Comenzamos por fin con la Filmografía Reggae con una película mítica que quizá mucha gente conozca pero no tantos hayan visto: The Harder They Come, que dio la fama internacional a Jimmy Cliff pero que, sobre todo, mostraba de manera espectacular las ambiciones de los jóvenes que llegaban a Kingston con el sueño de convertirse en cantantes famosos, encontrándose con el mundo de miseria y delincuencia de los guetos jamaicanos.
Además, la banda sonora de la película es merecidamente legendaria, como veréis más abajo. No nos enrollamos más porque debajo hemos añadido un fragmento largo donde Lloyd Bradley lo cuenta muy bien en Bass Culture: la historia del reggae. Disfruten (tendréis que buscarla primero, aquí os ponemos un aperitivo).
Quizá
la mejor oportunidad para poner en escena la miseria de los guetos
llegó en 1972, con la película The Harder They Come,
la historia de un chaval de pueblo que llega a la ciudad para
buscarse la vida como cantante, pero, empujado por las circunstancias
y no por una maldad intrínseca, acaba convirtiéndose en el
delincuente más buscado de Jamaica. La historia es en parte una
biografía de tantos artistas que probaron suerte en los estudios y
en parte la historia del forajido y héroe popular de los años
cuarenta Rhygin (Vincent Martin). Dirigida y coescrita por Perry
Henzell, es el relato más sincero, entretenido y agudo de cualquier
industria musical en cualquier lugar del mundo. Abrió una ventana
que ofrecía en primer plano el panorama de los estudios de Kingston,
los productores, los artistas y las tácticas de explotación de la
industria musical, al tiempo que revelaba la relación única que
tenía el público con este mundo. La película presentaba una visión
afilada de lo que significaba la vida en el gueto de
verdad y proporcionaba un auténtico manual
del mundo del gueto. La actuación, el guión y la dirección de la
película tienen tal intensidad que se puede oler la basura de la
calle y se siente el calor del sol jamaicano. Y es precisamente de
esta forma como hay que entender la música, como parte de un todo
—como parte de la vida negra en Jamaica—, no como una entidad
aparte. Solo así cobra sentido.
The
Harder They Come cuenta
además con una banda sonora
que incluía You Can Get It If You Really Want,
Sitting in Limbo
y Many Rivers to Cross y
el tema que da título a la película (Jimmy Cliff), PressureDrop y la vigorosa Sweetand Dandy (Toots &
the Maytals), Draw Your Brakes (un
toasting salvaje a cargo de Scotty sobre el Stop thatTrain de Keith & Tex),
la rompedora Rivers of Babylon
(Melodians) y una canción que resumía tan bien el argumento de la
película que podía haberle dado el título, Johnnytoo Bad (Slickers). Hasta
la publicación en 1984 de Legend,
el recopilatorio póstumo de Bob Marley, la banda sonora fue el álbum
más vendido de la historia del reggae. La película fue un éxito en
todos los países con población jamaicana y rápidamente alcanzó el
estatus de culto en otros lugares. En Londres, por ejemplo, es la
típica película de la sesión de medianoche.
Jimmy
Cliff representó el papel del protagonista, Ivan, vestido con una
camiseta azul adornada con una estrella amarilla que marcó tendencia
y calzando unas botas de piel de serpiente que afortunadamente no se
pusieron tan de moda. Un papel que puso en escena de manera
increíblemente convincente y que le vino de maravilla.
La película hizo mucho por mí y por la música. Conocí a Perry Henzell en un estudio, yo estaba grabando el disco en el que está Let Your Yeah Be Yeah y me dijo que quería que escribiera la música para la película. Me preguntó si podía componer música para películas y le dije: «¡Claro, tío, claro que puedo, puedo componer lo que quieras!». Era como volver a la heladería de los Kong años antes, tienes que aprovechar las oportunidades. Seis meses después, Chris Blackwell me dio el guión de la película y me dijo que el mismo tipo quería que hiciera el papel del protagonista. Pensaba que solo querían que compusiera la música y ahora querían que actuara, algo en lo que no tenía experiencia, pero agarré el guión y lo leí de todas maneras. Me gustó y me identifiqué con los dos aspectos porque conocía la historia de Rhygin, entendía ese aspecto de la vida jamaicana y conocía el negocio musical, llevaba metido en él desde los catorce años. No me pareció imposible, así que acepté. ¿Cómo iba a decir que no?
The Harder They Come tuvo una gran importancia en la difusión de la ética rasta y la música roots. La vieron en todo el mundo y, aparte de que sonara la música, te llevaba al corazón de la cultura roots y te enseñaba cómo vivía la gente en Jamaica en esa época. Presentó al público el hecho de que en el reggae había mucho más que el rollo festivo de los grandes éxitos, porque había unas imágenes que acompañaban la música. Esto era antes de que hubiera vídeos. La película era social... económica... política... religiosa... todos los aspectos de la sociedad jamaicana. Era todo eso. Contaba la historia con auténtica profundidad, lo ponía en contexto y es algo que seguramente sorprendió a mucha gente, ayudó a que lo entendieran y a que apreciaran el reggae por lo que era de verdad. La película fue como ¡boom!, una imagen perfecta de la música y de sus orígenes, abrió toda una serie de puertas y dio una identidad a muchos lugares y personas. Presentaba la identidad del forajido, el rebelde, el rude boy; la gente de los estudios; la gente de la calle; los rastas. En algún momento me identificaron con esa imagen de rude boy, porque era mi papel en la película, ¡pero no me molesta!
Fue The Harder They Come lo que abrió el mercado internacional, ya que hasta entonces no creo que la música roots pudiera tener sentido para mucha gente fuera de Jamaica. Porque era sincera, te decía cómo era la vida en Jamaica. Está basada en un delincuente de verdad, Rhygin, el primer gran forajido de Jamaica. De pequeño nos contaban historias sobre Rhygin. Rhygin es una palabra en jamaicano que significa «malo», la gente decía «es un hombre rhygin, no le molestes ni le mires». Pero Rhygin estaba con el pueblo, era una especie de Robin Hood, creo que se le puede llamar así.
La parte sobre la industria musical también era muy auténtica, porque muestra la situación de la música en Jamaica, al menos la de entonces. Era un papel que hablaba sobre mi vida, o las vidas de tantos chavales en Kingston que querían meterse en el mundo de la música. La única gran diferencia entre el protagonista y yo es que nunca he matado a nadie, ¡todavía!, pero cuando llegué de joven al oeste de Kingston vi asesinatos. Hay poca gente en el oeste de Kingston que no haya visto cómo han matado a alguien o un muerto. No es una exageración, es la vida.
Estoy trabajando en la segunda parte de The Harder They Come, desde hace varios años. Resucito a mi personaje veinticinco años después, pensé que se puede hacer porque nunca se le ve muerto. Ves cómo le disparan pero no ves que le entierren. La nueva tiene todos esos elementos de realidad pero está situada en el mundo moderno. No, no sé cómo funcionará. Nunca se sabe si algo va a funcionar, simplemente tienes que abordarlo todo con una visión positiva.
Aunque
a menudo se elige el álbum Catch a Fire de
los Wailers —con su innovadora portada, sus remixes y sus overdubs,
su enorme campaña de marketing y la evidente influencia de los
valores del hombre blanco— como el momento crucial para la entrada
del reggae en el gran mercado internacional,
no es cierto. Los historiadores futuros deberían acudir a The
Harder They Come, que había
atraído un enorme interés meses antes de Catch a
Fire, un disco que en un
principio fue prácticamente ignorado por el público (aunque no por
los medios de comunicación). Pero además de dar a conocer la música
a un público mundial, la película de Henzell logró un
replanteamiento del reggae en la industria musical jamaicana. O mejor
dicho, entre los capos de la música jamaicana.
El
hecho de que se hubiera realizado una «gran producción
cinematográfica» sobre el mundo del roots reggae era impresionante
en sí mismo —muchos de los grandes productores participaron de
manera periférica—, pero cuando The Harder They
Come fue además un éxito,
todos tomaron nota. Aparte de presentar esta nueva tendencia musical
como algo glamuroso y un poco peligroso, lleno de sustancia y al
mismo tiempo divertido, la película hizo que de repente en Jamaica
vieran que tenía una legitimidad: «Si han hecho una película que
ha sido un éxito en el extranjero, entonces es que está bien,
¿no?».
Este
fue el momento en que se subieron al vagón del roots aquellos
productores que se habían mantenido discretamente al margen de algo
que les parecía demasiado radical y seguían produciendo lo que
parecía gustar al público internacional. Bunny Lee, Coxsone Dodd,
Joe Gibbs y compañía se lanzaron a la música roots con resultados,
como era previsible con personajes de este calibre, espectaculares.
Las compuertas se abrieron y el fruto fueron muchas de las canciones
que hemos mencionado en este capítulo. Pero la principal
consecuencia musical que tuvo el roots and culture
fue elevar, a una altura más allá de Venus, un par de formas
musicales que llevaban en circulación hacía tiempo pero que aún no
tenían un reconocimiento generalizado. El toasting y
el dub.
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