Al mismo tiempo una teoría y una nueva forma de gobierno, La Hipótesis Cibernética (LHC) es una definición de lo vivo y una tecnología de poder.
Una teoría, fundada por los científicos e ingenieros Norbert Wiener, Claude Shannon, Gregory Bateson o John Von Neumann y con múltiples prolongaciones hasta nuestros días (tecnologías de la comunicación, inteligencia artificial, ciencias cognitivas), que postula los comportamientos biológicos, físicos y sociales como íntegramente programados y programables. Una tecnología de poder, para la cual gobernar significa «coordinar racionalmente» los flujos de informaciones y decisiones que se producen «espontáneamente» en el cuerpo social.
Según Tiqqun, vivimos en el pasaje que va desde el paradigma soberano del poder (vertical, estático, centralizado y trascendente) hasta el cibernético (horizontal, dinámico, distribuido e inmanente). El orden cibernético es un orden que alimentamos entre todos, con nuestra participación, nuestros feedbacks, nuestros datos. El modelo serían Google o Facebook,si los pensamos como formas de gobierno y no simplemente como inocentes páginas de contactos o buscadores. El poder cibernético extrae y procesa información, gestiona lo vivo
Una teoría, fundada por los científicos e ingenieros Norbert Wiener, Claude Shannon, Gregory Bateson o John Von Neumann y con múltiples prolongaciones hasta nuestros días (tecnologías de la comunicación, inteligencia artificial, ciencias cognitivas), que postula los comportamientos biológicos, físicos y sociales como íntegramente programados y programables. Una tecnología de poder, para la cual gobernar significa «coordinar racionalmente» los flujos de informaciones y decisiones que se producen «espontáneamente» en el cuerpo social.
Según Tiqqun, vivimos en el pasaje que va desde el paradigma soberano del poder (vertical, estático, centralizado y trascendente) hasta el cibernético (horizontal, dinámico, distribuido e inmanente). El orden cibernético es un orden que alimentamos entre todos, con nuestra participación, nuestros feedbacks, nuestros datos. El modelo serían Google o Facebook,si los pensamos como formas de gobierno y no simplemente como inocentes páginas de contactos o buscadores. El poder cibernético extrae y procesa información, gestiona lo vivo
entendido como información, aspira a gobernar el mundo como Facebook o Google gobiernan las redes virtuales.
La visión cibernética del mundo es la de un vasto complejo de circuitos homogéneos que se trata de engrasar permanentemente, filtrando y ordenando la información, restableciendo una y otra vez el equilibrio, detectando las anomalías, estructurando las posibilidades, previendo o gestionando los accidentes. Para que todo fluya. En un orden circular. En un ecosistema controlado. En un hormiguero humano.
¿Qué estamos pidiendo entonces cuando, en las plazas, las calles o las redes, reclamamos más transparencia, más comunicación, más participación, más cercanía y contacto entre gobernantes y gobernados, un gobierno más abierto y a la escucha...? ¿Un perfeccionamiento de LHC?
Tiqqun apuesta más bien por devenir ingobernables. Es decir, opacos a la visión cibernética, ilegibles para sus códigos, imprevisibles para sus máquinas de computación y control.
¿Cómo? Por un lado, aprendiendo a discernir en lo real lo que escapa, lo que hace obstáculo a LHC, a su racionalidad fría, a su tiempo «real»: los cuerpos y sus encuentros, las palabras errantes, la temporalidad que implica toda duración. Ruidos, fluctuaciones y perturbaciones para LHC.
La visión cibernética del mundo es la de un vasto complejo de circuitos homogéneos que se trata de engrasar permanentemente, filtrando y ordenando la información, restableciendo una y otra vez el equilibrio, detectando las anomalías, estructurando las posibilidades, previendo o gestionando los accidentes. Para que todo fluya. En un orden circular. En un ecosistema controlado. En un hormiguero humano.
¿Qué estamos pidiendo entonces cuando, en las plazas, las calles o las redes, reclamamos más transparencia, más comunicación, más participación, más cercanía y contacto entre gobernantes y gobernados, un gobierno más abierto y a la escucha...? ¿Un perfeccionamiento de LHC?
Tiqqun apuesta más bien por devenir ingobernables. Es decir, opacos a la visión cibernética, ilegibles para sus códigos, imprevisibles para sus máquinas de computación y control.
¿Cómo? Por un lado, aprendiendo a discernir en lo real lo que escapa, lo que hace obstáculo a LHC, a su racionalidad fría, a su tiempo «real»: los cuerpos y sus encuentros, las palabras errantes, la temporalidad que implica toda duración. Ruidos, fluctuaciones y perturbaciones para LHC.
Por otro, buscando inspiración en los más diversos campos –desde la acción política a las ciencias, pasando por la literatura o la filosofía– para inventar técnicas y estrategias que desordenen LHC y su mundo: el ritmo del free jazz, la interferencia según William Burroughs, el caos fecundo teorizado por Ilya Prigogine, el pánico tal y como lo describe Elias Canetti, la revuelta invisible planteada por Alexander Trocchi, la guerrilla difusa diseñada por Lawrence de Arabia, la línea de fuga conceptualizada por Deleuze y Guattari, la niebla narrada por Boris Vian...
Finalmente, como se verá, la cuestión revolucionaria no es un problema de programa, sino de ritmo.
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