Amador Fernández-Savater en Fuera de Lugar (Público)
Un amigo me cuenta que el historiador griego Heródoto resumía su método de la siguiente manera: “anoto todo lo que no entiendo”. Es decir, Heródoto anotaba todo lo que estaba por pensar, lo registraba para que no se perdiera. En estos “apuntes de acampada” yo me planteo también anotar todo lo que no entiendo: los detalles, las escenas y las situaciones de la acampadasol que me hacen preguntas. Pero también lo que me maravilla de lo que está ocurriendo y lo que me parece que resuena con ese nuevo pensamiento+sensibilidad de lo político que unos cuantos amigos exploramos desde el 11-M. Sólo me sale vincularme con lo lo que pasa a través de esta escritura fragmentaria, la de los propios apuntes del cuaderno que llevo siempre encima.
“La clave está en Sol”
Una amiga me dice: “ya no se trata de tomar la calle, sino de crear la plaza”. Me lo dice como señalándome una diferencia decisiva. Tenemos que entenderla.
¿Qué tenemos en común los que estamos en la plaza? No una demanda concreta, sino más bien el compartir un problema. El problema es la representación. No queríamos la Ley Sinde y los políticos la impusieron. No queremos que los que menos tienen paguen la crisis y eso es lo que pasa. Ha de mandar la gente, la representación ha de ser representativa. Por algo “Lo llaman democracia y no lo es” y “No nos representan” son los cánticos estrella. A partir de ahí se abre un abismo. Paseo por Sol y veo sucesivamente tres pancartas: “autogestión”, “reforma de la Ley electoral”, “No queremos políticos corruptos, sino gestores eficientes”.
Otra amiga: “todo el mundo parece enamorado, mira qué sonrisas”.
Desde el primer día, me impresiona muchísimo la seriedad que atraviesa la acampada, el grado altísimo de madurez y de organización. Hay café y comida abundante (mucha la traen vecinos de Madrid). Se cuida la limpieza y todo el rato se recuerda que “esto no es un botellón”. El jueves había un par de espacios de guardería con cartones en el suelo y muchos niños jugando y pintando. En los grupos y las comisiones que se reúnen por todos lados hay niveles insólitos de escucha, como si estuviese claro para todos que no es tan importante lo que cada cual trae de su casa como lo que podemos elaborar juntos. “Aquí sí se puede vivir”, dice alguien a mi lado. El esfuerzo colectivo por cuidar el espacio construye durante unos días un pequeño mundo habitable donde cabemos todos. Es lo mismo que se leía hace meses sobre la Plaza Tahir.
“No votes, tuitea”
Parece que en el “zoco” que hay en el corazón de Sol, donde funcionan los grupos de trabajo, no se acepta el dinero. Cualquier colaboración o aportación es bienvenida, pero no el dinero. ¿Se trata de conjurar toda posibilidad de corrupción? Podría ser, el movimiento sabe muy bien que su fuerza pasa por desvincularse radicalmente de todo lo relacionado con la política desprestigiada.
La democracia que queremos es ya la misma organización de la plaza.
Benditos sean los que decidieron plantarse en Sol después de la manifestación. Creía que estaba planeado por los convocantes de la mani, pero me he enterado de que no fue así. Pienso mucho en ese gesto. Es uno de esos gestos increíbles que hacen que sucedan cosas contra todo pronóstico. A mi me llegó un sms con la noticia a la una de la madrugada y no le di bola. “No funcionará”, pensé. Me tengo que mirar ese cinismo. Porque es la ingenuidad la que cambia las cosas.
“Me gustas cuando votas, porque estás como ausente”
Discusión con un amigo militante. Me dice que le chirría el lenguaje que se emplea. Lo encuentra muy pobre: “democracia”, “ciudadanía”, etc. Se lo discuto: desde el “no a la guerra” son precisamente ese tipo de enunciados “planos” los que abren espacios donde todos cabemos y que mueven las cosas. Es verdad que me parece más potente “no vas a tener casa en la puta vida” que “no somos mercancía en manos de políticos y banqueros”. Pero me parece que hoy está claro que las palabras tienen fuerza no tanto por lo que dicen, sino como por quién las dice y desde dónde las dice.
“Sin vivienda no hay viviendo”
Todo el rato, tengo una sensación interior muy fuerte: yo ya he vivido algo de esto. En el “no a la guerra”, en el 13-M, en la V de Vivienda… Hay muchas muchas resonancias: todos son movimientos que no encuentran su fuerza en una ideología o en un programa, sino en una afectación en primera persona; que no encuentran su sentido en la dicotomía izquierda/derecha, sino que por el contrario tratan de escapar de ella para interpelar a cualquiera; que basan su fuerza precisamente en la creación de un “nosotros” abierto e incluyente; que no anuncian otro mundo posible, sino que se activan para que no se deshaga el único que hay y que compartimos… Me parece clarísimo que el 15-M tiene que ver con la V de Vivienda, el 13-M y el “no a la guerra”, pero ¿cómo? ¿Qué retoma y qué aporta como novedad a pensar? ¿Qué implica todo eso para el futuro?
Un chico sub20 en la plaza a las 3am con un cartel pegado en el pecho con la palabra “respeto”.
Los estereotipos son una estrategia de gobierno. Se pone una etiqueta a los que protestan (por ejemplo, “antisistema”) y así se les separa del resto como si no tuviesen nada en común. El movimiento tiene una grandísima inteligencia sobre esto: “nosotros no somos anti-sistema, el sistema es anti-nosotros”. Buenísimo.
Todo lo que divide queda fuera de la plaza: desde las siglas hasta la violencia.
Un amigo me resume así la situación: “la democracia 2.0 ha matado a la Cultura de la Transición”.
Discusión en el chat de Facebook:
-yo sigo con una idea, un poco vieja, de que twitter no es lo que pasa sino un modo de contar lo que pasa
-y de organizarlo, no?
-o, dicho de otro modo, tw sólo es interesante en composición con otra cosa
-sí, de acuerdo
-pero sol+twitter es interesante
-el plus de potencia de los cuerpos
-y de una situación abierta
Muy bien contado. Un saludo.
ResponderEliminarYo lo cuento en fotos.
A mí me parece que esto debería haber llegado hace mucho tiempo. Incluso me parece que no tendríamos que haber dejado que se diera la situación para provocar esto. Los políticos y su tributo a los poderes económicos que los mantienen ahí tienen la culpa, pero también las personas, la gente corriente. Por qué aceptamos tener sueldos de mierda, por qué aceptamos pagar 300 o 400 mil euros por una vivienda, por qué aceptar como normal la corrupción política, por qué tantas cosas. Motivos había más que suficientes para haber salido una gran mayoría a la calle a protestar. ¿Teníaque llegar el modo de comunicación al parecer adecuado (face, twitter) para poder organizar algo así? Yo creo que no y no deberíamos cometer para mí el error de darle tanta importancia al 2.0 y los nuevos modos de comunicación. Ahora me da la sensación de que es tarde para que esto pueda cambiar la basura de sociedad en la que vivimos. Se dice que no se quieren posicionar ni en la izquierda ni en la derecha. Que no va de eso el asunto. Me parece muy bien que vaya de otra cosa (protesta contra el sistema político-financiero, contra esos hilos que parecen invisibles que determinan queramos o no nuestras vidas), pero eso no está en oposición a posicionarse políticamente en la izquierda, en la de verdad. Mayor participación de los ciudadanos en la política, solidaridad, defensa de lo público y común frente a los intereses de unos pocos, derechos civiles, educación que enseñe a pensar son ideas de izquierdas... Muchas de las peticiones de este movimiento están incluidas en los programas de gobierno que suele presentar IU. Ojalá pueda iniciar este movimiento una nueva forma de pensar, mejor dicho, ojalá este movimiento pueda recuperar unos valores que principalmente el capitalismo radical nos ha ocultado. Por cierto, más como anécdota: yo sí que he visto en la concentración de Sol aceptar dinero. Está claro que en todos los sitios hay garbanzos negros.
ResponderEliminarUn saludo.
Gustavo
La dignidad no es capitalizable por ninguna ideología. Tienes un poco idealizada a eso que llamas la izquierda, Gustavo. Este es un movimiento hecho por y para las personas. Yo no conozco ninguna opción política que defienda la vida y los intereses de cada ser vivo. Desde mi punto de vista el desenlace no puede ser político.La respuesta al estado de malestar sólo puede darse cambiando radicalmente de rumbo y cada quien tiene que encontrar el rumbo de su vida. El voto en esta pseudodemocracia para lo único que vale es para que nada cambie. Yo lo único que veo es miles de personas frustradas que están pidiendo a gritos un nuevo punto de vista, una nueva actitud ante el mundo, un cambio radical de óptica. Y ese cambio tiene que hacerlo operativo cada persona en si misma. No puedes delegar en otros esa responsabilidad.
ResponderEliminarComo ideario está muy bien: un cambio radical de óptica. Perfecto y ojalá. Pero ahora mismo me parece más un deseo que algo que se vaya a producir de verdad en toda la sociedad. Miles de personas no son millones de personas con el añadido además de que vivimos en un mundo globalizado. Y me parece que se está radicalizando demasiado la idea de que el voto en esta democracia no sirve para nada. Para mí no es lo mismo que estén arriba unos a que estén otros y ahora mismo vivimos las consecuencias de una política ultraliberal que se inició en los 90 (o quizás antes). Otra forma de hacer política ya existía. Y hablo de política porque el resultado, el desenlace, tiene que ser político, o mejor dicho, ese cambio radical de óptica que se está pidiendo ha de traducirse en unas opciones políticas nuevas que representen ese nuevo valor. Si se produce el cambio, la política tendrá que regenerarse también.
ResponderEliminarGus
Estoy de acuerdo, el cambio de óptica traerá nueva gestión política, pero como consecuencia de una profunda transformación en todos y cada uno de nosotros-as. Hablar de miles de personas es pretencioso, hablar de millones es pura entelequia. Yo hablo por y de mí y considero que cada quien tiene que hablar por si mismo con un discurso propio. Toda consigna externa es una especie de rosario de la aurora.
ResponderEliminarSer nosotros es tener un enemigo. Da igual que este sea físico o simbólico. Toda inclusión implica una exclusión. Los lazos entre nosotros no existen sin una referencialidad a los que se tienen con el resto. Aquellos grupos que buscan proyectarse hacia el futuro mantienen formas de negociación con sus integrantes potenciales. Ello se expresa explícitamente en normas que enuncian cómo se accede al grupo, e implicítamente en discursos que afirman ¿Quiénes somos? (indicando inclusión/exclusión). Cuando no existe norma ni discurso las relaciones potenciales con el exterior estarán marcadas por el cruel anonimato de libertinaje o mercado.
ResponderEliminar¿Quién es el que decide lo que divide o estereotipiza? ¿Desde dónde nace la estereotipia? ¿Por qué se actúa hacia dentro partiendo desde los significados que desde fuera designan? ¿No es robar un discurso robar la capacidad para definir identidad social? Acallar es mentir, y las mentiras crean realidad, la realidad que quiere el que acalla.
El circo de Sol, es a lo que conduce la "huelga de identidades". Pueden observar cómo, aquellos que mantienen su identidad, que saben quiénes son a través de patrones de inclusión/exclusión, que tienen un enemigo, se siguen manteniendo en pie, renunciando a parte de sus ideas para seguir construyendo juntos.
Lo insustancial, muere. Sólo lo transcendente perdura. Aunque sería más bonito que nos hubiesen dejado decir quiénes éramos. Hubiendo podido ser, quizás ahora seríamos.