miércoles, 19 de enero de 2011

Comunismo literario: de los fanzines al copyleft (¿y ahora?). Apuntes sobre la historia de Acuarela Libros.

A raíz de La cena del miedo muchos nos habéis preguntado por nuestra experiencia con las licencias creative commons. Recuperamos aquí un texto donde explicamos un poco nuestra apuesta por ellas. Es, principalmente, una apuesta por conjugar remuneración y libre intercambio, precisamente lo que resulta incompatible si uno piensa desde un "viejo cerebro". Por el momento ha funcionado muy bien, ¿cambiará todo eso en el nuevo paisaje del libro digital? Habrá que imaginar entonces nuevas formas de conjugar los dos principios. Durante los próximos días, vamos a ir recopilando y ofreciendo en el blog los libros de Acuarela que ya están circulando libres por la Red. Por último, creemos necesario deciros que Acuarela no quiere ser ejemplo de nada, abanderada de nada, modelo de nada. Tenemos mil dudas y mil contradicciones. Y nos negamos a ser convertidos en estandartes puros de ninguna Causa. Ya tenemos suficiente con hacer lo mejor posible el trabajo editorial.

Los inicios de Acuarela Libros arraigan en el mundo del fanzine. En la facultad de Historia de la Complutense nos conocimos unos cuantos de los que luego formaríamos Acuarela y sus aledaños intelectuales y afectivos. Nos pasábamos prácticamente el día en la cafetería, sin asistir a clase alguna y un día nos propusimos hacer algo productivo con todo el tiempo que despilfarrábamos tan alegremente. Así nació un fanzine llamado Apuntes del Subsuelo, como la historia escrita por Dostoyevski. En el fanzine se mezclaban, como ocurre ahora en Acuarela, la crítica política radical, la poesía, la literatura, la narración, etc.

La cultura de fanzines tiene algunos principios que hacíamos nuestros:

-lo importante es hacer, es decir, publicábamos de todo y a todos los que nos hacían llegar algo al apartado de correos, nos parecía que lo prioritario era activarse y activar, escribir, expresar, gritar, no tanto la calidad. Esta apertura provocó no pocos debates entre la gente que estábamos más en el día a día en torno a un punto: establecer un filtro, por amplio que fuera, sobre lo que se publicaba, o valorar y publicar todas las contribuciones. No creo que llegáramos nunca a una “decisión” como tal (no había un consejo que decidiera una estrategia, las cosas simplemente se hacían), pero en la práctica el resultado fue cierto equilibrio entre las dos visiones, inclinándonos si acaso hacia la segunda.


-hacer con poco, con lo que está al alcance de la mano. Nosotros y nuestros colaboradores-amigos escribíamos, dibujábamos, maquetábamos, distribuíamos de librería en librería, etc. En cuanto a la financiación, el único gasto, si no recuerdo mal, eran las fotocopias al publicar cada número del fanzine, que financiábamos con lo que no nos habíamos gastado en la cafetería.

-hacerlo tú mismo, la famosa consigna que nos ha dejado en herencia el punk. Es decir, si no hay nada que te satisfaga, y en el desierto intelectual de la Universidad no lo había, no te quejes y ponte manos a la obra.

-copiar y pasar, un uso muy desenvuelto del derecho a cita. En el fanzine publicamos fragmentos de Jean Genet, Oscar Wilde, Ambrose Bierce, Chesterton, Raoul Vaneigem... y por supuesto sin negociar con nadie el derecho a hacerlo. En los créditos de la revista incluíamos una leyenda anticopyright que llamaba a copiar y pasar los contenidos, algo normal en otros fanzines y que nosotros imitábamos de la fórmula que usaban los situacionistas en su mítica revista. Los textos se firmaban generalmente con seudónimo, en un gesto anti-autoral.

¿Prefigura el movimiento de fanzines, que conoció un momento muy potente en los años 90, la cultura de redes? Bien pudiera ser. En todo caso, creo que estos principios del underground fanzinero hoy se han vuelto, con la eclosión de la Red, maneras de hacer masivas, para nada marginales. Tampoco necesariamente subversivas o críticas, como nosotros las entendíamos entonces, aunque fuera en gran parte de manera intuitiva.

Acuarela Libros nace en buena medida del impulso de Apuntes del Subsuelo, pero con la idea de ir un poco más allá, de salir del subsuelo. Era una pizca más serio que un fanzine, pero al principio seguía siendo algo muy amateur y autogestionario, aunque ahora la relación con el mercado estaba necesariamente en el centro de la actividad.

En los medios políticos en los que participábamos hacia el cambio de siglo, el área de la autonomía y los centros sociales okupados, afloró la reflexión sobre la cultura libre y las licencias copyleft, sobre todo por la mediación fundamental de amigos militantes que estaban impregnados también de la cultura hacker del software libre.

Esa reflexión, que da mayor consistencia y legitimidad a lo que nosotros hacíamos un poco intuitiva o salvajemente, se desarrollaba al menos en dos ejes:

-la cultura es un bien infinito, con el hecho masivo de la digitalización y la irrupción de la Red. Se distinguía entre el mundo físico donde puede haber escasez y el mundo virtual o inmaterial donde la lógica es de abundancia (porque la copia tiende a cero y los bienes no son de uso y disfrute antagónico -o tú o yo).

-la cultura es un bien común, porque las ideas, las imágenes y las formas surgen de un magma común (en primer lugar, el lenguaje) en el que todos colaboramos y al que todos aportamos. La palabra que se popularizó en el movimiento por una cultura libre fue el viejo término castellano “procomún”, que aludía a las antiguas tierras comunales y ahora hacía referencia a todos esos bienes que son de todos y de nadie, que todos podemos disfrutar si nadie los posee y se los apropia en exclusiva.

De esos dos ejes extraíamos una idea-fuerza, una consigna:

-“la cultura se defiende compartiéndola”, es decir que esos bienes infinitos están amenazados por la producción artificial de escasez, por la privatización de los saberes y por la criminalización del compartir. Si no hay cooperación, si no se comparte, si no hay circulación de saberes, los cerebros se secan y la creatividad se agota. Por tanto, decíamos, todo el mundo debe tener derecho al libre acceso a los bienes comunes de la cultura y a la expresión activa, es decir, a la posibilidad de reelaborar y resignificar ese patrimonio común.

Y también extraíamos una herramienta practica:

-el copyleft, que entendíamos como un uso especial de la legislación de copyright, un uso que pervierte y hackea el objetivo del copyright y sirve para abrir derechos y no negarlos. El autor, que en principio es libre para licenciar y proteger su obra como quiera, puede restringir derechos (a la copia, a la obra derivada, etc.). Pero también puede abrirlos, ofrecerlos. En Acuarela llevamos años usando esas licencias que permiten usos como por ejemplo fotocopiar las obras, publicar fragmentos o la totalidad en un blog, en algunos casos también hacer obra derivada, siempre y cuando se reconozca la autoría y no se haga un uso comercial.

Tras usar licencias copyleft verbatim en algunos libros, en 2003-2004 apareció Creative Commons que hizo ya formulaciones de las licencias con total legitimidad jurídica.

El copyleft tenía para nosotros, no sólo argumentos éticos y políticos, sino también de “negocio”. Siempre hubo y habrá tensiones entre los varios tipos de argumentos, pero durante mucho tiempo las licencias CC han permitido un equilibrio práctico muy satisfactorio. En el caso de los libros, como todo el mundo sabe, el mercado está completamente saturado. Así que, en una economía de la atención, la visibilidad es un valor de primer orden para una editorial pequeña como nosotros. Todo lo que promueva la visibilidad es bueno, todo lo que aliente el boca a boca es positivo. Los libros se conocen más y eso redunda en su venta. Siempre decíamos: la lectura en pantalla de un tocho de 300 páginas está al alcance de pocos ojos mutantes aún y no hay nadie tan descuidado como para regalarle a su pareja un taco de folios DIN3 grapados en lugar de un libro bonito. Veremos qué pasa ahora, si el libro electrónico invalida estos argumentos.

Hemos usado licencias creative commons casi en la mitad de los libros de Acuarela y el resultado siempre ha sido bueno, nunca perjudicial. Algunos de los libros más vendidos de la editorial se pueden encontrar enteros en la Red. Creemos que puede haber una interacción interesante entre el mundo físico y el mundo virtual, que en absoluto hay que pensarlos como vasos comunicantes. La Red puede ser pensada como una gran biblioteca y ahí los libros tienen que estar disponibles para ser consultados y ojeados.

Con la Web 2.0 se han generalizado las prácticas del underground fanzinero que citaba al comienzo: el valor de la activación, el hacer con poco, el hacerlo tú mismo, el copiar y pasar, etc. En cultura convergente o filosofía 2.0 la distinción entre productor y consumidor se emborrona, el usuario se vuelve activo. La recombinación y el copy-paste son prácticas de masas, con usos más o menos interesantes. La autopublicación, apoyada en nuevos modelos de impresión, está a la vuelta de la esquina. Se puede soñar incluso con la posibilidad de una distribución directa que se salte los intermediarios. Páginas web de libre publicación podrían competir con los grandes suplementos de los periódicos en la crítica de libros. Etc.

¿Las herramientas que tenemos ahora para proteger los principios de la cultura libre estarán a la altura de esa especie de salto cuantitativo? ¿Servirán para defender a la vez los argumentos éticos, políticos y de negocio? Y más aún, ¿qué pasa con la filosofía “política” que está detrás de esas herramientas, empapa hoy como nos empapaba hace años cuando la cultura libre daba sus primeros pasos? Filosofía y herramientas, ¿se conocen hoy en día entre quienes se mueven en el borrado de la frontera entre leer y escribir? ¿O bien se generalizan los usos y las prácticas, pero se debilitan las ideas de transformación social que los sostenían (como también se ha señalado en el caso del software libre)?

No hay que engañarse. Las cosas no van solas. La tecnología de por sí no empujará ese “comunismo literario” inscrito en los principios de la cultura de fanzines y luego del copyleft. Son necesarias herramientas, debates, ideales, luchas, organización. Pero está en nuestra mano intervenir en este proceso actual de desborde de los límites clásicos del mundo editorial, como hicimos hace años en el primer impulso de la cultura libre.

Amador Fernández-Savater

[Estas son las notas en las que me apoyé para dar una charla el día 28 de octubre en el contexto del encuentro “Escribit, jornadas sobre literatura y nuevas tecnologías” en Zaragoza (¡gracias a Manuel Forega por invitarme!). Quiere recordar pasajes de una historia y apuntar quizá algunos elementos para un debate, pero no tiene más pretensiones analíticas ni siquiera de “análisis de coyuntura”.]

10 comentarios:

  1. Creo que a través de la cena del miedo, se dio a conocer Acuarela Libros.Vamos así la he conocido yo porque el mensaje fue copiado y enlazado por muchos y por todas partes :).
    También, a nivel personal me ha interesado porque soy escritora novel y me gusta esta misma filosofía. Hay cada más editoriales subiendo al carro de la nueva era digital pero creo que pocas o ninguna publica con Creative Commons o Copyleft, o al menos que yo sepa.

    La verdad es muy meritorio el seguir adelante por ese camino pero ya se vio en esa cena, que sólo es el principio y aún queda mucho camino por delante para conseguir una cultura más libre. O al menos no tan atada, ni tan privatizada como está ahora. Una cultura que por cierto ya se está atrofiando, nada más hay que ver la tele para comprobar que al ser siempre los mismos los que crean, el resultado acaba siendo el mismo.

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  2. Flaco favor nos habéis hecho los de letras con esta moda de llamar copyleft a las licencias NC. Me gustaría saber cómo hemos llegado a esta lamentable situación. Con el software nunca hubo la menor confusión, y a nadie se le ocurrió jamás llamar copyleft a una licencia que no fuera libre.

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  3. "NC-SA is not copyleft because the presence of NonCommercial restrictions breaks copyleft. It removes rights, and even in the terminlogy of ShareAlike it does not Share Alike with the originally licencing author."
    http://robmyers.org/weblog/2008/02/24/noncommercial-sharealike-is-not-copyleft/
    Que dios maldiga a Lawrence Lessing por formar este lío.

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  4. muy interesante la reflexión, y una más que necesaria aportación a una historia de los "saberes sometidos".
    un saludo.

    A.

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  5. Goyo, estoy muy interesado en tu reflexión. Han pasado algunos dís desde que pusiste este comentario y puede que sea tarde pero, si aún lees esto, me gustaría que desarrolaras un poco esa explicación que apuntas. Un saludo

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  6. Creo que no podría decir mucho más de lo que se explica en el enlace que pongo al blog de Rob Myers.

    Según me han contado a mí el término copyleft[1][2] lo inventó Richard Stallman cuando le dio por pensar cómo sería conveniente licenciar el software libre[3] (y otros trabajos que no sean software, pero Stallman pensaba especialmente en software) y escribió la primera versión de la licencia GPL. Libre significaba:

    - La libertad de ejecutar el programa, para cualquier propósito (libertad 0)
    - La libertad de estudiar cómo trabaja el programa, y cambiarlo para que haga lo que usted quiera (libertad 1). El acceso al código fuente es una condición necesaria para ello.
    - La libertad de redistribuir copias para que pueda ayudar al prójimo (libertad 2).
    - La libertad de distribuir copias de sus versiones modificadas a terceros (la 3ª libertad). Si lo hace, puede dar a toda la comunidad una oportunidad de beneficiarse de sus cambios. El acceso al código fuente es una condición necesaria para ello.

    Es decir, en su uso original copyleft se refiere a un tipo particular de licencias *libres*: las que además tratan de garantizar que las sucesivas distribuciones y derivaciones no negarán esas libertades (el compartir igual de CC). En principio no tenía sentido usar el término para licencias que no fueran libres.

    Mutatis mutandi, el concepto también es aplicable a la creación artística en la medida en que sea susceptible de ser reproducida en multitud de copias. Pero restricciones como no comercial o no derivados niegan algunas de estas libertades y en rigor el término copyleft no debería aplicarse en casos así.

    Conviene señalar que en opinión de Stallman las obras artísticas y literarias no tienen que ser necesariamente libres, hace una distinción entre creaciones que tienen uso práctico (programas, documentación, manuales...) y las que son para entretenimiento (música, literatura de ficción...) o de opinión[4]. Claro que Stallman es un hacker de pies a cabeza y su concepto de la creación artística es "La canción de GNU"[5].

    En todo caso, como dije antes, en el mundo del software y otras obras asociadas siempre se distinguieron claramente las licencias libres de las que no lo son y estuvo claro que solo las primeras pueden ser copyleft. Por alguna razón parece que en el mundo artístico no ha ocurrido así.

    Pienso que la confusión viene en parte de que, en la reacción ante los abusos que se han cometido con el copyrigth, se han encontrado en el mismo bando puntos de vista que coinciden en algunas cosas importantes pero son muy distintos en otras. Simplificando tal vez demasiado, unos sostienen que no debería haber copyright en absoluto y el otros que un poco de copyright es beneficioso, pero no tan restrictivo como es en la actualidad y menos como cierta parte de la industria pretende que sea (todavía más restrictivo). Entre estos últimos está Lawrence Lessing, autor de "Cultura libre"[6] y de las licencias CC. La libertad que reclama Lessing no es la misma que reclama Stallman pero la diferencia ha pasado inadvertida para mucha gente.

    Para una visión que sí tiene en cuenta la diferencia desde el mundo de la creación artística recomiendo visitar questioncopyright.org[7] (y de paso ver la estupenda película de Nina Paley, "Sita Sings the Blues" y leer su historia).

    Por último hay un muy interesante artículo de Mako Hill que trata el tema con más extensión y puede servir para ampliar, aclarar o corregir lo que yo explico aquí[8].

    [1] http://www.gnu.org/copyleft/copyleft.es.html
    [2] http://www.gnu.org/philosophy/categories.es.html#CopyleftedSoftware
    [3] http://www.gnu.org/philosophy/free-sw.es.html
    [4] http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/softlibre/softlibre023.html#toc88
    [5] http://www.youtube.com/watch?v=8JCFG6TWRr0
    [6] http://www.derechosdigitales.org/culturalibre/
    [7] http://questioncopyright.org/
    [8] http://www.advogato.org/article/851.html

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  7. Gracias Goyo por contestar. En todo este embrollo sobre derechos es la única opinión argumentada y documentada que he escuchado en los cientos de comentarios que he leído por ahí. Creí haber entendido el artículo que enlazabas en los términos en los que tú lo explicas, pero mi inglés, lo reconozco, no es de primera y tenía algunas dudas al respecto.Trataré de seguir en lo que pueda los enlaces que mencionas pues tengo ya, por narices, un especial interés en este tema. Una última cuestión, ¿tienes algún blog u otro espacio donde seguir estas impresiones?

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  8. No, yo solo escribo en los blogs de los demás...
    Tampoco creo que haya mucho que decir que no hayan dicho ya los clásicos. Tanto "Cultura libre" de Lessing como "Software libre para una sociedad libre" de Stallman se pueden encontrar en internet en español.

    http://www.derechosdigitales.org/culturalibre/
    http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/softlibre/index.html

    También para tratar de evitar la confusión a la que hacía referencia se creó freedomdefined.org, la definición de obra cultural libre está traducida al esañol pero el resto aarentemente no.

    http://freedomdefined.org/Definition/Es

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  9. Estos libros los publico Traficantes de sueños, por si os interesa pasaros por su página,
    www.traficantes.net donde os los podéis descargar...
    salud!

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  10. Hola,
    Les dejo un artículo muy interesante y que nos lleva a reflexionar más allá, hacia el hecho mismo de la propiedad intelectual como tal, y de que forma no deja de ser una manera de coartar y comercializar el desarrollo intelectual desde un acceso restringid, por muy pequeño que este sea:

    http://bitacora.lasindias.com/creative-commons-0-un-cero-a-la-izquierda/

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