailaremos y cantaremos el poderoso OM. Follaremos en la hierba y embestiremos contra las puertas. Todos gritaremos «VÓTAME A MÍ». Levantaremos la bandera de la nada sobre el Pentágono y un inmenso grito de liberación resonará por toda la tierra. «Somos Libres, gran Dios todopoderoso, Libres al fin». Los escolares destrozarán sus pupitres y arrojarán la tinta a los atónitos profesores, los trabajadores de oficinas se despelotarán y correrán por las calles, los repartidores de periódicos romperán los diarios y se sentarán en el bordillo a masturbarse, los tenderos abrirán sus puertas para ofrecer todo gratis, los contables caerán muertos de un fulminante ataque al corazón, los soldados dejarán sus armas. «Se ha acabado la guerra. Vamos a echar un polvo.» Sin necesidad de permisos, ni anuncios en el New York Times, sin enviar cartas, sin reuniones. Ocurrirá porque habrá llegado el momento

(...)

Artaud está vivo en los muros del Pentágono, reventando las costuras de la protesta convencional, inyectando nueva sangre en el movimiento pacifista. Sangre de verdad, sangre simbólica y —como camuflaje— sangre fosforescente. Algo para todo el mundo.

Día de la llegada al Pentágono y se oyen los cánticos: «¡Caña al Ejército! ¡Caña al Ejército!»(1). El SDS agarra la pelota, con la mirada al frente. Robin corta la cinta con un cuchillo de caza y comienza el Ataque de la Brigada de las Flores.

Un melenudo rompe una ventana y le tiran a golpes al suelo. El Pentágono vibra y comienza a alzarse. Alguien le da a un militar una octavilla sobre el imperialismo estadounidense, otro lo rocía con LACE, un potente spray sexual que hace que «te quites la ropa y hagas el amor» (según la revista Time), la gente mete flores en el cañón de los rifles, los manifestantes se tiran gas lacrimógeno entre ellos (según el Washington Post).

Una chica le baja la cremallera a un policía militar y el Sargento Pepper le pide a la banda que toquen el himno estadounidense. Dejan en el suelo las banderas del Viet Cong y agarran sus instrumentos. Oh, say, can you see...(2). Cuando ha acabado alguien grita, «A jugar a la pelota» y comienzan otra vez los empujones.

FLASHBACK: Mi chica y yo, vestidos con sombreros del Tío Sam y Banderas de Flores, saltamos una valla de alambre de espino y en un momento estamos rodeados de soldados.  
—Somos Mister y Miss América y reclamamos esta tierra en el nombre de la América Libre. Plantamos la bandera y aguantamos la posición. Los soldados están perplejos. ¿Puedes pegar al Tío Sam? Recitamos conjuros.
—Están detenidos. ¿Sus nombres?
—Mister y Miss América. Miss América está embarazada.
Los soldados bajan sus porras en señal de respeto.Un sargento escribe en su cuaderno: «Mister y Miss América. Entraron sin autorización». Nos sentamos y hacemos el amor. Otro sargento anula la detención. Un teniente nos detiene. Un cabo cancela la detención. Seguimos haciendo el amor.
Tras unos veinte minutos nos ponemos de pie y ofrecemos lamano a los sargentos. Rechazan darnos lamano.Nos alejamos envueltos en luz, dispuestos a liberar otra zona. La multitud nos ovaciona. «Puedes hacer lo que quieras, es un país libre, hazlo sin más, no te andes con chorradas.» 

(...)   FLASHBACK: «67-68-69-70»
—¿Se puede saber qué estáis haciendo?
—Midiendo el Pentágono. Tenemos que ver cuánta gente hace falta para formar un círculo que lo rodee.
—¿Que estáis haciendo qué?
—Es muy sencillo. Mire, el Pentágono es un símbolo de maldad en la mayoría de las religiones. Usted es religioso, ¿no?
—Eh... sí.
—Pues la única forma de exorcizar los espíritus malignos que habitan aquí es hacer un corro alrededor del Pentágono. 87-88-89...
Los dos exploradores son rápidamente rodeados por un grupo de guardias, agentes del FBI y soldados, con unas armas que acojonan.
—112-113-114...
—¿Vais en serio? Va contra la ley medir el Pentágono.
—¿Vais en serio? Enséñenos esa ley. 237-238-239-240. Ya está. Sargento, ¿cuánto es 240 por 5?
—¿Cómo? ¿Qué coño pasa aquí?
—1200 —responde Bruce, un agente con aspecto imponente que luego nos dice que trabaja en un departamento de seguridad que ni siquiera tiene nombre aún.
Les enseñamos nuestras octavillas. Nos detienen por tirar basura.
—Esto parece Alice’s Restaurant(3). ¿Estáis de broma? Esto no es basura, es arte. —Basura.
—Arte.
—Basura.
—¿Y qué tal Arte Basura? —dice Bruce tras dos horas. Nos dejan en libertad, pero tenemos que salir furtivamente para evitar que Bruce nos siga y encuentre la maría Acapulco Gold que tenemos en el coche.  

La magia está empezando a funcionar, pero hay que convencer a los medios. No puedes ir a decirles «Perdón, pero el Pentágono va a levitar el 21 de octubre». Tienes que enseñárselo.
Viernes 13, el Village Theater, magos, brujas, colgados de anfetas, los Fugs(4) y un variado surtido de pirados, además de un no creyente llamado Krassner. «¡Más arriba, más arriba, más arriba! ¡Hasta que esté bien colocado!»
(¿Es legal decir «¡más colocado!» en un teatro lleno de gente?)(5).
Quemamos una maqueta del Pentágono y utilizaremos las cenizas para hacer que levite el original la semana siguiente. Los medios de comunicación son gratis. Usadlos, no hace falta pagar. No compres espacios publicitarios, haz las noticias. 

FLASHBACK: «Póngame con el departamento de noticias locales... Hola, me he salido de los diggers porque tienen una nueva droga sexual que se llama LACE. Quieren utilizarla en el Pentágono. Va contra mi ética utilizarla en personas contra su voluntad, así que quiero confesar. Lleva LSD y DMSO, un elemento muy penetrante. Es ácido lisérgico criptoetileno, de color morado. Si quiere venir le hago una demostración de cómo funciona.»
La rueda de prensa es a las ocho de la tarde. Hay dos parejas en un sofá. Rocían a los cuatro con el líquido morado. Desaparece en su piel. Tienen cara de estar aturdidos. Se desprenden de la ropa lentamente, como robots. Los periodistas jadean. Comienzan a follar como no-robots. Tras media hora se pasa el efecto de la droga.
—¿Alguna pregunta, caballeros?

LACE, la nueva droga del amor, va al Pentágono.
Esta historia del exorcismo está empezando a ponerse interesante. Veamos si el Progressive Labor37 es tan potente como LACE. El acontecimiento del Pentágono trascendió la cuestión de la guerra. The War Is Over [La guerra ha acabado], canta Phil Ochs, y la protesta se dirige contra todo el tejido de una sociedad opresiva, aturdida, brutal.
Los manifestantes se convierten en animales políticos al cien por cien.
Surge una totalidad que deja sin sentido el término ‘político’. «La guerra ha acabado.» Todo el mundo grita. Alguien escribe Lyndon Johnson ama a Ho Chi Minh en un muro. 

Al corro del Pentágono, fumaremos marihuana
Veinticuatro generales van a pudrirse mañana
A los malos espíritus los vamos a exorcizar
La guerra ya se acabó, vamos gritando sin parar

Los soldados tienen en su mano la opción. «¡Uníos a nosotros, uníos!», les gritamos. Tres nos hacen caso. Dejan los escudos y las armas y se salen de la fila. Los sargentos los atrapan y los llevan de vuelta al olvido y al castigo.
Llevo seis horas de viaje. Alucinante, gracias a fuertes dosis de revolución, sin comida ni agua, con una pastillita morada que me ha dado Charlie del Oracle de San Francisco.

Se apodera de mí una sensación de integración que surge tras mear en el Pentágono: una combinación de necesidades biológicas y emociones.

Mi chica y yo nos retiramos a las entrañas de D. C. y nos permitimos una noche de descanso tras una orgía de champán servido en el casco de un policía militar. Esto sí que es una pasada de revolución.

Los padres preocupados llaman al Departamento de Defensa para comprobar que no han detenido a sus hijos y reciben el consejo de llamar a la oficina del Mobe. Venimos dispuestos a dar nuestra vida y discutir la ética de aparcar en un paso de peatones.

NOTAS:

(1) Los hippies se apropian del grito de guerra (Beat Army) que en los partidos de fútbol americano entre la armada (Navy) y el ejército de tierra (Army) profieren los primeros.
(2) Primeras palabras del himno nacional estadounidense.
(3) Canción del cantautor Arlo Guthrie en la que relata cómo fue detenido por tirar basura.
(4) Grupo musical creado por los poetas Ed Sanders y Tuli Kupferberg que participó en protestas contra la guerra de Vietnam.
(5) «Más arriba» (Higher) es un juego de palabras con high, cuya principal acepción es ‘arriba’ (en referencia a la levitación del Pentágono), pero que también significa ‘drogado’. «¿Es legal decir “¡más colocado!” en un teatro lleno de gente?» ironiza sobre la frase «Gritar “fuego” en un teatro lleno de gente», que en el ámbito judicial estadounidense alude a la necesidad de imponer límites a la libertad de expresión.
(6) Partido comunista estadounidense con raíces maoístas

"Un gobierno no gobierna más que con la confianza pública" (Blanchot)


(creemos que es oportuno subir de nuevo este fragmento de Escritos Políticos, de Maurice Blanchot)

Un gobierno no gobierna más que con la confianza pública.
Un gobierno no gobierna, sin la confianza pública, más que por la fuerza.
Está claro que la confianza pública se ha visto traicionada en las negociaciones del Châtelet*.
Está claro que el gobierno ya no puede gobernar sin el espectro de la guerra civil.
Está claro que el gobierno, al no ser ya un interlocutor, sino el detentador de las fuerzas de represión, debe dimitir.

COMITÉ DE ACCIÓN ESTUDIANTES-ESCRITORES

*Las negociaciones del hotel Châtelet, más conocidas como los acuerdos de Grenelle, entre el gobierno, la patronal y los sindicatos, tuvieron lugar a finales de mayo de 1968; tales negociaciones concluyeron con una revalorización del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), una subida de los salarios, una disminución de la jornada laboral y el reconocimiento de las secciones sindicales. Se firmaron el 27 de mayo de 1968. [NdT]

Traducción: Diego Luis Sanromán

La fuerza anónima del rechazo, prólogo de Marina Garcés
Tres apuntes sobre los escritos políticos
En estado de guerra: Maurice Blanchot + Mafia K'1 Fry
El rechazo absoluto de Blanchot
Marina Garcés sobre Blanchot, Albert Camus y Merleau-Ponty

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