Cartel yippie en apoyo de su candidato a las elecciones: el cerdo Pigaso |
PIGASO AL PODER (AMADOR FERNÁNDEZ-SAVATER)
... El
teatro-guerrilla y el humor hicieron su aparición ya en pleno evento [la Convención Demócrata de 1968], cuando
los yippies promovieron a un cerdo, de nombre Pigaso, para candidato demócrata.
La campaña fue tumultuosa y muy corta, todos acabaron entre rejas, incluyendo
al cerdo. Así lo narra Jerry Rubin en Do it!: «“La democracia en Amérika es de chiste”,
grité mientras nos maniataban. “Ni siquiera se le permite a nuestro candidato
pronunciar su discurso.” Nos llevaron a comisaría y cuando llevábamos un rato,
un policía entró y nos dijo: “Malas noticias, se enfrentan todos ustedes a
cargos muy graves”. “Maldita sea, pensé yo, ¡el cerdo ha cantado!”»
(texto extraído del prólogo a Yippie! Una pasada de revolución)
CANDIDATURA Y ELECCIÓN DE PIGASO EL CERDO A LA PRESIDENCIA DE ESTADOS UNIDOS (Jerry Rubin, en Do It!, publicado en Blackie Books, con traducción de Pablo Álvarez Ellacuria)
Chapas del cerdo, pegatinas del cerdo para el coche, anuncios del cerdo en el New York Times, ¡oficinas de la campaña del cerdo por todo el país! ¡Toma ya!
Todo el mundo nos preguntaba: "Sabemos a qué os oponéis, pero ¿a favor de qué estáis?". Por fin habíamos encontrado algo que respaldar: ¡un cerdo presidente! ¡Por fin un programa positivo!
Nuestro lema de campaña: "¿Por qué contentarse con medio cochino cuando puede llevarse el cochino entero?".
Ya veíamos el festival yippie: una emocionante y paródica convención con salas de reuniones atufadas de marihuana y delegados venidos de la Tierra Media, Acuario, Nuevo México y el Lower East Side.
-La delegación de la avenida Telegraph presenta cincuenta votos... ¡para el cerdo!
[...] El objetivo era llevar a Pigaso frente a la estatua de Picasso en el Centro Cívico un par de días más tarde para que proclamase su candidatura. Los abogados nos dijeron que violaríamos las normativas municipales de comportamiento si metíamos a un animal de granja en la ciudad. ¿Y si (el candidato demócrata) Humphrey metía el circo de Ringling Bros. y Barnum & Bailey en la ciudad como golpe de efecto? ¿También arrestarían a Hubert? Todas las leyes son políticas.
¿Seríamos capaces de llevar a Pigaso al Centro Cívico antes de que se lo llevase la poli? Habíamos organizado una rueda de prensa internacional, así que estaban al loro. La poli se apuntaría un buen tanto si conseguía hacerse con Pigaso: darían al traste con un espectacular mito que había dado la vuelta al mundo.
La policía contaba con que alguno de nosotros fuese a recoger el cerdo, de manera que se apostaron frente a la casa donde dormíamos. Por eso, una mañana nos levantamos pronto y arrastramos a la poli a una persecución absurda mientras otro coche salía discretamente a recoger el cero.
El espacio frente al Centro Cívico estaba abarrotado de periodistas de radio y televisión, reporteros y agentes del FBI. Cuando llegó el coche con el cerdo los yippies empezaron a cantar Dios bendiga Amérika mientras conducían al cerdo a la plaza.
Los cerdos bípedos nos detuvieron antes de que Pigaso pudiese emitir un solo gruñido.
-¡La democracia en Amérika es de chiste! -grité mientras nos maniataban-. ¡Ni siquiera se le permite a nuestra candidato pronunciar su discurso de aceptación!
Nos metieron a siete de nosotros en una lechera y cerraron de un portazo. Luego volvieron a abrir la puerta y metieron dentro a Pigaso. Fuimos a los calabozos junto al candidato. Estábamos esperando a que nos tomasen las huellas cuando un agente gordinflón entró en la sala y nos dijo.
-Caballeros, malas noticias. Se enfrentan todos ustedes a cargos muy graves.
El cerdo ha cantado.
CANDIDATURA Y ELECCIÓN DE PIGASO EL CERDO A LA PRESIDENCIA DE ESTADOS UNIDOS (Jerry Rubin, en Do It!, publicado en Blackie Books, con traducción de Pablo Álvarez Ellacuria)
Chapas del cerdo, pegatinas del cerdo para el coche, anuncios del cerdo en el New York Times, ¡oficinas de la campaña del cerdo por todo el país! ¡Toma ya!
Todo el mundo nos preguntaba: "Sabemos a qué os oponéis, pero ¿a favor de qué estáis?". Por fin habíamos encontrado algo que respaldar: ¡un cerdo presidente! ¡Por fin un programa positivo!
Nuestro lema de campaña: "¿Por qué contentarse con medio cochino cuando puede llevarse el cochino entero?".
Ya veíamos el festival yippie: una emocionante y paródica convención con salas de reuniones atufadas de marihuana y delegados venidos de la Tierra Media, Acuario, Nuevo México y el Lower East Side.
-La delegación de la avenida Telegraph presenta cincuenta votos... ¡para el cerdo!
[...] El objetivo era llevar a Pigaso frente a la estatua de Picasso en el Centro Cívico un par de días más tarde para que proclamase su candidatura. Los abogados nos dijeron que violaríamos las normativas municipales de comportamiento si metíamos a un animal de granja en la ciudad. ¿Y si (el candidato demócrata) Humphrey metía el circo de Ringling Bros. y Barnum & Bailey en la ciudad como golpe de efecto? ¿También arrestarían a Hubert? Todas las leyes son políticas.
¿Seríamos capaces de llevar a Pigaso al Centro Cívico antes de que se lo llevase la poli? Habíamos organizado una rueda de prensa internacional, así que estaban al loro. La poli se apuntaría un buen tanto si conseguía hacerse con Pigaso: darían al traste con un espectacular mito que había dado la vuelta al mundo.
La policía contaba con que alguno de nosotros fuese a recoger el cerdo, de manera que se apostaron frente a la casa donde dormíamos. Por eso, una mañana nos levantamos pronto y arrastramos a la poli a una persecución absurda mientras otro coche salía discretamente a recoger el cero.
El espacio frente al Centro Cívico estaba abarrotado de periodistas de radio y televisión, reporteros y agentes del FBI. Cuando llegó el coche con el cerdo los yippies empezaron a cantar Dios bendiga Amérika mientras conducían al cerdo a la plaza.
Los cerdos bípedos nos detuvieron antes de que Pigaso pudiese emitir un solo gruñido.
-¡La democracia en Amérika es de chiste! -grité mientras nos maniataban-. ¡Ni siquiera se le permite a nuestra candidato pronunciar su discurso de aceptación!
Nos metieron a siete de nosotros en una lechera y cerraron de un portazo. Luego volvieron a abrir la puerta y metieron dentro a Pigaso. Fuimos a los calabozos junto al candidato. Estábamos esperando a que nos tomasen las huellas cuando un agente gordinflón entró en la sala y nos dijo.
-Caballeros, malas noticias. Se enfrentan todos ustedes a cargos muy graves.
El cerdo ha cantado.
EL SEÑOR Y LA SEÑORA CERDO EN EL TRULLO (ABBIE HOFFMAN)
[...] Otro elemento
importante fue la presentación de un cerdo como candidato presidencial, un
concepto que introdujo muy al principio del juego Hugh Romney, líder espiritual
de Hogfarm, una comuna en las afueras de Los Ángeles. El Cerdo gravitaba hacia
el centro del mito. La semana antes de que todo empezara nos dimos cuenta de
que la prensa se interesaba por el Cerdo; con la sangre fría de la industria
publicitaria, nos metimos de cabeza en la idea del Cerdo. Solo nos costó cuatro
días. Cuando fui a recoger al Cerdo en una granja del norte de Illinois, el
Cerdo ya era famoso. [Hablando de coincidencias, la granja donde conseguimos la
Cerda estaba en
Belvidere, Illinois, patria de la actual Miss América.]
El Cerdo grande de
Jerry acabó detenido en el Centro Cívico y soltamos a la señora Cerdo en el
parque unas horas más tarde para que se pusiera a chillar jurando que sus
treinta hijos vengarían la detención de su marido. Yo dije que estábamos
contemplando presentar a un león para la carrera presidencial. Al final se
utilizaronmiles de cerdos, cerdos de verdad, chapas de cerdos, cerdos majos
como el señor y la señora Cerdo (echadle un vistazo a lamaravillosa foto en el ChicagoDailyNews
con la leyenda «El señor y la señora Cerdo se reúnen en el trullo») y
cerdos malvados como los policías, Daley [alcalde de Chicago], Humphrey [candidato
demócrata nominado para las presidenciales de 1968] y los políticos.
(texto extraído de Yippie! Una pasada de revolución)
Las aventuras de los yippies 1: Levitando el Pentágono
Las aventuras de los yippies 2: Tirando dinero en la bolsa
Las aventuras de los yippies 1: Levitando el Pentágono
Las aventuras de los yippies 2: Tirando dinero en la bolsa
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