Sancho Ruíz Somalo |
Al igual que ocurre con otros estilos musicales considerados por la industria musical como minoritarios, el reggae parte de una situación de desventaja en lo que a publicaciones temáticas se refiere. “Supongo que el mundo editorial refleja cierta podredumbre cultural extensiva a muchos otros ámbitos. Desde mi punto de vista, son varios los factores que explican la situación. En primer lugar, la prensa musical nunca ha sentido respeto por la música jamaicana. Esto se ve reflejado en las publicaciones mayoritarias, donde la presencia del reggae ha sido la excepción. Asimismo, hasta la llegada del Rototom a Benicàssim, en los medios se tenía la percepción de que además de ser una expresión cultural menor, su ámbito era muy restringido y minoritario”.
Estas palabras corresponden a Daniel Tomás, factótum de la humilde editorial valenciana BlackStar y responsable de la traducción de La Leyenda de Sugar Minott y Youth Promotion, un libro escrito en origen por la periodista canadiense Beth Lesser. Tomás Cobos, traductor de Bass Culture: la historia del reggae –popular guía iniciática del escritor británico Lloyd Bradley–, coincide en el diagnóstico y va un paso más allá. “Otra respuesta más maquiavélica sería que es una música con un componente político importante (no me refiero sólo al mensaje rasta o de Black Power, sino al proceso colectivo y comunitario de creación musical y de baile-foro-plaza social que son los sound systems), por lo que no encaja en las tendencias de globalización y (SIGUE LEYENDO)
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