Desde el instante en el que, por el movimiento de las fuerzas que tienden a la ruptura, la revolución se manifiesta como posible, de una posibilidad no abstracta, sino histórica y concretamente determinada, desde ese instante, la revolución ha tenido lugar. El único modo de presencia de la revolución es su posibilidad real. Entonces, hay interrupción, suspensión. En esa interrupción, la sociedad se deshace de parte a parte. La ley se desploma. La transgresión se produce: es, por un instante, la inocencia; la historia interrumpida.
Walter Benjamin: «El deseo consciente de romper la continuidad de la historia pertenece a las clases revolucionarias en el momento de la acción. Es una consciencia semejante la que se afirma en la revolución de julio. En la velada del primer día de lucha, simultáneamente aunque por iniciativas independientes, en diversos lugares se abrió fuego contra los relojes de París».
Traducción: Diego Luis Sanromán
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