Reedición de LA ESCUELA DE LA IGNORANCIA, de Jean-Claude Michéa

Cada pocos años, la clase política y sus expertos en "ciencias de la educación" acometen una nueva reforma de la Escuela. Sin embargo, el fracaso escolar sigue agravándose: la infantilización gana terreno a la inteligencia crítica; el individualismo y la negación del otro se apodera de las relaciones humanas; el dominio de la inmediatez corroe toda disciplina del tiempo o la atención. A simple vista, parece un gran misterio. Pero, ¿y si ese fracaso fuese el objetivo oculto de todas las reformas? Esa es la inquietante hipótesis que desarrolla Jean-Claude Michéa en este libelo: sólo la escuela de la ignorancia, que pretende plegar la vida y la inteligencia de las personas a las prácticas dominantes del consumo y el entretenimiento, está a la altura de un mundo donde la mayor parte de la humanidad se ha vuelto perfectamente desechable.

Jean-Claude Michéa es profesor de filosofía en Montpellier. Es autor de dos ensayos sobre George Orwell: Orwell, anarchiste tory (1995) y Orwell éducateur (2003); Les Intellectuels, le peuple et le ballon rond (1998), una reivindicación del fútbol y una crítica de sus críticos; y varios libros sobre la civilización liberal, como Impasse Adam Smith (2002) o L'Empire du moindre mal (2007).

"Los discursos oficialistas tienden a correlacionar problemas educativos con 'falta de presupuesto'. Sin embargo, el problema es más profundo, más insidioso, más molesto de reconocer. No se trata de dinero, ni siquiera es válido el insustancial discurso de una 'pérdida de valores' que nadie sabe qué significa. El problema de la educación, según Michéa, es una cuestión de diseño social, de decisión política consciente para evitar una Escuela de verdad."
Javier Barraycoa, Profesor del Centro Universitario Abat Oliba CEU.

“Lo bueno de los panfletos inteligentes es que dan una voz de alarma sugestiva incluso para quienes no comparten del todo los presupuestos del panfletario. Tal es el caso de esta obrita, escrita con la intensidad y el debido mal genio que cuadran al género.”
Fernando Savater, BABELIA (El País), sábado 29 de junio de 2002.

"¡El Plan Bolonia es la ampliación del campo de batalla de esta escuela de la ignorancia!" (activista anti-Bolonia)

Reseñas, ecos:

Guy Debord: Panegírico, Tomos I y II

Guy Debord, pensador estratégico, aventurero, escritor y cineasta francés, nació en 1931 y se quitó la vida en 1994, cuando estaba a punto de cumplir 63 años, con un disparo en el corazón. En 1958, fundó la organización revolucionaria Internacional Situacionista y la revista del mismo nombre y carácter, que dirigió hasta su autodisolución en 1972. Entre sus libros destaca La sociedad del espectáculo (1967), 221 tesis dirigidas frontalmente contra el reinado autocrático de la demencia económica y las nuevas técnicas de gobierno que lo refuerzan de formas diversas (urbanismo, ideología, cultura, etc.). Panegírico es un artefacto bicéfalo, un mosaico que guarda un enigma. En su Tomo primero (1989) encontramos unas memorias escritas a modo de autorretrato a la deriva y sin concesiones a lo que el buen tono de nuestra época admite como válido. El Tomo segundo (1997) contiene una serie de pruebas iconográficas, una red de referencias cuidadosamente tejida: el trazado laberíntico de una vida. Esta primera edición conjunta en castellano incluye un texto introductorio del escritor norteamericano Greil Marcus, autor del celebrado y polémico Rastros de carmín.

"(...) resulta absolutamente subversivo porque en verdad no existe nada tan subversivo como la sinceridad." Xavier Cervantes, ROCKDELUX

"(...) en este autorretrato de Guy Debord tan visibles como las pasiones que conformaron sus rasgos son sus desprecios absolutos (…) exponiendo su vida como el reverso de la no-vida falsificada y sometida a los dictados de la época (…) aparece con la pretensión de ser un hombre sin contemporáneos y, lo que sí es cierto, más cercano a los ámbitos marginales que a los círculos académicos que siempre desdeñó, siendo objeto más de informes policiales que de tesis." David Cortés, ARCHIPIÉLAGO

"En Panegírico (...) Debord despliega un perfil "excelente" de su persona basado en el repaso de todos sus "vicios", de los que decía "no poder tener uno solo" ni poder vivirlos con medida (…) Su imagen se recorta en negro sobre un mundo que ya no arde en el fuego de las barricadas, sino en el de las vanidades." LA VANGUARDIA (noviembre 2000)

Reseñas, ecos:


Reedición de "La taberna errante"

A lo largo de estas páginas, un par de proscritos hacen rodar por toda Inglaterra, huyendo de la justicia, el último barril de ron de la isla después de que un decreto gubernamental haya ordenado el cierre de todas las tabernas en nombre del ecumenismo y el entendimiento entre culturas. Allí donde los fugitivos se detienen y abren la espita del barril, enseguida cristaliza una sociedad en miniatura, como una perla alrededor de un grano de arena. La gran carcajada que truena juguetona en La taberna errante es la manera de G. K. Chesterton (1874-1936), el descomunal escritor inglés, de identificar y conjurar una amenaza. Chesterton, autor de El hombre que fue Jueves o El Napoleón de Notting Hill, siempre se defendió a risotadas, porque le hacía mucha gracia no ser Dios y tener que conformarse con ridiculizar los errores y disparates de sus enemigos. ¿Y qué terrible peligro revela, pues, la irresistible comicidad de esta novela de dignos borrachines vagabundos? ¿El Islam? ¿La abstinencia? ¿El arte abstracto? Desde luego, La taberna errante es un formidable, hilarante alegato contra el vegetarianismo y la abstinencia, lo que ya es desafiante en un mundo monstruosamente higiénico en el que los asesinos de masas se preocupan por su silueta y el negocio farmacéutico amarga y abrevia la vida de los otrora risueños, saludables y respetables barrigones.

Pero el asunto es todavía más serio. Cuando Chesterton defiende el ron, defiende en realidad las tabernas, y cuando defiende las tabernas, defiende en realidad algo mucho más universal y razonable que el ecumenismo y el entendimiento entre culturas: defiende la sociabilidad. El ecumenismo separa a los hombres; las tabernas son los lugares comunes donde se encuentran. La taberna errante narra este conflicto "civilizacional" -como está en boga decir hoy- entre una cultura de vínculos y una cultura de místicos, entre la raza de los racimos y la raza de las esferas. En su Autobiografía, Chesterton advertía lúcidamente sobre el único destino que cabía esperar si los proscritos eran derrotados y se cerraban las tabernas: "se ciernen ya en el horizonte vastas plagas de esterilización o higiene social, aplicadas a todos y que nadie impone". Era 1934.

Lee el prólogo de Santiago Alba Rico

Reseñas, ecos: