Filmografía Yippies y Contracultura 60: Now!

Agradecemos a Carmen Pellicer esta sugerencia para la filmografía: Now! (1965), de Santiago Álvarez. En este caso se trata de unas imágenes que contextualizan perfectamente la época de Abbie Hoffman (autor de Yippie! Una pasada de revolución), que participó activamente en las luchas antisegregacionistas de los sesenta en EE.UU.

Now! es un impactante corto documental de apenas cinco minutos donde se muestran imágenes de luchas contra la represión racial y por los derechos civiles en EEUU. La intensidad de las imágenes se acoplan a la canción "Now", de Lena Horne, la cual va in crescendo y dejando un mensaje muy claro: Las palabras están bien, pero es momento de pasar a la acción (un lema totalmente yippie). Este corto y su correspondiente canción han ganado popularidad a partir del movimiento Occupy Wall Street.



Santiago Álvarez escribió sobre Now!:
Now, por ejemplo, nació de un fragmento instantáneo: tomé un ómnibus de la Greyhound linea que hacía el recorrido de Miami a New York, era un local, esos que se detienen en todos los pueblos, a lo largo del trayecto iban subiendo negros del sur. El ómnibus se fue llenando de negros. En un momento dado, sube una negra con un niño en los brazos. Yo lógicamente, cuando la vi entrar, traté de ofrecerle mi lugar. Las personas que estaban en el ómnibus comenzaron a decirme horrores en inglés. La negra se puso nerviosa. El inglés que yo conocía no era muy bueno, pues era el que había estudiado en el instituto. Yo le dije a la negra que me diese al niño para tomarlo en mis brazos. Las personas que iban en el ómnibus comenzaron a gritarme son of a bich y miles de cosas más. Yo les contesté: "me van a tener que matar para arrancarme a este negrito de las piernas". Ahí la negra quedó desesperada y aterrorizada y me pedía que no hiciera eso. En aquella época había una ley, escuche esto, una ley y no una costumbre, según la cual los negros sólo podían sentarse en los últimos dos asientos del ómnibus. Debido a esto la negra, presa de pánico tomó a su niño y se fue hacia atrás. Aquella experiencia se grabó fuertemente en mí.

Filmografía Yippies y Contracultura 60 (hasta ahora):
Chicago 10
The Weather Underground
Magic Trip
Punishment Park

Las aventuras de los yippies (3): Vota al Cerdo


Cartel yippie en apoyo de su candidato a las elecciones: el cerdo Pigaso


PIGASO AL PODER (AMADOR FERNÁNDEZ-SAVATER)

... El teatro-guerrilla y el humor hicieron su aparición ya en pleno evento [la Convención Demócrata de 1968], cuando los yippies promovieron a un cerdo, de nombre Pigaso, para candidato demócrata. La campaña fue tumultuosa y muy corta, todos acabaron entre rejas, incluyendo al cerdo. Así lo narra Jerry Rubin en Do it!: «“La democracia en Amérika es de chiste”, grité mientras nos maniataban. “Ni siquiera se le permite a nuestro candidato pronunciar su discurso.” Nos llevaron a comisaría y cuando llevábamos un rato, un policía entró y nos dijo: “Malas noticias, se enfrentan todos ustedes a cargos muy graves”. “Maldita sea, pensé yo, ¡el cerdo ha cantado!”»
(texto extraído del prólogo a Yippie! Una pasada de revolución)

CANDIDATURA Y ELECCIÓN DE PIGASO EL CERDO A LA PRESIDENCIA DE ESTADOS UNIDOS (Jerry Rubin, en Do It!, publicado en Blackie Books, con traducción de Pablo Álvarez Ellacuria)
 


Chapas del cerdo, pegatinas del cerdo para el coche, anuncios del cerdo en el New York Times, ¡oficinas de la campaña del cerdo por todo el país! ¡Toma ya!

Todo el mundo nos preguntaba: "Sabemos a qué os oponéis, pero ¿a favor de qué estáis?". Por fin habíamos encontrado algo que respaldar: ¡un cerdo presidente! ¡Por fin un programa positivo!

Nuestro lema de campaña: "¿Por qué contentarse con medio cochino cuando puede llevarse el cochino entero?".

Ya veíamos el festival yippie: una emocionante y paródica convención con salas de reuniones atufadas de marihuana y delegados venidos de la Tierra Media, Acuario, Nuevo México y el Lower East Side.

-La delegación de la avenida Telegraph presenta cincuenta votos... ¡para el cerdo! 

[...] El objetivo era llevar a Pigaso frente a la estatua de Picasso en el Centro Cívico un par de días más tarde para que proclamase su candidatura. Los abogados nos dijeron que violaríamos las normativas municipales de comportamiento si metíamos a un animal de granja en la ciudad. ¿Y si (el candidato demócrata) Humphrey metía el circo de Ringling Bros. y Barnum & Bailey en la ciudad como golpe de efecto? ¿También arrestarían a Hubert? Todas las leyes son políticas.

¿Seríamos capaces de llevar a Pigaso al Centro Cívico antes de que se lo llevase la poli? Habíamos organizado una rueda de prensa internacional, así que estaban al loro. La poli se apuntaría un buen tanto si conseguía hacerse con Pigaso: darían al traste con un espectacular mito que había dado la vuelta al mundo.

La policía contaba con que alguno de nosotros fuese a recoger el cerdo, de manera que se apostaron frente a la casa donde dormíamos. Por eso, una mañana nos levantamos pronto y arrastramos a la poli a una persecución absurda mientras otro coche salía discretamente a recoger el cero.

El espacio frente al Centro Cívico estaba abarrotado de periodistas de radio y televisión, reporteros y agentes del FBI. Cuando llegó el coche con el cerdo los yippies empezaron a cantar Dios bendiga Amérika mientras conducían al cerdo a la plaza.

Los cerdos bípedos nos detuvieron antes de que Pigaso pudiese emitir un solo gruñido.

-¡La democracia en Amérika es de chiste! -grité mientras nos maniataban-. ¡Ni siquiera se le permite a nuestra candidato pronunciar su discurso de aceptación!

Nos metieron a siete de nosotros en una lechera y cerraron de un portazo. Luego volvieron a abrir la puerta y metieron dentro a Pigaso. Fuimos a los calabozos junto al candidato. Estábamos esperando a que nos tomasen las huellas cuando un agente gordinflón entró en la sala y nos dijo.

-Caballeros, malas noticias. Se enfrentan todos ustedes a cargos muy graves.

El cerdo ha cantado.

EL SEÑOR Y LA SEÑORA CERDO EN EL TRULLO (ABBIE HOFFMAN)

[...] Otro elemento importante fue la presentación de un cerdo como candidato presidencial, un concepto que introdujo muy al principio del juego Hugh Romney, líder espiritual de Hogfarm, una comuna en las afueras de Los Ángeles. El Cerdo gravitaba hacia el centro del mito. La semana antes de que todo empezara nos dimos cuenta de que la prensa se interesaba por el Cerdo; con la sangre fría de la industria publicitaria, nos metimos de cabeza en la idea del Cerdo. Solo nos costó cuatro días. Cuando fui a recoger al Cerdo en una granja del norte de Illinois, el Cerdo ya era famoso. [Hablando de coincidencias, la granja donde conseguimos la Cerda estaba en Belvidere, Illinois, patria de la actual Miss América.]

El Cerdo grande de Jerry acabó detenido en el Centro Cívico y soltamos a la señora Cerdo en el parque unas horas más tarde para que se pusiera a chillar jurando que sus treinta hijos vengarían la detención de su marido. Yo dije que estábamos contemplando presentar a un león para la carrera presidencial. Al final se utilizaronmiles de cerdos, cerdos de verdad, chapas de cerdos, cerdos majos como el señor y la señora Cerdo (echadle un vistazo a lamaravillosa foto en el ChicagoDailyNews con la leyenda «El señor y la señora Cerdo se reúnen en el trullo») y cerdos malvados como los policías, Daley [alcalde de Chicago], Humphrey [candidato demócrata nominado para las presidenciales de 1968] y los políticos.


La Internacional Situacionista: el escándalo de la comunic-acción

Novena entrega de la selección de textos que estamos subiendo al blog de Los situacionistas de Mario Perniola, que hemos reeditado en Acuarela. Este fragmento corresponde al epílogo del libro, donde Perniola ofrece una valoración más global de los situacionistas y un recorrido personal de su encuentro con el movimiento.

Los situacionistas no fueron nunca un grupo clandestino. Eran los autores de una revista que se encontraba en algunas librerías y quioscos de periódicos, exclusivamente en Francia, y formaban un grupo cerrado en el que se entraba por cooptación. No se reconocían en absoluto en el término «experimental» y por eso no tenían nada que ver con las neovanguardias literarias y artísticas de los sesenta, ante las que ellos se posicionaban radicalmente en contra. Tampoco desarrollaban actividades de agitación o de proselitismo. De hecho la cuestión central para ellos era el retraso de la teoría con respecto a la realidad, la falta de una toma de conciencia revolucionaria por parte de personas y de grupos que se comportaban ya de manera insurreccional.

Entre los movimientos políticos extremistas y los situacionistas existía también una gran diferencia. Los primeros se sitúan en la perspectiva de la acción política, en el gran mito que se remonta al Renacimiento y que ha constituido el aspecto esencial de la modernidad. Ya Hannah Arendt, en el libro La condición humana (1958), había previsto la desaparición de la posibilidad de la acción. A lo largo de los siglos XIX y XX, la sociedad entera se transformó en sociedad de trabajo: la noción de uso fue sustituida por la de consumo. Hannah Arendt, que escribe en los años 50, prevé los desarrollos sucesivos de este proceso. Poco a poco las personas son expropiadas también de su propio trabajo, que desde los primeros siglos de la modernidad había constituido su única posesión y actividad: la sociedad entera se transforma en una sociedad de consumidores, esto es, en una sociedad de trabajadores sin trabajo. Su comentario al respecto es: «¡Ciertamente no podría haber nada peor!». Aquí Arendt es categórica: la sociedad de consumo es «el paraíso del chiflado».

El lugar de la acción es ocupado por la comunic-acción. Los situacionistas fueron excelentes comunicadores. Pero el mito de la acción sigue obsesionando

"¿Izquierda, ha dicho?", por Iñaki URDANIBIA

(De nuevo replicamos un artículo de Iñaki Urdanibia en el que habla sobre Fuera de Lugar. En esta ocasión se trata de una reflexión publicada en Kaos en la Red sobre la izquierda donde además del libro de de Amador Fernández-Savater se mencionan otras obras como Pensar desde la izquierda. Mapa del pensamiento crítico para un tiempo en crisis, publicado en Errata Naturae, 2013.)



Diferentes muestras de caminos que se abren por la izquierda de la izquierda.
Si tomamos como punto de partida para delimitar la diferencia entre derecha e izquierda la afirmación goetheana de << prefiero la injusticia al desorden>>, y a partir de ahí dependiendo de a cuál de los dos asuntos se le conceda prioridad, parece que en los últimos tiempos, al menos en lo que hace a la política institucional y /o parlamentaria, la cosa parece difuminarse hasta convertirse en una cuestión poco menos que aleatoria, ya que tantos quienes se proclaman o son proclamados de derechas como los de pretendida izquierda apuestan por el orden y conceden escaso valor a la justicia, a la de verdad;  sucede en unos países más que en otros, por aquello del desarrollo desigual, y no me refiero únicamente a la esfera económica , claro está,  cuyo terreno parece inamovible como si correspondiese a puras leyes de la naturaleza . Tanto la derecha, los neoliberales de derecha, como la proclamada izquierda, los neoliberales de izquierda(con sus domesticadas correas de transmisión sindicales), no pasan de ser meros gestores de los intereses del capital: la soberanía popular está muy bien siempre que no toque la cartera... (Sigue leyendo)

Fuera de lugar: una caja de herramientas para pensar (reseña en Gara)

Reseña escrita por Iñaki URDANIBIA en Gara sobre Fuera de Lugar, de Amador Fernández-Savater:

Voces que no son coplas al statu quo, sino que, invitadas por Amador Fernández-Savater, cantan a los dioses de la revuelta, de la indignación, de la insumisión ante un orden injusto. La pléyade de los interrogados es amplia y escogida entre gentes que pintan algo, mucho, en los terrenos por los que caminan, ya sea en el terreno académico como en el de las movilizaciones, o en ambos a la vez. Las entrevistas no se presentan adosadas sin más, sino que unas sirven de caja de resonancia a las otras, de manera que entran por así decirlo en diálogo y/o en debate. Nadie ha de esperar hallar una voz cantante que marque el tono o un predicador... (Seguir leyendo)

Filmografía Yippies y Contracultura 60: Punishment Park

En esta ocasión la recomendación para la filmografía nos llega de Gila Grupo de Intervención (muchas gracias): Punishment Park (1971), de Peter Watkins.


Sinopsis: 1970. Se intensifica la Guerra de Vietnam. Hay masivas protestas públicas en Estados Unidos y en todo el mundo. El presidente Nixon declara un estado de emergencia nacional y las autoridades federales tienen potestad para detener a personas que supongan un riesgo para la seguridad interna... Un grupo de disidentes izquierdistas (manifestantes contra la guerra, activistas del Black Power, una cantante folk...) declaran ante un Tribunal integrado por militares y civiles, que les ofrece esta opción: largas estancias en prisión o pasar 72 horas en “Punishment Park “, en el desierto del sur de California, donde tendrán que realizar un trayecto de 53 millas a pie en tres días con una pequeña ración de agua y alimentos, seguidos por tropas de la Guardia Nacional autorizadas a disparar en caso de incidentes.

Filmografía Yippies y Contracultura 60 (hasta ahora):
Chicago 10
The Weather Underground
Magic Trip

Banda Sonora Yippies: The Doors


Muchos son los temas que podríamos destacar de The Doors para esta selección, pero nos hemos decantado por "The Unknown Soldier" (con vídeo subtitulado en español) porque dentro de lo que cabe está menos trillado y porque toca dos temas clave para el mundo de los yippies y de la contracultura en general: Vietnam (foco de las protestas de la época) y los medios de comunicación. Los yippies, como dice Abbie Hoffman en Yippie! Una pasada de revolución, veían un gran potencial revolucionario en los medios y se jactaban de su habilidad para manipularlos. Así lo explica Abbie:


Los medios de comunicación hacen el trabajo por nosotros. ¡Genial! «Si vas a San Francisco, no olvides ponerte una flor en el pelo».* Es el mensaje omnipresente. El medio es el mensaje. ¡Utilízalos! No hace falta recaudar fondos, ni anuncios a toda página en el New York Times, ni notas de prensa. Basta con que montes tu historia y a tu manera; la prensa se lo traga. HAZ LAS NOTICIAS.


En cuanto a The Doors, Abbie dice de ellos en Yippie! Una pasada de revolución:  "Mi grupo favorito son The Doors. Son el único grupo que me puedo sentar a escuchar; para los demás hay que bailar." Como curiosidad, en los agradecimientos del libro Abbie menciona primero a JIM MORRISON Y SU SUPERMIEL y posteriormente a EL OTRO JIM MORRISON. El primero era el artífice de un aceite de hachís de elevada potencia mezclado con miel que los yippies llevaron al Festival de la Vida de Chicago (una "contracumbre" durnate la Convención Demócrata de 1968), mientras que el segundo era el cantante de los Doors.

* Fragmento de "San Francisco (Be Sure to Wear Flowers in Your Hair)", canción compuesta por Scott McKenzie en 1967 muy popular en la época. 

Pezones, sobacos, ombligos: los yippies según Norman Mailer

Diseño: Carlos Ruano.
(fragmento de Miami y el sitio de Chicago, publicado en Capitán Swing, con traducción de Antonio G. Maldonado)

Los yippies eran el ala militante de los hippies, el Partido Internacional de la Juventud, y el movimiento estaba sustentado sobre un zumo, no el zumo alcohólico que manda de la misteriosa fermentación -¡oh, Dios mío!, cuando las frutas y el grano comienzan a pudrirse, el destilado en descomposición de este arte de la tierra, ¿no tiene acaso el poder de inflamar la conciencia y procurarnos visiones del Cielo y del Infierno?-. No, estamos hablando, más bien, del zumo que proviene de otro misterio, el del tránsito de un cable metálico por un campo magnético. Sirve para engendrar la bestia de toda la tecnología moderna, la electricidad en persona. Los hippies cimentaron su templa en  esa encrucijada en la que el LSD se cruza con las pulsaciones de una guitarra eléctrica a todo volumen en el oído, en el plexo solar, en el vientre, en los lomos. Una unidad tribal atravesó la juventud americana (y de la mitad de las naciones del mundo), una exaltada visión de fiestas orgiásticas, no violentas, y hasta de la diferenciación entre los sexos. En el hervidero oceánico de una fiesta no violenta y tribal de las drogas, pezones, brazos, falos, bocas, úteros, sobacos, vellos público, ombligos, senos y mejillas, incienso oloroso, florecimiento y evasión, se estremecieron juntos y se entrechocaron en el Camino de la Liberación, y los drogados muchachos vieron el Valhalla, el Pephtene y el Taj Mahal. Algunos se evadieron para siempre, algunos salieron aullando por los callejones de la locura, donde las cucarachas circulan como Volkswagens sobre el encerado de la luna, los golosos hallaron el vértigo de la centrifugación de la conciencia, vomitorios de la ingestión; otros hallaron el amor, alguna manifestación del amor en la luz, en los trozos del Nirvana, resplandores de satori y volvieron, regresaron al mundo, tribu del siglo XX, vestidos con cascabeles y ropa sucia. Los hígados ajados daban a su piel un color pálido enfermizo y el pelo les tapaba el rostro como maleza. Sin embargo, habían tenido una visión incontestable del bien -el Universo no les parecía algo absurdo; como peregrinos miraban a la sociedad con ojos de niños: la sociedad sí era absurda-. Todos los emperadores que desfilaban ante sus ojos estaban desnudos. Y ofrecieron flores a los policías.

No podía durar; los barrios miserables que escogieron para vivir —porque en su mayoría eran refugiados de barrios de clase media— se sintieron incómodos con ellos, con su mugre, su cohabitación espontánea y casual, su altruismo. El altruismo es siempre la mayor de las ofensas en el gueto, porque el altruismo para los pobres es un lujo, retrata al que se humilla, al indiferenciado, al inepto, al descastado, al que se está hundiendo (un pobre no es nada sin las puntiagudas espinas de su ego). De modo que los hippies se la pegaron con los tugurios, y fueron apaleados y robados, esquilados, se les pegó, se les enterró, se les metió en la cárcel y algunos fueron asesinados; otros salieron adelante, porque a veces se daban conexiones con las pandillas, con los Panteras Negras, con los portorriqueños de la costa este y con los mexicanos en el oeste. Llegó un momento en el que, como la mayoría de las tribus, se dividieron. Algunos, entre los más débiles, entre los menos comprometidos, regresaron a sus barrios y comenzaron de nuevo con alguna empresa o en las comunicaciones. Otros buscaron hogares más cálidos, con un sol afable y abundantes flores; otros se endurecieron y, dado que los peregrinos tienen su propia visión de la tierra prometida, comenzaron a aprender a construirla, a luchar por ella. Así fue como los yippies nacieron de los hippies, antiguos hippies, excavadores, corredores de fondo, universitarios, desencantados, inadaptados del sur. Integraban una comunidad, una especia de comunidad, porque sus principios eran básicos: a todos, evidentemente se les debe dejar hacer (y no valen excusas en estas tres palabras) lo que quieran, siempre que no hieran a nadie al hacerlo -todavía tenían que aprender que la sociedad está construida sobre mucha gente que hiera a mucha otra gente, las querellas giran siempre alrededor de la cuestión de quién hiere a quién-. No todos eran conscientes de lo que molestaba a muchos ciudadanos honrados el mero hecho de su presencia -los hippies, y probablemente los yippies, no habían identificado todavía esa esquizofrenia sobre la que está fundada la sociedad. La llamamos hipocresía pero es en realidad una esquizofrenia, una modesta vida de apacible campesino con aventuras militares draconianas; una nación que proclama el principio de la igualdad de oportunidades para todos, con una cultura blanca apoltronada sobre una cultura negra; una sociedad horizontal de amor cristiano con una jerarquía vertical de iglesias -¡qué buen diseño el de la cruz!-; una nación de familias, una nación de impulsos ilícitos; una política de principios, una política de propiedad; un país de higiene mental, con un cine y una televisión convertidos en porquerizas mentales; patriotas que detestan la obscenidad pero contaminan los ríos; ciudadanos que detestan el control gubernamental y tienen miedo de las situaciones fuera de control. La lista debe ser infinita, los beneficios del humor escasos -la sociedad era capaz de seguir tambaleándose como un policía de doscientos kilos subiendo una cuesta, porque al vivir en un estado de abandono y obesidad por lo menos no tendría que explotar en una esquizofrenia-, la vida sigue adelante. Los chicos podían seguir acudiendo regularmente a la iglesia, hasta que les llegara el turno de meter fuego a pueblos en Vietnam. Lo que los yippies no supieron ver es que su exigencia de entrar a toda máquina en la utopía del siglo XX (en la cual el hombre masa moderno tendría ante sí todas las oportunidades de inmediato y podría crear o saquear con idéntica conciencia -de cara al paredón, hijo de puta, déjame que te bese los pies-), sin importar si se trataban de una visión deseable o aborrecible, era sin remedio alguno una locura para el Buen Americano Medio. Porque la expresión liberada de sí misma probablemente no sería el desbordamiento del amor sino el incendio del granero del vecino. O, ya que nos encontramos en Chicago, aplastarle el cráneo al vecino con un ladrillo de su propio patio. Los yippies, y hasta los partidarios de McCarthy, representaban con su mera presencia nada menos que la destrucción de toda hipocresía redentora con el consecuente choque para uno -no es tan fácil vivir cada día, toda la vida, sujetando los diques de la propia salud-. No es extraño que los blancos de los barrios obreros de Chicago, así como muchos blancos provincianos de todo el país, adoraran a George Wallace -venía a la carga como caballería-, el reparador de cualquier grieta de las murallas del fuerte.

Afirmar la ruptura, de Maurice Blanchot

(fragmento de Escritos Políticos, de Maurice Blanchot)

1. El fin último, es decir, también inmediato, evidente, es decir, oculto, directo-indirecto: afirmar la ruptura. Afirmarla: organizarla haciéndola cada vez más real y más radical. ¿Qué ruptura? La ruptura con el poder y, como consecuencia, con la noción de poder, y, en consecuencia, en cualquier lugar en que predomine un poder. Esto vale, sin duda, para la Universidad, para la idea de saber, para la relación de la palabra enseñante, dirigente y acaso para cualquier palabra, etc., pero vale todavía más para nuestra propia concepción de la oposición al poder, cada vez que dicha oposición se constituye en partido de poder.

2. Afirmar radicalmente la ruptura: esto equivale a decir (es el primer sentido) que estamos en estado de guerra contra lo que es, en todos lados y en todo momento, que no tenemos relación sino con una ley que no reconocemos, con una sociedad cuyos valores, verdades, ideal y privilegios nos son extraños, que nos las tenemos que haber con un enemigo tanto más temible cuanto más complaciente, con el cual debe quedar claro que, bajo ninguna forma, ni siquiera por razones tácticas, pactaremos jamás.

3. Producir la ruptura no es sólo apartar o intentar apartar de su integración en la sociedad establecida a las fuerzas que tienden a la ruptura; es hacer de tal forma que, cada vez que se lleva a cabo y sin dejar de ser rechazo efectivo, el rechazo no sea un momento solamente negativo. Ahí se encuentra, política y filosóficamente, uno de los rasgos más fuertes del movimiento. En este sentido, el rechazo radical, tal como éste lo produce y tal como también nosotros debemos producirlo, supera con mucho la simple negatividad, por más que sea negación incluso de lo que todavía no ha sido propuesto y afirmado. Poner en claro el rasgo singular de este rechazo es una de las tareas teóricas del nuevo pensamiento político. Lo teórico no consiste evidentemente en elaborar un programa, una plataforma, sino, al contrario, en mantener, al margen de todo proyecto programático e incluso de todo proyecto, un rechazo que afirma, en liberar o mantener una afirmación que no ordena, sino que desordena y se desordena, pues guarda relación con el trastorno y el desasosiego, o incluso con lo no-estructurable. Es a esta decisión del rechazo, que no es un poder, ni poder de negar, ni negación frente a una afirmación siempre previamente planteada o proyectada, a la que se designa cuando, en el proceso «revolucionario», se hace intervenir a la espontaneidad; con la reserva de que dicha noción de espontaneidad es, en muchos aspectos, poco digna de confianza y vehículo de más de una idea dudosa: por ejemplo, cierta especie de vitalismo, de auto-creatividad natural, etc.

Traducción: Diego Luis Sanromán
Ilustración: Acacio Puig

La fuerza anónima del rechazo, prólogo de Marina Garcés
Tres apuntes sobre los escritos políticos
En estado de guerra: Maurice Blanchot + Mafia K'1 Fry
El rechazo absoluto de Blanchot
Marina Garcés sobre Blanchot, Albert Camus y Merleau-Ponty

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MANIFIESTO DADAÍSTA

(Texto de Correo Dadá de Raoul Hausmann)

El arte depende, en su ejecución y dirección, del tiempo en el que vive y los artistas son criaturas de su época. El arte más elevado será aquel que represente en el contenido de su conciencia los múltiples problemas de la época; el que, si fue sacudido por las explosiones de la semana anterior, recoja sus miembros bajo la amenaza del último día. Los mejores artistas, los más inauditos, serán los que, hora tras hora, recuperen los jirones de sus cuerpos en el guirigay de las cataratas de la vida y los que, obstinados en el intelecto de su tiempo, tengan sangre en las manos y en el corazón. ¿Acaso el expresionismo ha colmado nuestra expectativa de un arte así, que es la incertidumbre de nuestros intereses vitales?

¡NO!, ¡NO!, ¡NO!

¿Acaso los expresionistas han colmado nuestra expectativa de un arte así, que hace arder